Respaldada por la maquinaria de marketing hollywoodense (¿alguien recuerda el famoso y efímero “Charlie Charlie”?) se estrenó finalmente La Horca (The Gallows, 2015), película que recurre nuevamente a la fórmula “cámara en mano”, vista una y mil veces. ¿Al menos, es una propuesta original? Veamos:
Allá por el año 1993 (sí, suena a una época muy, muy antigua) unos estudiantes recrean la obra “The Gallows”. Algo sale terriblemente mal y uno de los personajes muere al representar la escena del ahorcamiento (cosa que ha pasado varias veces en la vida real y nos enseña que ésta supera a la ficción).
Muchos años después, la obra vuelve a ser representada en la misma escuela. Reese es guapo y popular, (pero de buen corazón) y está enamorado de Pfeifer, la chica nerd, amante del teatro, quien actúa en el rol principal, y por ella es que soporta los ensayos y todo lo que la obra demanda (muy a lo Mena Suvari/Chris Klein en “American Pie”).
Sus torpes y estereotipados amigos, Ryan, jugador de fútbol americano y Cassidy, una cheerleader, no tienen una mejor idea que sabotear la obra destrozando el set, así la desconsolada Pfeifer correrá a los brazos de Reese. Lo que ninguno de ellos sabe es que “Charlie” aún vaga por los escenarios. Y ha regresado para vengarse.
¿Qué más tenemos en La Horca? Chicos tontos (pésimas actuaciones) que prefieren ir a los rincones más escondidos y peligrosos de su escuela (al menos al principio se mantienen juntos, algo aprendieron de las películas de terror), dos o tres sobresaltos en toda la película, y un recorrido que a final de cuentas resulta aburrido y que te hace querer apretar el botón de Fast Forward para saber el final (que resulta ser lo más rescatable de la película) y ya. Esta película, no está ni para el martes 2×1, en mi opinión.
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