Entrevista a Gianfranco Quattrini: «Planta madre» es una película curativa


Planta Madre, el segundo largometraje de Gianfranco Quattrini Rebagliati (Perú, 1972), se estrenó comercialmente el pasado 13 de agosto, tras su presentación en el 19 Festival de Lima.

Luego del buen recibimiento logrado con su primer filme, Chicha tu madre, Gianfranco trabajó varios años en este su siguiente proyecto, el cual sufrió varios cambios y revisiones en el camino antes de llegar a la pantalla grande. Sobre ese largo camino recorrido, el origen de «Planta madre», las búsquedas artísticas y personales que atravesó, la lucha constante en el mercado de exhibición comercial, entre otros temas, conversamos con Gianfranco Quattrini, un cineasta peruano que tiene mucho qué decir:

«Chicha tu madre», «Planta madre»…¿hay alguna conexión especial con el título?
El nombre de la película era otro, que sonaba a película de género de aventuras. Se llamaba «Diamond Santoro y la soga de los muertos», pero en un momento nos pareció que era un tema demasiado segmentado, entonces queríamos tener un nombre más abierto, y «Planta Madre» era un nombre que nos acompañaba siempre. Para producir la película abrí una sociedad acá que le llamé Planta Madre Cine, aunque yo tenía muchos peros con tener dos películas con la palabra ‘madre’ en el título.

Tienes que completar la trilogía…
Lo que yo siento con ‘madre’ tiene que ver con la búsqueda de mis raíces aquí en Perú, y esa es una decisión que yo tomo como ser humano. Yo soy, de mi familia, el que más ha querido buscar acá, conectarme con la historia familiar y entender. Antes de hacer Chicha tu madre yo estaba en Argentina, en medio de la crisis del 2002, y quería irme, podía irme a Suiza, pero pensé que si quiero hacer cine tengo que entender de dónde vengo. Y eso fue lo que me impulsó a mudarme a Lima, vivir un tiempo acá, y a raíz de esa experiencia nació «Chicha tu madre». Y con la selva pasó que mi abuela nació ahí y siempre tenía ese nombre ahí, pensando qué será o cómo será. Y fui hacia allá en el 2004. La ciudad me golpeó fuerte. Iquitos te engancha desde algún lugar que está más allá de la racionalidad.

¿Cuál fue tu primer acercamiento con el ayahuasca?
Fue en ese 2004. Hice la ceremonia con el maestro Solón Tello, quien ya falleció y a quien le dedico la película. En esa primera experiencia, sentí como que entré al hall de un castillo, y sabía que había mucho más. La segunda vez sí que me sacudió. Cada experiencia con el ayahuasca es personal, pero sí siento que siempre te enfrenta con cosas que tienes guardadas en un lugar al que no tienes acceso fácil porque ya las tapaste. Y eso se convirtió en el tema de la película: la búsqueda de un hombre que necesita atravesar las capas de su historia para soltar un dolor y liberar culpas que él mismo se creó. Entonces, el ayahuasca como experiencia de sanación es lo que me interesa mostrar en esta película.

En «Chicha tu madre» se trató el tema de búsquedas y encuentros, pero de una forma menos profunda. En «Planta madre» parece que has trasladado un poco de tu propia búsqueda. ¿Estaba planteado así el guión desde el inicio?
Un poco sí, pero la verdad es que esta película mutó, así como muté yo desde que tuve la idea de hacerla. Yo le conté la idea de la película a Luis Puenzo y a él le gustó, me dijo «vamos a hacerla», y esa fue la primera piedra. Armamos una coproducción con España y se cayó, luego con Brasil y también se cayó. Al final dijimos «Vamos a hacer la película con lo que tenemos». Y teníamos ganas y necesidad de hacerla. Decidimos grabar primero la parte de Buenos Aires. Esta parte iba a ser pequeña, sólo el final, pero cuando nos contactamos con Pipo Lernoud, que es un pionero del rock argentino (escribió letras para Miguel Abuelo, Lito Nebia, y era muy amigo de Spinetta) y un referente cultural, las cosas se hicieron más grandes, pues él nos asesoró en el rodaje. Yo quería que la representación cultural y el espíritu de fines de los 60 y principios de los 70 esté presente en la película, y lo logramos. Todas las escenas de los hermanos son improvisadas, los actores sólo tenían un esquema y un par de palabras que yo quería que estén ahí. Para ellos era un sueño: son actores músicos recreando una época fundacional, con la asesoría de Pipo. Entonces, con todo esto logrado, que era muy rico, cambió la historia.

