‘Los Cuatro Fantásticos’ tuvo problemas desde el proceso de preproducción: se vio terriblemente afectada por las quejas y descontentos de los fans hacia la historia escogida, sus protagonistas y el diseño de los personajes. Para empeorar todo, a pocos días de su estreno, la crítica le bajó el dedo con roche y pronosticó un megafracaso en taquilla, como corroborando los mayores miedos de los más acérrimos seguidores de estos históricos personajes. Sin embargo, hubo quienes afirmaban que se trataba de una película decente, que simplemente buscó darle un giro justificado y ‘realista’ a un grupo de héroes que ya resultaban anticuados para los gustos modernos. Si me preguntan a mí, esta nueva versión de ‘Los Cuatro Fantásticos’ es una unión de clichés con elementos conocidos que no ofrecen nada nuevo, y un festival de oportunidades desaprovechadas. En pocas palabras, es una película hueca, sin objetivo ni dirección.
‘Los Cuatro Fantásticos’ pretende ser una cinta de ciencia ficción, pero navega en demasiadas explicaciones sin un propósito claro; intenta ser una aventura de superhéroes, pero no registra ninguna escena de acción memorable; quiere ser una película sobre fraternidad y trabajo en equipo, pero los personajes no tienen química ni personalidades desarrolladas. Básicamente, es una película que no encuentra lugar ni tiene ganchos narrativos que interesen a la audiencia. Por eso, con el dolor de mi corazón, tengo que sostener que las películas de ‘Los Cuatro Fantásticos’ realizadas en 2005 y 2007 son claramente mejores que esta nueva propuesta, porque al menos, ellas sí sabían lo que querían. Pero vayamos por partes.
Comienza bien, creo yo. Reed Richards (Miles ‘Whiplash’ Teller) es un muchacho que desde chico mostró aptitudes para la ciencia, motivo por el que se convierte en un desadaptado. Junto a su amigo Ben Grimm (Jamie ‘Billy Elliot’ Bell), diseña un mecanismo que envía materia a otra dimensión. A pesar del escepticismo de sus maestros, Reed logra sorprender al Dr. Frankin Storm (Reg E. Cathey) y a su hija Sue (Kate Mara), quienes le ofrecen formar parte de un proyecto mucho más grande basado en su invento, pues ellos llevan varios años intentando viajar a una dimensión alternativa sin éxito alguno (en ese marco, hay una escena que me recordó demasiado a los personajes de Michael Caine, Anne Hathaway y Matthew McConauguey en Interstellar, con todo el rollo de ‘te necesitamos para que nos ayudes a encontrar un lugar mejor, antes de que este mundo sea inhabitable’). Con ayuda de Sue, Johnny Storm (Michael B. Jordan) y el rebelde Victor Von Doom (Toby Kebell), Reed logra desarrollar la primera máquina teletransportadora, la cual permite que los seres humanos sean capaces de viajar hacia una dimensión distinta.
En un acto irresponsable, y por miedo a que el gobierno les robe el crédito, Reed decide ser el primero en probar la máquina. Él, Johnny, Víctor y Ben (quien fue llamado a última hora por Reed en honor a su amistad) viajan a la dimensión paralela y sufren un accidente que les otorga superpoderes, tanto a ellos como a Sue, quien, por cosas de la vida, se encontraba cerca cuando los chicos regresaron a la realidad. Víctor muere y su cuerpo, supuestamente, se destruye. Los demás son aislados en cámaras de seguridad por orden del gobierno, que piensa seriamente en usarlos como poderosas armas. Reed, en un intento de ayudar a sus amigos, sale de su reclusión, pero termina escapando con el fin de encontrar una cura para él y los demás, sobre todo para Ben, su mejor amigo, que ahora es un monstruo de roca.
¿Interesante? Realmente sí, hay que ser sinceros, pero es ahí acaba todo lo bueno, pues el ritmo de la historia cae repentinamente y sin razón alguna aparente.
Durante esa primera parte de la película (que dura casi una hora), el director Josh Trank logró una dinámica interesante entre los diferentes protagonistas. Después de todo, las personalidades, a pesar de su poco desarrollo, destacan por ser muy diferentes: Reed Richards se caracterizará por ser el intelectual buena onda, Victor Von Doom es el intelectual rebelde (aunque no se entiende muy bien por qué), Susan Storm es la chica analista que se mantiene lejos de la imagen de mujer sexy, Johnny Storm es un genio constructor y divertido, y Ben Grimm es un excelente amigo. Cuando Reed, Susan, Johnny y Ben obtienen sus poderes, se desata el conflicto narrativo, la película se torna apresurada y el enfoque final parece no tener relación con todo lo visto antes. Cuando llega la amenaza principal, los héroes se unen porque no les queda de otra. A la película le faltó ese factor de unión familiar que tanto caracteriza al cómic. Por ejemplo, La Mole apenas interactúa con Johnny y Sue, casi ni intercambian palabras. Y eso, señores, no tiene razón de ser. Por su parte, Reed Richards no demuestra ser un gran líder: su juventud le juega una mala pasada, pues no se gana el respeto del espectador. ¿Y La Mujer Invisible? Kate Mara lo hace bien, pero el guion no le permite destacar.
