Esta es la historia de un arrepentimiento o, más precisamente, de un arrepentido al que la casualidad le brinda la ocasión de enfrentar el pasado, saldar una deuda e intentar reencontrar un afecto culpable que nunca le fue retribuido. Basado en “La pasajera”, un relato de Alonso Cueto, “Magallanes” hurga en el baúl de los años 80 y 90 para construir un drama que pone en el tapete la esclavitud sexual y la violación de mujeres durante esos años oscuros de la guerra interna. En su opera prima, Salvador del Solar desarrolla esta historia con solidez dramática y técnica, entregando una película relevante en lo humano, lo artístico y lo político.
La narración cumple con los requisitos de la intriga policial, jugando con las apariencias y develándolas poco a poco. Lo que comienza con un encuentro en el taxi se convierte en el relato de dos personajes aquejados por carencias emocionales (Magallanes, Damián Alcázar, baja auto estima) y materiales (Celina, Magaly Solier, deudas), que luego el protagonista busca superar a través del delito (chantaje, secuestro), cuya pesquisa nos conduce gradualmente a un pasado terrible del que quisiera redimirse. El desenlace, de corte lombardiano, es un happy end que deja desmoralizados a todos, sobre todo a los personajes mencionados.
Parte importante del éxito de esta propuesta es el notable trabajo de actuación tanto de Damián Alcázar como Magaly Solier. El primero construye gradualmente su personaje y va de menos a más hasta completar un personaje dispuesto a todo con tal de sacarse la culpa de encima; mientras que la segunda destaca por su energía e intensidad, además de interpretar la mejor escena de todo el filme, subiendo un cerro a contraluz sobre el fondo nocturno del cinturón de pobreza limeño. Este episodio simboliza física y artísticamente el terrible pasado de Celina así como su carácter, capacidad de agencia y destino. Ambos son acompañados de un Bruno Odar (el eficaz compinche de Magallanes) y el veterano Federico Luppi, cuyo silencio cobra una notable expresividad gracias a su significativo manejo facial. Los demás cumplen con corrección y profesionalismo su cometido en este drama.
Mención aparte merece el trabajo de producción, que logra recrear perfectamente los distintos ambientes donde transcurre la acción, así como el aprovechamiento eficaz y uniforme de las locaciones en exterior. De esta manera, recuperamos una visión de las zonas urbano marginales como refugio y espacio de sobrevivencia para los dos principales personajes de esta cinta. Este es un soporte contextual y, al mismo tiempo, un obstáculo a superar por los protagonistas principales para el logro de sus objetivos. Al mismo tiempo, la presencia policial es enfatizada (y quizás ligeramente sobreactuada) para mantener el clima de tensión que agobia a Magallanes durante sus secretas correrías fuera de la ley, justificadas por un pasado de impunidad.
Esto nos conduce a lo que quizás es el gran aporte de esta película al entendimiento de mucho de lo sucedido en el periodo de la guerra interna y sus secuelas. Primero porque muestra un fenómeno relativamente invisibilizado: la violación sexual de mujeres por el solo hecho de serlo a manos de agentes del Estado. Lo que ocurrió no solo por ser terroristas, sino también por ser indígenas o finalmente por ser mujeres. Además de la situación de esclavitud sexual a la que muchas fueron sometidas.
Y, segundo, porque la recuperación de la memoria, la exigencia de expiación o reparación provienen de los perpetradores y no necesariamente de las víctimas. Es más, en esta historia la víctima no quiere saber nada, no quiere ni recordar ni recibir ninguna compensación por lo sucedido. Al contrario, es el responsable el que busca una expiación y el hijo de uno de los perpetradores quien ofrece una reparación. De esta forma, “Magallanes” huye del esquematismo y tiene como principal virtud mostrar un pasado de graves abusos a los derechos humanos que atormenta no solo a las víctimas sino también –en no pocas ocasiones– a los propios victimarios.
Utilizando eficazmente el género policial, esta película nos muestra un ángulo diferente a la problemática tratada e incorpora un componente sentimental que añade complejidad al protagonista principal, lo que abona en beneficio de la verosimilitud de la trama. Políticamente, el filme retrata una realidad vigente en la vida y memoria de muchas mujeres, sus familiares y hasta sus hijos y nietos. Se suma así al creciente número de filmes que visibilizan mediante el arte cinematográfico las secuelas vivas y actuales de lo padecido en esa época.
Magallanes
Perú, 2015, 109 min
Dirección: Salvador del Solar
Interpretación: Damián Alcázar (Magallanes), Magaly Solier (Celina), Federico Luppi (Coronel), Christian Meier, Bruno Odar, Jairo Camargo, Liliana Trujillo, Paul Ramírez, Tatiana Astengo, Tatiana Espinoza, Graciela Paola, Nicolás Galindo, Rodrigo Sánchez, Camila Mac Lennan. Guión: Salvador del Solar, basado en el relato «La pasajera» de Alonso Cueto. Fotografía: Diego Jiménez. Edición: Eric William. Sonido: John Figueroa, Amador del Solar, Martín Litmanovich, David Mantecón, Nicolás Paulpiquet. Música: Federico Jusid. Dirección de arte: Eduardo Camino.
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