El tercer largometraje del peruano Dorián Fernández-Moris (Lima, 1982) prepara su estreno para este próximo 14 de mayo. La película, un thriller con dosis de acción y suspenso, narra la historia de unas extrañas desapariciones, entre ellas la de una impetuosa activista, interpretada por Virna Flores. Su novio (Ismael La Rosa) inicia entonces una búsqueda en medio de peligros y una sociedad desgarrada por la depredación de esta región de la amazonía.
A continuación conversamos con el director de Desaparecer, para conocer más de cerca las inquietudes artísticas y sociales que este cineasta ha querido abordar en su nueva película:
Dorian, cuéntanos la génesis de «Desaparecer».
Hace algunos años viajaba mucho haciendo documentales por el interior de la selva y me empezaron a contar la historia del Palo de rosa, la explotación que sucedía alrededor de este recurso, que incluso mafias habían cometido acciones de lesa humanidad en la Amazonía, y lo que me decían los pobladores era que no había forma de que esto se sepa afuera, a nadie le importaba, me decían: “parece que nosotros estamos abandonados en el mundo y más allá de Iquitos a nadie le interesa lo que sucede aquí”.
Eso se me quedó mucho en la cabeza y es así como con Paco Bardales, con quien veníamos haciendo cortometrajes, nos juntamos y empezamos a investigar qué sucede detrás de estos hechos. Estuvimos mas o menos un año viajando por diferentes localidades de la Amazonía y recopilando información para construir nuestro primer guión. Recuerdo que terminamos un primer borrador y nos quedó una película gigante, inmensa, complicada de hacer en ese momento, es ahí donde Desaparecer se duerme un poco y decidimos empezar con algo más fácil de hacer, más viable, y desarrollamos el guión de Cementerio general y bueno, Cementerio general logró salir en los cines y fue mi primer largometraje.
Mientras estábamos haciendo «Cementerio general» salió el concurso de Conacine, pulimos el guión de Desaparecer y lo presentamos por tentar suerte, lo metimos en el concurso para regiones. Dos o tres meses después ganó la película, en pleno rodaje de «Cementerio general» nos enteramos que teníamos un impulso, si bien pequeño, pero que alcanzaba tal vez para el 20% del presupuesto de la película. Ahí es donde Desaparecer empezó a tener vida propia y donde nació realmente la posibilidad de hacer este proyecto.
¿Cómo se conecta esta película con tu historia personal?
Yo siento de alguna manera que toda mi vida he estado entre dos mundos, por un lado mi padre es cubano americano, vino al Perú hace mucho tiempo a exportar madera y mi mamá es una persona que se crió en Iquitos, es de la selva, es de la gente que ha vivido cerca de la naturaleza, rodeada de todo este universo maravilloso selvático. Entonces toda mi vida he estado viendo los dos lados, el lado de la gente que quiere su espacio, que valora su espacio y el lado de la gente que también quiere este espacio pero para explotarlo, para venderlo.
Esta historia es por eso muy importante para mí, me interesaba hablar de lo que sé, de lo que he sentido por mucho tiempo por la selva y quería retratarla tal cual. Por mucho tiempo he vivido disgustado por cómo se retrataba la selva de esta forma tan caricaturesca, se iba por el lado exótico principalmente pero no se la retrataba con realidad, con justicia. Y además con un ingrediente cada vez más importante en el cine peruano, que es el ingrediente de que pueda conectar con el público, entonces era fusionar una historia que pueda ser entretenida pero que a la vez tenga contenido, que te encuentres con un valor que tal vez no esperabas y que te puedas llevar algo saliendo de la sala de cine.
¿Quieres que se te reconozca por esta obra más que por las anteriores?
En verdad me interesa a lo largo de la carrera cinematográfica seguir probando distintas líneas que puedan ir creando mi estilo, si bien ha sido importante para nuestra productora iniciarnos en un género que tenía tan buenas posibilidades como el terror, estaba muy claro desde el principio que no era lo único que queríamos hacer. Era una estrategia empezar con una película como Cementerio general, que tenía muchos ingredientes para ser atractiva para la gente. Hemos aprendido mucho de esa experiencia en todo sentido pero sobre todo en saber equilibrar contenido con posibilidades de enganche con masas y la película Desaparecer viene después de ese enriquecimiento, de ese aprendizaje.
Hablemos de Virna Flores e Ismael La Rosa, la pareja protagónica. ¿Qué tal fue el trabajo con ellos?
En cada uno de los actores que seleccionamos hemos buscado talento para poder afrontar los personajes y darle esa veracidad y crudeza que pedía la película. Con ese espíritu fue que llegamos a los protagónicos, de quienes no sabíamos mucho luego de los papeles que habían interpretado hace más de 15 años en la televisión peruana.
En los años que han estado afuera, hemos visto una evolución en Virna Flores e Ismael La Rosa como profesionales, ni qué decir de la química que tienen al ser esposos, lo cual nos daba un plus pues la película arranca con una historia previa de la pareja, y al tener ellos también una relación muy cercana e íntima, era importante como punto de partida para crear credibilidad en la pareja.
Yo quería crear personajes memorables, que podamos llevarlos con nosotros y que días después de ver la película aparezcan en la memoria y podamos seguir analizando lo que les sucede.
