Terminator: Génesis es algo así como un ‘reseteo’ para la franquicia. De manera similar a lo que hizo J.J. Abrams con sus dos películas de «Star Trek», Génesis nos presenta con una línea de tiempo alternativa, en donde vemos eventos similares a los de las películas anteriores desarrollándose de diferente manera. Y bueno, de paso es también una excusa para traer de vuelta al viejo Terminator (Arnold Schwarzenegger), así como personajes clásicos como Sarah Connor o Kyle Reese, esta vez interpretados por Emilia Clarke y Jai Courtney, respectivamente.
Es por esto que es casi imposible no comparar Génesis con las películas previas, especialmente las primeras dos de James Cameron. Pero curiosamente, y a pesar de sentirse por momentos algo repetitiva, esta nueva producción resultó ser bastante entretenida. Claro está, jamás llega a ser igual de impactante que «Terminator» o igual de revolucionaria y emotiva que «Terminator 2», pero considerando el bajo nivel al que había llegado la franquicia (quizás no tanto con Terminator 3, de la cual tengo buenos recuerdos, pero definitivamente sí con «Terminator: La Salvación»), se trata de la mejor entrega desde «El Día del Juicio Final». Se trata de una cinta divertida y emocionante, la cual reinventa la franquicia con cierto éxito, y que a pesar de contar una historia con inicio, medio y final, igual deja la puerta abierta a subsecuentes filmes.
Como sabemos de la primera cinta, Kyle Reese (Courtney) viaja en el tiempo desde el futuro a 1984 para salvar a Sarah Connor (Clarke), la mamá del líder de la resistencia contra las máquinas, John Connor (Jason Clarke). Sin embargo, es cuando Reese llega al pasado que descubre que las cosas han cambiado: Sarah tiene un Terminator protector al que llama “Pops”; ya se han encargado de destruir al T-800 que Skynet (la computadora que controla a todas las máquinas) había mandado para matarla originalmente, y están siendo perseguidos por un T-1000 (Byung-hun Lee) con características similares a las de Robert Patrick en T2. Sabiendo todo lo que le depara el futuro, Sarah está empeñada en destruir a Skynet de una vez por todas, por lo que deciden viajar al futuro, cosa que no sucederá necesariamente de la manera que esperaban.
Terminator: La Salvación decidió modificar la “formula Terminator”, presentándonos con un oscuro y sucio futuro en donde la humanidad tiene que pelear contra las máquinas. No funcionó del todo (principalmente porque, debido a la ausencia de Arnie, no se “sentía” como parte de la saga), pero al menos trataron de hacer algo diferente. Sin embargo, Génesis tiene mayor éxito con esto, presentándonos una serie de escenas recreadas de la primera película con giros inesperados y eventos impredecibles. Sí, otra vez tenemos a un par de Terminators que persiguen a nuestros protagonistas, y sí, nuevamente tenemos viajes en el tiempo, pero la cinta está estructurada de tal manera en que no se siente demasiado similar a lo que hemos visto antes (de hecho ayuda que veamos las diferentes épocas en las que se desarrollan los eventos).
La película tiene varias referencias a los primeros dos filmes. Vemos nuevamente, por ejemplo, cómo el primer T-800 llega a 1984, y también vemos al hijo de Miles Dyson, creador de Skynet en la segunda película. Son referencias que funcionan muy bien para acercar esta nueva entrega a sus predecesoras, y aunque algunas son gratuitas (el hijo de Dyson con las justas aparece en una escena), no me fastidiaron demasiado. Además, también tenemos personajes como el nuevo T-1000, quien es como un modelo alternativo al robot interpretado por Robert Patrick en la segunda película, o el T-800 de Arnie, quien aparece en diferentes estados a lo largo de la cinta.
Y hablando de Schwarzenegger, es definitivamente él quien brilla más de todos los protagonistas. El ex fisicoculturista se mete totalmente en su personaje como si los años no hubiesen pasado, brindándonos a un Terminator completamente letal, pero que, gracias a la relación que ha entablado con Sarah a lo largo de los años, ha ganado algo de humanidad, lo cual resulta tanto en momentos emotivos, como escenas realmente graciosas. Además, ayuda el hecho de que la película tenga una razón dentro de su historia para justificar al Arnoldo más viejo —el tejido que cubre a los Terminators es piel humana de verdad, por lo que envejece como la de cualquier otro ser vivo.
