El camino para traer a Ant-Man, uno de los súperheroes menos conocidos de los cómics de Marvel, a la pantalla grande, ha sido largo y difícil. Inicialmente, la película iba a ser escrita y dirigida por el gran Edgar Wright (Shaun of the Dead, Hot Fuzz, The World’s End, Scott Pilgrim contra el mundo), uno de mis directores británicos favoritos, pero debido a unos desacuerdos con Marvel, abandonó el proyecto, a pesar de que lo estuvo desarrollando por años.
Fue ahí que entró a tallar Peyton Reed, un director norteamericano cuya filmografía consiste principalmente de comedias ligeras y poco memorables, como «Bring it on» o «Yes Man». Además, el guión coescrito por Wright y Joe Cornish (Attack the Block) fue modificado por Paul Rudd, protagonista de la película, y Adam McKay (frecuente colaborador de Will Ferrell), lo cual nos ponía a nosotros, los espectadores fanáticos del cine y de Marvel, en una posición interesante: por un lado, me daba pena el que Wright ya no fuese el director y guionista de la cinta, pero por otra parte me intrigaba el que este nuevo equipo con tanta experiencia en comedia fuese el encargado de traer a este súperheroe al cine. Realmente no sabía qué esperar.
Y sin embargo, a pesar de todas estas complicaciones detrás de las cámaras, Ant-Man ha resultado ser una película bastante buena. Evidentemente no se trata de una obra maestra del género ni mucho menos. No maneja temas complejos como The Dark Knight, ni nos presenta con un conflicto a gran escala como la primera de «Los Vengadores», pero al menos logra ser un producto sorprendentemente coherente y muy entretenido, lleno de efectos visuales espectaculares, un gran sentido del humor, y buenas actuaciones. Es un blockbuster muy bien hecho, y una de las películas más divertidas que he visto en lo que va del año.
El protagonista de la cinta es el anteriormente mencionado Paul Rudd. Este interpreta a Scott Lang, un ladrón muy al estilo Robin Hood que acaba de salir de la cárcel. A pesar de ser un genio de la ingeniería y de haber realizado trabajos muy exitosos, quiere alejarse de la vida criminal; no quiere volver a la cárcel porque necesita recuperar el tiempo perdido con Cassie (Abby Ryder Forston), su pequeña y muy tierna hija. Sin embargo, tanto su ex esposa Maggie (una desperdiciada Judy Greer) como el nuevo novio de esta, el policía Paxton (Bobby Cannavale) no dejarán que Scott se reúna con su hija hasta que mejore su vida, consiga un apartamento y comienza a responsabilizarse financieramente por la pequeña. Y es por ello que, a pesar de querer comenzar una vida limpia, desarrolla un plan junto con sus amigos Luis (Michael Peña), Kurt (David Dastmalchian) y Dave (T.I.) para robar la bóveda de un viejo millonario.
Pues resulta que dicho viejo millonario es el Dr. Hank Pym (Michael Douglas), creador de la Partícula Pym, una sustancia que, cuando es usada junto con un traje especial, le otorga a una persona el poder de reducirse al tamaño de una hormiga. Hank ha estado observando a Scott por mucho tiempo, y de hecho fue él quien dejó que se meta a su bóveda. Su plan es entrenar a Scott para que aprenda a usar el traje, se convierta en Ant-Man, y lo ayude a entrar a su ex compañía, Pym Tech, para robar el traje Yellowjacket, el cual ha sido desarrollado por el malvado Darren Cross (Corey “Peter Russo” Stoll) para competir con el de Ant-Man. Si no logran detenerlo, Cross creará un ejército de Yellowjackets y desatará el caos en el mundo. Para poder cumplir su objetivo, Scott recibirá la ayuda de Hope (Evangeline Lilly), hija de Pym, quien está trabajando en secreto con su padre mientras se gana la confianza de Cross.
Aprecié mucho la relativa simpleza de Ant-Man. A diferencia de Los Vengadores: Era de Ultrón, por ejemplo, la trama que maneja esta película no es demasiado enrevesada: tenemos al héroe, su mentor y su potencial interés amoroso, tratando se salvar al mundo de la megalomanía de un villano, y tenemos dos relaciones paralelas de padre e hija que le otorgan el necesario sentimentalismo a la película. Es todo lo que hay, y es todo lo que necesitamos. No hay diez mil personajes o diez mil subtramas; es un regreso a las historias directas que nos presentaban las primeras cintas del Universo Marvel (como Iron Man o Thor), lo cual resulta refrescante considerando que, últimamente, muchas de estas películas se han estado volviendo cada vez más y más complejas.
De hecho ayuda el que, a pesar de tener varias referencias a otras películas del Mundo Marvel, Ant-Man funcione perfectamente por sí sola. A diferencia de un «Iron Man 2”, por ejemplo, el cual se iba por la tangente de manera frustrante e innecesaria, a Ant-Man solo le interesa contar su historia de la manera más entretenida posible. Es cierto, uno de los Vengadores hace una aparición, y también hay un par de líneas de diálogo que hacen referencia en cintas previas, pero estos pequeños detalles son precisamente eso: minúsculos como una hormiga. No se sienten innecesarios, no se sienten forzados, y de hecho me sacaron más de una sonrisa en vez de frustrarme o molestarme.
