Videofilia (y otros síndromes virales) es el segundo largometraje de Juan Daniel Fernández Molero, un filme especialmente singular en el espectro cinematográfico peruano. No solo por su factura audiovisual o su arriesgada propuesta estética, sino también porque nos presenta una Lima distinta a como la hemos visto retratada hasta ahora en el cine peruano, con personajes que habitan un universo subterráneo ubicado en algún punto indefinido entre lo real y lo virtual.
Este es, además, el primer filme peruano que ha ganado el prestigioso Tiger Awards en el Festival Internacional de Cine de Rotterdam 2015.
A horas de su estreno en Perú en el Festival Lima Independiente, conversamos largo con su director, Juan Daniel F. Molero. Lean la entrevista luego del tráiler:
«Videofilia» tendrá su estreno nacional hoy lunes 22 de junio a las 8:00 p.m. en UVK Larcomar. Luego se verá el miércoles 24 a las 10:00 p.m. en UVK Larcomar; y el viernes 26 a las 7:30 p.m. en el MALI.
Entrevista con Juan Daniel F. Molero
JD, ¿de dónde partiste para crear esta historia desarrollada en un submundo urbano online?
Con «Videofilia» fue la primera vez que recibí un estímulo externo (un pedido para hacer una serie de adolescentes para la web), normalmente todo partía de lo personal. En mi investigación del género de cine adolescente me di cuenta que lo que me interesaba retratar era justamente la vida joven en Lima contemporánea que no encaja en los arquetipos de este tipo de cine americanizado o europeizado. Quería que la película se sienta como si hubiera sido dirigida por uno de los personajes de la película, por eso no es un estudio de los jóvenes freaks de Lima, sino una inmersión en este mundo. Eso a nivel local. También tuve ganas de hacer algo que se sienta hecho por un nativo digital, creo pertenecer a la primera generación de ellos y sentía que no había visto mucho cine internacional que te sumerja en estos nuevos lenguajes y entornos virtuales con los que hemos sido criados. Por eso creo que hay esa mezcla de lo marginal urbano y lo subte online.
Para mí esta película era mi mejor intento de hacer un cine popular crítico y divertirme haciéndolo. Quise poner todos los ingredientes necesarios (porno, drogas, violencia, chistes y psicodelia) para que mi yo de 15 años vaya a verla, sin traicionarme a mí mismo después de toda la formación teórica que he tenido en los últimos 10 años. Sentí que el cine experimental que estaba haciendo antes, si bien partía de una necesidad expresiva interior, no llegaba a sorprender al público que la veía porque ya estaban predispuestos a ver algo así y a mí me interesa llevar al cine experimental fuera de los circuitos académicos e intelectuales. Así fue que pasé más de tres años reescribiendo el guión, incluso durante el rodaje intermitente, la historia fue adquiriendo distintas capas y niveles de lectura. Fue un proceso tan largo que la película fue transformándose conmigo mismo, siempre evité definirla completamente, abierta a reformulaciones. Hay días que me levantaba con ganas de hacerla más popular y hay días que la quería volver más dura. Me parece que se nota cuando la ves.
¿Cómo fue el trabajo con los actores? ¿Aparte de Muki Sabogal, el resto del reparto son actores de formación? ¿Cómo fue el proceso de casting?
Nunca hubo ni un solo casting. Estas personas fueron apareciendo en mi vida por salir a la calle y tratar de conocer gente nueva. El primero que tuve claro fue a Terom, que lo conozco por mi amigo y colega del cine freak Rafael Arévalo, de las borracheras compartidas y de las apariciones que ha tenido en sus películas como Alienados. Así también conocí a Tilsa Otta quien tiene el papel de hermanastra de la protagónica Luz, interpretada por Muki Sabogal. A ella la conocí en un bar después una exposición de arte amazónico curada por Alfredo ‘Chapita’ Villar (quién terminó interpretando el papel de vendedor de porno underground). En el cumpleaños de Muki conocí a su primo José Gabriel Alegría que me llamó la atención luego de jugar charadas. A Lili Albornoz la conozco hace tiempo por el Cineclub de Pueblo Libre en El Galpón dónde también conocí al director de fotografía Omar Quezada. Siempre me he dejado llevar por la intuición y el azar, soy creyente que las películas que quieren existir se manifiestan por sí solas y nos guían para poder realizarse. Solo hay que estar atentos para dejar que las piezas caigan en su lugar.