Como Sarah, Emilia Clarke da una interpretación diferente a la de Linda Hamilton en las primeras dos películas. Es como una mezcla entre la Sarah de T1 y la de T2: fuerte y capaz y gruñona, pero a la vez vulnerable. Además, luce diferente a Hamilton: Clarke definitivamente es más pequeña y se ve mas joven, pero su actuación es lo suficientemente creíble como para que estas diferencias no molesten demasiado. Por otra parte, Jai Courtney hace un trabajo sorprendentemente decente como Kyle Reese. Él era quien más me daba miedo de ver antes de entrar al cine (nunca antes me había convencido en un rol, ni en «Jack Reacher», ni en la terrible «Duro de Matar 5»), y aunque no se parece en nada a Michael Biehn, le da suficiente humanidad a su personaje como para que su relación con Sarah funcione. En papeles más pequeños, el gran J.K. Simmons causa una buena impresión, y Byung-hun Lee logra desarrollar a un villano muy intimidante.
Sin embargo, es imposible hablar de la película sin mencionar al John Connor de Jason Clarke, y es imposible hablar de Clarke sin mencionar algunos spoilers… por lo que si todavía no han visto la película o han estado evitando los más recientes trailers, les sugiero que se salteen el siguiente párrafo.
Entonces, resulta que John Connor regresa al pasado (o nuestro futuro, el año 2017) para encontrar a Sarah, Reese y el Terminator y eliminarlos, porque fue infectado por Skynet (interpretado en forma física por un desperdiciado Matt Smith) y convertido en un avanzadísimo híbrido entre humano y Terminator. Es un concepto interesante y un giro en la trama que funciona muy bien, haciendo que el personaje que se supone es la última esperanza de la humanidad en realidad sea su más feroz adversario. Quizás la película no ahonde demasiado en las repercusiones psicológicas que esta transformación pueda tener en Connor, pero al menos trata de hacer algo con las reacciones que tienen Sarah y, especialmente Kyle, a este cambio. Además, el diseño de este nuevo híbrido nos brinda una serie de imágenes muy interesantes, especialmente cuando el robot es atraído por imanes y se comienza a desintegrar.
Visualmente, la película luce bastante bien. Los diseños homenajean a todo lo que vimos en las primeras dos películas, presentándonos la guerra del futuro de la misma manera en que James Cameron la desarrolló (a diferencia de Terminator: La Salvación). Pero lo más sorprendente son, en definitiva, los efectos digitales usados para recrear a un Schwarzenegger joven durante las escenas en 1984. Se utilizó el cuerpo de un fisicoculturista para luego reemplazarle el rostro por una versión digital del de Arnie. Y debo decir que el resultado final luce realmente creíble. Uno nota que es un efecto digital quizás por la iluminación o por una textura ligeramente plástica que tiene la piel, pero en general fue algo que me sorprendió, probando que cada vez estamos más cerca de crear humanos digitales 100% verosímiles.
Las escenas de acción no son igual de tensas que las que Cameron nos presentó hace algunos años, pero está filmadas con coherencia y, gracias a las buenas actuaciones, hacen que nos preocupemos por los protagonistas cuando se encuentran en situaciones de peligro. Pero lo más importante de este filme es que trajo de vuelta el componente emotivo tan presente en Terminator 2 que las dos películas anteriores lamentablemente ignoraron. No llegaría a decir que la relación entre “Pops” y Sarah es conmovedora, pero sí que funciona lo suficientemente bien como para que un par de escenas durante el desenlace de la película me hayan hecho sentir algo. Algunos diálogos son cursis, pero en general creo que Taylor y sus guionistas hicieron un trabajo decente al tratar de darle algo de “corazón” a la película.
Terminator: Génesis es un buen blockbuster: es divertido, maneja un buen ritmo, no carece de ideas, tiene buenas actuaciones, grandes efectos especiales y emocionantes escenas de acción. Me gustó que maneje diferentes realidades y líneas de tiempo, pero que no sea demasiado complicada y que explique todo de manera clara y jamás forzada. Me gustaron también las sorpresas que nos fue dando para justificar el “reseteo” de la franquicia. Quizás no llegue a ser igual de buena que las dos películas originales de Cameron (y dudo que cualquiera de sus potenciales secuelas llegue a serlo), pero definitivamente cumple su cometido: el darle nueva vida a la franquicia, y el presentarnos una historia que maneja muy bien el balance entre lo nuevo y lo nostálgico.
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