Curiosamente, a pesar de haber sido dirigida por Reed, Ant-Man se siente por momentos como una película de Edgar Wright. O en tal caso, como una versión americanizada de una película de Wright. Varias secuencias, como los flashbacks o las escenas en que Luis explica sus historias, se sienten, estilísticamente, como algo creado por Wright. Felizmente esto no hace que el filme tenga una crisis de identidad; son momentos extremadamente divertidos, pero a la vez hicieron que piense en cómo hubiese resultado la película si Wright no se hubiera ido.
La película avanza a un ritmo rápido (quizás demasiado rápido, por momentos), está llena de chistes hilarantes y líneas de diálogo memorables, y mezcla muy bien lo gracioso con lo serio, lo dramático con lo ligero. Sí, hay acción, y sí, hay muertes, pero la cinta jamás se toma demasiado en serio a sí misma, especialmente cuando el personaje de Paul Rudd hace comentarios sarcásticos o se burla ligeramente de otros personajes. Es un balance muy delicado que muchas películas no logran obtener, pero que felizmente funciona a la perfección en Ant-Man. (Algo me dice que Wright y Cornish tuvieron mucho que ver con esto, especialmente si uno considera sus trabajos previos…)
Las actuaciones son todas muy destacables. Como Scott Lang, Paul Rudd logra desarrollar a un personaje interesante, un chico inteligente y sarcástico y fuerte, cuya mayor motivación es poder reunirse con su hija. No se trata de una interpretación magistral, necesariamente, pero funciona a la perfección en este tipo de cinta. Por otra parte, Michael Douglas hace un buen trabajo como Hank Pym; su relación de mentor-estudiante con Lang funciona gracias a las diferencias en carácter; la seriedad y solemnidad de Douglas contrasta muy bien con el sentido del humor de Rudd, lo cual nos brinda algunos de los momentos más chistosos de la película.
Como Hope, Evangeline Lilly no está del todo mal. Si debo ser sincero, nunca fui muy fanático de la actriz, pero debo admitir que interpreta al personaje de manera efectiva, logrando convertirla en una mujer fuerte y con motivaciones claras. Su arco de personaje es interesante, me recordó un poco a la manera en que el personaje de Bryce Dallas Howard cambió a lo largo de Jurassic World, solo que siento que Hope está mejor escrita y tiene muchos menos matices machistas que la pelirroja Claire. Y como Cross, Corey Stoll es adecuado. Gracias a «House of Cards» sabemos que el actor es capaz de dar interpretaciones realistas y chocantes; el problema es que Darren Cross es un villano estereotípico y previsible, malvado al 100% y para nada complejo. Es difícil darle dimensión a un personaje de ese tipo, y aunque Stoll no da una mala actuación, el guión no le dio demasiado con qué trabajar.
Sin embargo, cabe recalcar que el actor que definitivamente se roba la película es Michael Peña. Su Luis es extremadamente gracioso y memorable, un tipo que habla rapidísimo, tiene los mejores diálogos de la cinta, y que a pesar de no ser particularmente brillante, le es completamente fiel a Scott. La mayoría de veces que me reí viendo esta película fueron gracias a Luis.
A nivel técnico, los efectos especiales y el diseño de los trajes de Ant-Man son todos excelentes, como uno esperaría de Marvel, pero lo verdaderamente espectacular comienza cuando Scott se reduce al tamaño de una hormiga. Es ahí que vemos el mundo desde su perspectiva, y que Reed usa fotografía estilo macro (creada con la ayuda de computadoras) para darle un estilo único al filme. Es también gracias a los poderes de Ant-Man que la película nos presenta escenas de acción bastante originales, en las cuales vemos a héroe y villano cambiando de tamaño a cada rato, usando diferentes objetos que normalmente resultarían demasiado pequeños o inofensivos para un batalla como armas letales. A diferencia de «Vengadores: Era de Ultrón» o de «Hombre de Acero», Ant-Man no abusa de la acción, presentándola en dosis bien controladas, y en contextos bastante modestos. Muchas de las batallas se desarrollan en interiores, y no abusan de las explosiones o las balas. Es por ello que esta se siente como una película más sencilla, más pequeña, lo cual, teniendo en cuenta las habilidades de su protagonista, no podría ser más preciso.
Si quieren pasar un buen rato con una cinta graciosa y amena, Ant-Man es un gran opción. No puedo esperar a su aparición en Capitán América: Guerra Civil. El verlo interactuar con los Vengadores va a ser realmente interesante.
Nota: hay dos escenas adicionales, una en medio de los créditos finales, y otra después. Ambas son muy buenas, y ambas me emocionaron por el futuro del personaje.
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