¿Cuál es el papel que tiene la Amazonía en la película? ¿Qué porcentaje de la película transcurre en la selva?
La película es principalmente amazónica, el 85% de la historia sucede ahí. Fuera de Iquitos, hay escenas grabadas en Lima y Miami, pero yo creo que la selva tiene tal importancia que constituye un personaje más.
Cuando empezamos a hacer el desglose de la película, nos dimos cuenta que el guión nos exigía tener alrededor de 350 extras. Hicimos un casting masivo y esperamos un aproximado de 500 personas y aparecieron 5,000 postulantes, nos volvimos locos.
Cuando empezamos a buscar los pueblos idóneos para representar a Nueva Esperanza en la película, llegamos a Manacamiri que se encuentra a casi una hora en bote de Iquitos. Lo que encontramos nos llenó los ojos desde el principio, no solo era exactamente como lo habíamos soñado para la película, sino los pobladores eran personas con unas aptitudes y un histrionismo sin igual. Yo creo que nos ha acompañado mucha fortuna al encontrarnos con Manacamiri, ellos se interpretaron a ellos mismos, un pueblo que en la película lo vemos enardecido, indignado por momentos, sufriendo en otros, con una serie de matices que acompañaban la película y la hacían espectacular.
¿Cómo han enfrentado el reto del aspecto técnico?
Ha sido en un proceso muy serio, muy profesional, he tenido la suerte de estar rodeado y asesorado por profesionales de primera calidad entre peruanos y extranjeros, el director de fotografía Gabriel Di Martino ha hecho un trabajo extraordinario desde la planificación y yo creo que eso ha sido muy importante en el momento de afrontar un rodaje con escenas tan complicadas. Hay escenas de persecución en mototaxi, en moto, en bote, a la carrera, explosiones. Había que saber que ibas a hacer antes de ir a la selva, porque la selva es super complicada de filmar, estás rodando en este instante y sin previo aviso se viene una lluvia y tienes que correr a resguardar tus equipos.
Hemos llevado dos toneladas de equipos a la selva, hemos trasladado sesenta personas desde Lima, muchos de ellos han venido del extranjero hacia la ciudad de Iquitos, hemos aspirado a tener todos los recursos para contar con solvencia la historia, desde grúas, dollies, drones, una serie de juguetes y de gripería, para dar ese acabado que queríamos y que la historia se merecía. El rodaje ni que decir, hemos estado felizmente un mes en la selva, habíamos hecho un plan de 26 días con 4 días de cobertura, usamos los cuatro días de cobertura, prácticamente estábamos registrando en la puerta del avión al llegar y dejamos de grabar cuando cerramos la puerta de regreso. Luego nos enfrentamos a la posproducción, un proceso meticuloso de montaje que lo afrontamos con Roberto Benavides, con quien ya habíamos trabajado anteriormente. Construimos una historia, creo, con precisión y con sutileza.
¿Cuáles son tus referentes fílmicos? ¿Qué películas o directores te sirvieron de inspiración?
La película arranca con una secuencia específica, es un homenaje a Fritz Lang, que para mí era un adelantado a su época, cómo construía el suspenso, era maravilloso. Hay una escena específica que es la primera escena que pido que presten atención para identificar a que película homenajeamos en este caso. Y así como eso hay muchos momentos que efectivamente pertenecen a diferentes películas que nos han marcado. Pero si vamos a hablar de películas en macro que tal vez influyen por historia yo creo que referentes obligados son El jardinero fiel, Diamantes de sangre y todo este tipo de películas que proponen teorías de conspiración alrededor de denuncias con cuota de acción pero también con contenido social.
¿Cuáles son tus expectativas sobre la respuesta del público?
Esta es una película que se está arriesgando bastante, hemos desarrollado de alguna manera un nicho en el terror y nos ha ido bastante bien con el terror y podríamos seguir haciendo terror, pero se decide apostar de alguna manera por mirar a otro género, y todo riesgo tienen un margen de sorpresa. Nosotros creemos que esta película merece que la vea muchísima gente, creemos que tiene que suceder que también podamos ver más allá de los géneros convencionales que el cine peruano ha estado presentando hace un par de años y han estado funcionando.
Cuando presentaste tu corto Chullachaqui hace 8 años, te hicimos una entrevista y una de las cosas que dijiste es: “Quiero que se sepa en todas partes que se empezó a hacer cine amazónico”. ¿Cuál es tu mirada ahora?
Efectivamente empezamos a hacer nuestro cine hace mucho tiempo en la ciudad de Iquitos. A punta de estrategia y trabajo, mucho trabajo, hemos podido conquistar espacios y ganarnos un sitio en la cinematografía nacional y apostamos a que esto siga desarrollándose hacia fuera. Pero realmente sí sería un anhelo, lo que me gustaría es que cada uno desarrolle sus diferentes espacios, creo que eso le hace bien al cine peruano. Detesto cuando se habla de cine regional, esta frase a mi no me gusta porque divide, yo creo que debemos de hablar de cine peruano, cualquiera sea la procedencia.
Entrevista: Luis Ramos
Fotos: Rolando Jurado
Edición: Laslo Rojas
Entrevista realizada en Miraflores, el 16 de abril de 2015
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