Para mí más importante que sean actores con formación, era que sepan dejarse ser y aportar lo suyo en la película. Por eso creo que todos los actores e incluso el equipo técnico son personas que crean, no son solo peones como veo en otras producciones. Todo opinaban, todos cinéfilos y personas artísticas. Por ejemplo: Terom es escritor y guionista, Muki y Lili son performers, José Gabriel es pintor, Tilsa es poeta y videasta, Manuel Siles es cineasta, ‘Chapita’ escribe y es también conocido como DJ Sabroso, Michel Lovon es rockero, etc. Mi trabajo como director era más que todo crear un ambiente de confianza relajado dónde cada quién podría jugar tranquilos a hacer cine y tener todo bajo control sin que se sienta mucho mi influencia. Nunca había hecho una película con diálogos y estaba muy inseguro al respecto, por eso opté por tomar un método más de documental o experimental de hacer que cosas pasen y luego documentarlo. Debe de haber sido el rodaje más informal en el que todos hayan participado. Igual siempre hay manipulación antes, durante y después del rodaje.
Cuéntanos sobre la propuesta visual, que es uno de los aspectos más destacables de la película. ¿Por qué sentías que era tan importante utilizar esos elementos de la cultura pop de internet?
En realidad no sabía cómo exactamente quería que se vea la película. Por eso fui editando después de cada día de rodaje que estuvo esparcido por casi 2 años. Esto era para que yo mismo me diera cuenta de la forma que estaba tomando la película para redireccionar mis intenciones hacia eso y no condicionarme a lo preconcebido. Fue más como cuando pintas o haces música, que vas haciendo trazos o sonidos que te van guiando al resultado final. Así fue que se terminó por consolidar la propuesta final de incluir glitch y estética de Net Art. Como dije antes, yo tuve acceso precoz a computadoras e Internet, al HTML en Geocities, y al cultura 4Chan. Mi hermano mayor es el que se terminó dedicando a la ingeniería de software, pero creo que mi relación por hacer webs copiando el código HTML de otros y modificándolos a mi gusto tiene mucho que ver con mi forma de hacer cine, o sea, decodificar lenguajes, fórmulas, mover códigos, como hacer un Frankenstein sin importar que sea un trabajo sucio. Pero también tiene que ver con una nostalgia de un Internet más caótico, más libre, más orgánico, como una selva virgen y dónde nosotros éramos más conscientes que jugábamos un juego de roles y avatares. Y creo que «Videofilia» tiene de eso, es como un paseo por una selva virgen dónde aún existen varios espacios desconocidos y seres mitológicos. Donde nada está completamente definido y prevalece un sentimiento de miedo, curiosidad y asombro. Pero claro que lo importante no era quedarse en el mundo virtual, sino como este nos persigue cuando salimos a la calle y como estos dos mundos conviven y colisionan. Demostrar que la vida real también es virtual y que lo virtual también es real.
Actualmente consumimos películas, muchas veces, desde la pantalla de una computadora. Por la misma calidad de la imagen y el tipo de lenguaje y efectos visuales que propone «Videofilia», ¿crees que sería una experiencia especial ver tu película en una laptop, en vez de hacerlo en la pantalla grande de una sala de cine?
Es una buena pregunta. La película es tan lo-fi que no debería haber de haber problemas en verla en pantalla chica. Pero justamente por utilizar estéticas que son propias de las pantallas de computadoras como los GIFs animados, pop-ups o glitches, creo que se perdería un poco el hecho de verlos descontextualizados, fuera de su entorno natural que es la pantalla chica. Ver a estos elementos ser apropiados por el cine y volverse parte de todo lo demás que sí considerábamos cinematográfico. Verlo en pantalla chica quizás hace lo contrario: ver cómo el cine es apropiado por el lenguaje informático. Y no sé, al final es un poco de ambos. Tal vez lo mejor sea que la vean dos veces (o más) pero de distintas formas.
Sobre la producción en sí, cuéntanos cómo se dio la postulación y la obtención del Hubert Bals Fund. Y qué significó este fondo para la finalización de la película.
El Hubert Bals es un fondo al que he aplicado varias veces, incluso en otras instancias de «Videofilia». Es cada vez más difícil ganarlo porque hay menos presupuesto y más películas. Así que no le tenía mucha fe, hasta que me escribió uno de los miembros del Fund, contándome que le había gustado mucho y que a Rotterdam le interesaba mostrar la película. Aún no había nada confirmado, pero nos seleccionaron al festival antes de recibir el fondo. De hecho este fondo me dio una tranquilidad sin comparación, ya que meses antes habíamos perdido todo a lo que aplicamos, incluidos dos concursos de DAFO (que ahora, después de toda la locura en Rotterdam, sí ganamos). Nuestro pequeñísimo presupuesto se había agotado hace tiempo, así que toda la etapa de edición fue un sacrificio personal que casi me termina enloqueciendo porque soy medio maniático en ese aspecto. Así que es el mejor fondo que pudimos haber ganado, además va a permitir pagarles a todo el equipo. Y también pudimos contar con profesionales jóvenes de excelente nivel para la postproducción, para que la película llegue a su máximo potencial a pesar de cómo se había grabado. Ahora sé que la película puede proyectarse en cualquier cine sin problemas.
