Dos Besos (Troika), del gran Pancho Lombardi, comienza de manera prometedora: la historia que nos presenta, a pesar de sentirse algo predecible, resulta de interés, conteniendo algunos elementos de sátira muy entretenidos y buenas actuaciones. Sin embargo, la cinta, poco a poco, va descendiendo a un hueco del que no puede salir, convirtiéndose en una maraña de “sorpresas”, escenas gratuitas y risas involuntarias. Dos Besos está muy bien actuada, y maneja un alto nivel técnico, pero también es irregular e innecesariamente lenta.
La trama suena familiar: nuestra protagonista es Paola (la talentosa Wendy Vásquez), una exitosa productora televisiva que, tras presentar un programa dedicado a la celopatía, empieza a sospechar de que su esposo (el siempre subvalorado Javier Valdés), la engaña. La fuerte personalidad de Paola, una mujer impulsiva y vehemente, la lleva a encarar a Nancy, una joven actriz provinciana (Mayella Lloclla, aquella de las pestañas impresionantes) sin adivinar que ese encuentro traerá consecuencias para ambas.
Sí, es una historia sobre infidelidades y celos, una materia potencialmente cursi y exagerada, la cual es tratada con absoluta seriedad en «Dos Besos». El tono de la película es frío, conteniendo muy pocos momentos de ligereza (intencional) o felicidad. La familia de Paola es disfuncional: casi no se comunica con su esposo, y su hija adolescente, un estereotipo andante, amante de la computadora y con ganas de ir a Disneyworld, trata de recibir algo de afecto por parte de su distraído padre, sin mucho éxito.
Si existen momentos en donde el público se ríe, es porque quizás Lombardi no se da cuenta que un tema como este podría haber sido tratado de manera diferente, quizás de manera más satírica, como lo que hace inicialmente con la escena en donde Paola transmite una entrevista a una “experta” en celopatía. Yo creí que la película iba a mantener dicho tono, no necesariamente humorístico pero tampoco funeralesco, pero lamentablemente me equivoqué. La conclusión del filme, muy irónica pero, nuevamente, presentada de manera exageradamente formal, produjo muchas risas por parte de la audiencia. No estoy seguro de que esa era la intención de Lombardi.
Es muy difícil tomarse en serio dicha intención solemne cuando Lombardi incluye algunas escenas e incluso plot points de explotación. Mucho se comenta del primer desnudo de Mayella Lloclla, y aunque no puedo negar que la señorita tiene una hermosa figura, debo confesar, sin ánimos a malograrle la trama a mis lectores, que el contexto en que dicho desnudo se realiza es completamente innecesario. Se trata de un giro que, si no se hubiera incluido, casi no hubiera afectado la trama, y que parece haberse incluido únicamente porque la mayoría de las películas nacionales (hasta hace unos años) tenían como requerimiento una cuota fija de sexualidad gratuita. Decir que este es un retroceso a una época menos interesante del cine nacional no es una exageración mía, creo yo.
Felizmente, la mayoría de actuaciones son sólidas. Wendy Vásquez está muy bien como una mujer vehemente, trabajadora, inteligente y fuerte, quizás creando cierta distancia entre su personaje y el público, pero felizmente sin llegar a caer mal. Como Nancy, Mayella Lloclla es dulce, amable, ridículamente inocente pero sin parecer tonta. La escena en donde interpreta una escena de la obra que le entrega Paola demuestra el rango de Lloclla, quien parece ser capaz de interpretar personajes completamente opuestos. Javier Valdés, a quien he visto en múltiples obras de teatro, sabe que su personaje es inteligente pero patético, insatisfecho con su vida, alguien que está buscando algo diferente pero que no se atreve a decirle la verdad a su esposa. Interpreta al personaje con sutileza, logrando desarrollarlo de manera efectiva. Siendo honestos, a estas alturas, los tres actores principales deberían ser mucho más reconocidos de lo que ya son; son tan buenos, que en ocasiones logran elevar un guión irregular y exagerado.
El ritmo de la película, sin embargo, no le hace ningún favor a la historia. A pesar de durar tan solo 98 minutos, «Dos Besos» se siente mucho más larga que eso. Los cortes son poco frecuentes, los movimientos de cámara son suaves, y las escenas son largas. La cinta está dividida en tres partes o capítulos, cada uno contando la historia desde el punto de vista de uno de los personajes principales. El primer episodio es el más largo de todos, y cuando terminó, sentí miedo porque creí que los otros dos durarían lo mismo. Felizmente ese no fue el caso, pero quizás hubiese sido una mejor idea acortar la primera parte, o de repente hacer que los tres episodios tengan la misma duración.
No quiero hablar del final con muchos detalles. Sin embargo, no puedo dejar de decir que me resultó bastante predecible. Me gustó la ironía de los hechos, y me gustó que, a fin de cuentas, Nancy no sea más que una víctima de los problemas sentimentales y emocionales entre Paola y su esposo, dos personas que no se dieron cuenta que estaban jugando con una tercera sin tener en cuenta las consecuencias de sus actos. No es un tema particularmente original, pero dentro de todo funciona, a pesar de que, nuevamente, la película hubiera resultado bastante más interesante si le hubieran inyectado algo de humor negro, de sátira, para no sentirse tan oscura, tan solemne.
Técnicamente, «Dos Besos» es muy buena. La fotografía de Mario Bassino es excelente, logrando desarrollar una estética limpia y agradable, haciendo buen uso de las sombras y la ligera desaturación del color para darle el look grave y formal a la película que tanto buscaba Lombardi. Como mencioné antes, los movimientos de cámara son pocos; Lombardi prefiere hacer que sus escenas respiren (quizás demasiado), usando pocos cortes y más bien haciendo que los actores dicten el ritmo de sus escenas. Me dio risa el que haya detalles (o quizás errores) de los que sólo un limeño se daría cuenta: Paola se cuadra en un óvalo en el que está prohibido estacionarse, y el aula de clase en donde enseña el personaje de Valdés se mueve de la Universidad Católica, en las primeras escenas, a la Universidad de Lima durante el último tercio de la película. (El aula no cambia, e igual dudo que Nancy fuera a atender la misma clase en diferentes universidades, por mucho que sea una alumna libre).
De la música incidental de Karin Zielinski no puedo dejar de hablar: parece sacada de una película de terror. Es exagerada y distrae, dictando los momentos en los que debemos de llorar o debemos de sentirnos tensos de manera indiscreta, cuando más bien debería entrar al subconsciente, sutilmente. ¿Era realmente necesario poner un track que parece sacado de «La masacre de Texas» es una escena donde Nancy no hace más que seguir el auto de Paola? Si ya de por sí era difícil tomarse en serio la película, gracias a sus elementos de explotación y risas involuntarias, el soundtrack termina de malograr (por momentos) la historia.
«Dos Besos» es una película interesante que contiene elementos que funcionan muy bien (las actuaciones, la fotografía) pero que a la vez no termina de cuajar. El ritmo es innecesariamente lento, el guión quiere que lo tomemos completamente en serio a pesar de ser bastante cursi, y la cinta contiene elementos de explotación totalmente gratuitos que me sacaron de la historia e hicieron que me diera cuenta que, a pesar de su relativamente modesta duración, quizás no había suficiente trama para justificar un largometraje. 2 Besos no es una película que se deja odiar; me dejó más bien indiferente, lo cual, no obstante, sigue siendo decepcionante considerando la trayectoria y experiencia de un director como Lombardi.
Funciones:
Lunes 10, 9:30pm, CCPUCP Sala roja.
La película se estrena comercialmente el 3 de setiembre.
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