En el marco de todo eso, tres personajes que me causaron conflictos: Johnny Storm, Ben Grimm y Victor Von Doom. Johnny, interpretado por Michael B. Jordan, es quien se convierte en ‘La Antorcha Humana’. Yo fui uno de los que no puso el grito en el cielo cuando este actor afroamericano fue escogido para interpretar a un personaje tradicionalmente rubio, pues me daba curiosidad saber cómo lo iban a abordar y porque la personalidad divertida de Johnny no está relacionada con su color de piel, así que las quejas de los fanboys se me hicieron estúpidas. Sin embargo, después de ver la cinta, este cambio físico parece solo sustentarse en un capricho del director, pues siendo Sue la adoptada, y Johnny el hijo natural del Dr. Storm, hubiese sido interesante explorar el tipo de relación que manejaban los tres como familia, pero lastimosamente solo se les ve juntos en dos o tres escenas. Michael no es un mal actor. De hecho, en la primera parte de la cinta, muestra muchas cualidades para llevar a flote el personaje, con la vena cómica característica, pero con la caída del ritmo de la trama, todo su talento es desperdiciado y comienza a caer mal, pues se convierte en un manojo de emociones inconsistentes y sin justificación alguna. Una de las cosas que caracterizó la versión de Chris Evans (2005, 2007) fue que disfrutaba de sus superpoderes, mientras que la versión de Jordan es la de un chico caprichoso que parece disfrutar más del enojo de su padre que de cualquier otra cosa. Una pena.
Ben ‘La Mole’ Grimm, interpretado por Jamie Bell, es otro personaje desaprovechado. Él es ahora un monstruo de roca utilizado por el gobierno como arma militar, pero parece que eso no lo afecta del todo, pues no existe un conflicto moral entre el hecho de ser un héroe y el de ser un tipo rechazado por su aspecto. Uno de los aciertos en las películas anteriores fue precisamente el desarrollo de ese conflicto en el personaje de La Mole, cuyo punto más alto es representado por la escena en la que su esposa le deja su anillo de compromiso, y lo abandona luego de que Ben salva a varias personas de morir. No existe nada parecido en esta nueva película. Lo más cercano es el reproche que le hace a Reed por abandonarlo, pero no es suficiente. Ya, bueno, si no quisieron ahondar en el lado psicológico, ¿al menos lo convirtieron en un héroe de acción? Tampoco. La Mole aparece en nimiedades, mientras pequeñas pantallas narran sus hazañas como agente del gobierno. Inexplicable. Parece que los productores no vieron cómo Joss Whedon utiliza a Hulk en las películas de Los Vengadores. Lo único bueno es que el CGI les salió decentemente bien.
Ahora vamos con el villano. Toby Kebbell no es un Víctor Von Doom del todo malo (al menos, antes del accidente), lo que le falta es una mejor presentación. Es un personaje interesante y despreciable, pero nunca se explica porqué. Lo presentan como un rebelde, pero no se revela qué lo motiva ni qué evento hizo que su actitud sea tan mala, por lo que su transición de elemento problemático a villano principal termina por parecer más un producto del azar que una evolución del personaje. Nunca se comprende qué le molesta y por qué quiere destruir la Tierra: su frase “Si para salvar mi mundo, tengo que destruir el de ustedes, pues que así sea” no es convincente. Como mencioné antes, uno de los problemas más preocupantes de la película es la caída de su ritmo narrativo, por lo que la revelación de Doom como enemigo principal se ve simplemente como una forma de concluir la historia y no como la gran amenaza sorpresa. A pesar de eso, no se puede negar que a comparación del Doom del 2005, este se muestra más despiadado, frío e insensible, pero es tan mal presentado que esas ‘virtudes’ generan más risas que temor, lo que le quita mucho impacto a los crímenes que comete, y la batalla final no se siente equilibrada, a pesar de que Reed Richards hace hincapié en que Víctor es más fuerte que los cuatro. (Spoiler: esa batalla final contra Doom es muy inferior a la vista en 2015, y no exagero).
‘Los Cuatro Fantásticos’ es una cinta que prometía muchas cosas y no las cumplió. Al parecer, el estudio se inmiscuyó demasiado en el trabajo de Trank, como lo prueban todas esas escenas vistas en el tráiler que nunca aparecieron en el metraje final y lo vergonzosamente notorias que son las refilmaciones (fíjense en el cabello de Sue). Ciertamente, le tenía algo de fe a esta producción, sobre todo por su elenco, pero terminó siendo decepcionante. Algunos interpretan esta película como el intento desesperado de Fox por tener consigo los derechos de estos personajes, y quizá sea cierto, pero lo único que consiguieron fue que ‘Los Cuatro Fantásticos’ se despidan del cine live action por un buen tiempo, porque estoy seguro que esta cinta no tendrá una secuela.
¿Algo que destacar? Sí, Johnny y Ben utilizan sus frases características, y eso se agradece, además, los efectos especiales demuestran empeño, pero nada más. Hasta la próxima, Fantásticos.
Deja una respuesta