Bonus: Recordar es volver a vivir. Así fue la premiación de Videofilia en el Festival de Rotterdam. Toda la emoción, el nerviosismo y la enorme alegría de JD y su equipo, registrado en este videito de YouTube, como corresponde para una peli como «Videofilia»:
¿Cuáles son tus planes con la película de ahora en más?
Bueno, estrenamos en Lima Independiente este lunes 22 a las 8pm en el UVK Larcomar. Estoy muy emocionado que por fin sea visto en la ciudad que protagoniza la película y por los mismos protagonistas. Va a ser una fiesta. Y también estoy demasiado feliz que sí vayamos a poder estrenar la película en salas comerciales con el premio de Distribución de la DAFO. Es una oportunidad para demostrar que una película como esta puede ser vista por muchas personas, sobre todo en una ciudad con tanto público joven hambriento de cosas raras con toques locales. Tengo mis teorías que el peruano en realidad es muy abierto, son los exhibidores y los mismos productores los que son cerrados.
¿Cómo ves la movida del cine peruano actualmente, a la distancia de los años transcurridos desde que empezaste a trabajar en cortos personales? ¿Cuál crees que es el nivel de riesgo que puede alcanzar la producción local?
Bueno, ha cambiado bastante todo. Digamos que cuando empecé con los cortos, hacer cine en Perú era algo no tan respetable ni interesante. Solo existía el festival de la Católica y el cine digital era bastante menospreciado. Todos estábamos ansiosos de que se empiece a hacer un cine más personal y más moderno en el país. Y todo empezó a cambiar con el Oso de La Teta Asustada. Y los siguientes éxitos festivaleros del cine peruano. Por otro lado, de manera más marginal se fue forjando el cine digital barato tanto en el circuito alternativo limeño como en las regiones, y ambos son los que me parecen más interesantes y prometedores. Pero luego vino toda este boom del cine hijo del márketing, con las películas de terror y comedia. Así que veo algunos riesgos que me encantaría que no dominen nuestro cine. Como que todos los cineastas nos obsesionemos con ser autores y estar peleados con el cine popular, siguiendo los caminos del cine argentino, igual siempre estaríamos detrás de ellos porque hemos llegado tarde a esta ola. Y me parece que el problema sería que dejamos al público joven y vulnerable en manos de estas personas sin mayor talento que solo quieren lucrar de los traumas sociales de un país.
Yo siento que en un país con tantos problemas mediáticos como Perú, los que tenemos la suerte de poder hacer cine no podemos distraernos con cosas como el prestigio artístico o el simple lucro. Me encantaría que el tipo de cine que se termine haciendo en Perú tenga una personalidad propia y auténtica, que los que hagan cine lo hagan por el placer de hacer cine y salga desde adentro y en diálogo con nuestra realidad. Que nos podamos descolonizar de una vez de las influencias culturales europeas o estadounidenses. Que tampoco significa negarlas, pero sí ponerlas en su lugar. Para mí el cine tiene un poder muy fuerte para contraatacar la basura mediática a la que somos expuestos por la televisión, los periódicos, el cine y el internet. Te da la chance de que un punto de vista minoritario pueda, al menos por 100 minutos, manifestarse por encima de la política dominante y esparcir otras ideas. Me encantaría que el cine que se vaya forjando en Perú defienda por sobre todo el punto de vista distinto, el que no redunda, el que no tiene miedo a hacer algo diferente ni de mostrar cosas que se supone que no queremos ver. Que se aprecie la valentía y la entrega. A veces siento que en Lima (sobretodo en Miraflores y San Isidro), a diferencia del resto del Perú, se desprecia lo raro, lo que no va con lo acostumbrado. Es puro miedo al cambio, pero felizmente hay un importante recambio generacional en estos momentos.
Extras: Vean también algunas presentaciones de «Videofilia» en la televisión de señal abierta de Perú.
En «La Bateria» de Aldo Miyashiro, quien suele darle pantalla a varias producciones locales:
Y de cajón, en «El placer de los ojos», la entrevista de rigor con Ricardo Bedoya:
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