Reseña de «El secreto de Adaline», película romántica con Blake Lively y Harrison Ford


El secreto de Adaline me gustó en gran parte. Está bien actuada, la dirección de fotografía es impecable, el diseño de vestuario es hermoso, y aunque no llega a aprovechar del todo su interesante premisa, a fin de cuentas me resultó bastante entretenida. Sin embargo, y esto es algo que querrán evitar leer aquellos que todavía no han visto la cinta, el final… bueno, digamos que la película se desarma por completo durante sus últimos veinte minutos. Eso, y algunas instancias de pereza por parte del guionista y el director durante momentos importantes de la trama hace que «El secreto de Adaline» no termine de cuajar.

The Age of Adaline

A pesar de tener 107 años de edad, Adaline Bowman (la hermosa Blake Lively) no parece tener más de treinta. Esto se debe a un accidente de carro que tuvo durante los años 30 (que involucró hipotermia, un ahogo y un rayo), el cual hizo que deje de envejecer y, aparentemente, viva para siempre. Debido a la delicada naturaleza de su secreto, decidió no contárselo a nadie, por lo que por las siguientes décadas (la mayor parte de la película se desarrolla en el año 2014) vivió de ciudad en ciudad, cambiándose la identidad y dejando las relaciones de lado. Bueno, no todas, ya que durante los años 60 se enamoró de un estudiante de medicina llamado William Jones (interpretado de joven por Anthony Ingruber, y de mayor por el gran Harrison Ford), y en el presente se involucra con Ellis Jones (Michiel Huisman).

Es gracias a las sugerencias de su hija, Flemming (Ellen Burstyn), quien tiene ya más de 80 años, que Adaline decide comenzar una relación seria con Ellis. Y aparentemente todo va yendo de maravilla, hasta que él decide invitarla a la casa de sus padres por su aniversario… y se da con la sorpresa de que el padre de Ellis es William. Es aquí donde se nos presenta el mayor conflicto del filme, y que también presenciamos la escena más efectiva de la película, en donde poco a poco vemos en el rostro de Ford cómo va reconociendo a Adeline, demostrando confusión y asombro y afecto.

Porque a pesar de que, en teoría, «El Secreto de Adaline» debería ser el show de Blake Lively, quien da la mejor actuación definitivamente es Harrison Ford. Viéndose mayor, lógicamente, pero jamás demacrado, da una de sus mejores interpretaciones en años, logrando crear un personaje verosímil e interesante, muy diferente a lo que nos tiene acostumbrados. La escena anteriormente mencionada es donde brilla más, pero su actuación en general es destacable, y de hecho me ayudó a que reaccione emocionalmente a la película, cosa que lamentablemente no sucedió con ninguna escena protagonizada por alguno de los demás actores. Si este es el tipo de trabajo que Ford es capaz de hacer en el 2015, pues le tengo mucha fe a su aparición en Star Wars Episodio 7: El Despertar de la Fuerza.

Esto no quiere decir que Lively de una mala actuación. De hecho, es bastante buena, y eso que nunca me había logrado convencer en ninguna de sus previas apariciones cinematográficas (Linterna Verde, The Town, Salvajes). Quizás es un poco fría, pero en general logra dar una palpable sensación de que estamos viendo a una persona mayor en el cuerpo de alguien más joven, una mujer sofisticada e inteligente que ha vivido mucho. El simple hecho de que pueda defenderse al lado de actores mucho más experimentados como el genial Ford o Ellen Burstyn debería ser suficiente prueba de que definitivamente tiene algo de potencial.

Las actuaciones secundarias son efectivas. La anteriormente mencionada Burstyn hace mucho con un papel difícil, interpretando a una hija que se ve mucho mayor que su madre. No se trata de un personaje particularmente bien desarrollado, por lo que el hecho de que funcione se debe más al talento de Burstyn que al guión. Y como Ellis, Michiel Huisman no hace un mal trabajo, aunque su personaje es por momentos muy directo o un poco perturbador, nuevamente, más debido al guión que a la actuación del chico.

Y eso es lo que nos lleva al problema más grande de esta película: el guión. Como se deben haber dado cuenta, la premisa que maneja es bastante interesante, por lo que el hecho de que el guión la transforme en un romance predecible no deja de ser una ligera decepción. Ahora, esto no sería un problema si es que el romance central estuviese bien desarrollado o fuese creíble, pero lamentablemente no es así. Avanza demasiado rápido, no hay mucha química entre Huisman y Lively, y en general no logró crear ningún tipo de reacción emocional fuerte en mí, ya sea positiva o negativa. Por otra parte, también me frustró el hecho de que al menos dos conversaciones importantes para la historia sucedan fuera de cámara. No es solamente extremamente flojo por parte de los guionistas, si no también muy frustrante para el espectador.

Por otra parte, cabe también mencionar al narrador, quien definitivamente está de sobra. Una de las reglas básicas del cine es el “enseñar, no explicar”, y este narrador no hace más que lo segundo. ¿Era realmente necesario explicar las justificaciones científicas del accidente que le da sus “poderes” a Adaline? ¿Es realmente necesario narrar lo que el público está viendo en pantalla, o decirnos lo que se supone los personajes están sintiendo? Definitivamente no. Quitarle al narrador de hecho hubiera resultado en una cinta mucho más sutil y menos desesperante.

El secreto de Adaline - Harrison Ford, Blake Lively

Sin embargo, algo que estoy seguro no se hubiera podido arreglar quitando al narrador es el final. (Nuevamente, si no han visto la película todavía y no se la quieren malograr, saltéense el siguiente párrafo).

«El secreto de Adaline» debió terminar en el segundo accidente, cuando Adaline pierde sus poderes y puede por fin vivir como una persona normal. Dejando de lado el que la manera en que recupera su “normalidad” no tenga sentido alguno (¿de cuándo acá un desfibrilador tiene la misma potencia que un trueno?), el hecho de que la película tenga una pequeña coda, en donde vemos a Adaline viviendo con Ellis y su madre, felices y contentos (y hasta con nueva mascota) me resultó demasiado cliché, predecible, cursi y poco verosímil. Ninguna escena previa me preparó para lo débil que resultó ser el desenlace.

Al menos la película logró deleitarme a nivel visual. La dirección de fotografía es hermosa, aprovechando los colores cálidos de los ambientes, los tonos del maquillaje de Lively e incluso los colores de sus vestidos para darle una cualidad etérea, casi de ensueño a la cinta. Y el diseño de vestuario es igual de impresionante; junto con el maquillaje, hace que Lively se vea lo más preciosa posible. Algunos y algunas se fijarán en sus zapatos y sus vestidos, mientras que otros y otras se quedarán maravillados con su rostro perfectamente iluminado.

El secreto de Adaline es una película frustrante porque presenta una premisa con potencial, y sin embargo no logra sacarle todo el jugo. No voy a mentir, la cinta jamás es aburrida; de hecho, a pesar de sus múltiples fallas, es bastante entretenida y se mueve a buen ritmo, pero no puedo evitar sentirme algo decepcionado por lo simple que resultó ser la trama que maneja. Con sus buenas actuaciones (siendo Harrison Ford el que resalta más), impecable acabado técnico, y hermosa protagonista, El Secreto de Adaline no es una mala película, pero lamentablemente no logró convencerme debido a su flojo guión. Las fanáticas de Lively, sin embargo (y aquellos fanáticos de Ford que se animen a verla), estarán más que satisfechas con lo que el filme propone.

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