Los flashbacks podrían funcionar como parte de una experiencia ayahuasquera, pero al colocarlos antes de la ceremonia, armas el camino hacia la ceremonia misma que aparece muy realista. ¿Fue una ceremonia de ayahuasca real?
Robertino Granados, el actor principal, tiene un problema cardíaco y tenía miedo de probar ayahuasca, que le haga daño, pero Agustín (el maestro ayahuasquero de la película que también lo es en la vida real) le hizo un preparado especial de hierbas. Ambos conectaron muy bien, incluso desde antes de conocerse. Te explico: Robertino se lastimó antes del viaje de grabación en Iquitos, y en un viaje de pre producción a la selva, yo me reúno con Agustín y le llevo una foto de Robertino. Le mostré la foto presentándolos y de paso le conté lo de su problema en la espalda y le pregunté si podría ayudarlo de alguna forma. «Sí, claro, déjame la foto, yo lo ayudo, él se va a mejorar», me dijo. Y así fue. Entonces cuando por fin se conocieron… ese abrazo, fue muy especial, fue como paterno. Y durante una sesión de ayahuasca el curandero es como el padre, y la película habla de dos hermanos sin padre. Entonces para la ceremonia ya había una conexión y fue lo primero que filmé. Agustín le dio a Robertino un preparado que no es ayahuasca pero que tuvo un efecto especial. Agustín no es actor, entonces yo le dije «yo te sigo», y todo fue super natural.

Trabajaste con varios no actores, ¿qué tal fue esa experiencia?
Si los no actores hacen de ellos mismos, es fácil trabajar con ellos. Tengo bastante experiencia en trabajar con no actores, y me gusta trabajar con los dos. Cuando trabajas con un buen actor te permite llegar a otros niveles de entendimiento. Con un no actor puedes llegar a otros niveles de verdad. Entonces, depende de lo que necesites, como con Agustín.

Has dicho antes que la película tiene un homenaje a Werner Herzog, aunque la búsqueda del personaje de «Planta Madre» es mucho más personal
Sí, claro. El caso es que si vas a hacer una película en la selva, particularmente en Iquitos, es ineludible tener como referencia a Herzog y Fitzcarraldo. Y a Apocalipsis Now. El homenaje a Herzog va también porque hacer esta película ha sido empujar el barco sobre la montaña.

Planta madre

La recepción de la película no ha sido mala por los lugares que ha pasado. ¿Qué resultados esperas de la cartelera peruana?
En el Festival de Lima estuvo lleno, en cartelera comercial espero que la gente se anime a ver una película peruana diferente, donde se juegan factores personales. Mi propuesta es acercarme sin solemnidad a una historia que habla de nuestra identidad y hacerlo de forma emotiva, porque también es la historia de alguien que necesita sanar. Es una película curativa.

Nos contaste que habías tenido problemas para colocar la película en las salas de cine.
Cuento con un distribuidor que está haciendo un buen trabajo, pero la pelea se da con los exhibidores, con las salas y es una gran discusión por los espacios y los horarios…

Ese es un problema recurrente para varias películas peruanas
Cuando otros distribuidores van a las salas con muchas películas viene la discusión, la negociación. La cosa se puede canibalizar. Lo importante para mí es que nos den la oportunidad en momentos, espacios y horarios en los que la gente va al cine. Para mí es necesario que haya un cambio político y que podamos tener un circuito de salas para el cine peruano y latinoamericano. Desde ya necesitamos trabajar una nueva Ley de cine que incluya un nuevo modelo de distribución. Con la tecnología digital y con créditos blandos que quieren fomentar este tipo de cosas, se puede hacer. Podemos crear espacios para que las películas puedan durar. Ahora las salas se quedan entre el 60% y el 65% de una entrada. Empecemos a trabajar en equipo para crear espacios y dejar de chocarnos con los mismos problemas: que las salas prioricen películas de Hollywood o que sólo apuesten por poner películas peruanas que son comedias soft. Está bien que estén esas películas, pero las películas que son distintas, que invitan al espectador a apreciar el cine desde otro ángulo, también merecen un espacio. Es importante que el público se empiece a educar y a tomar riesgos para ver películas que los puedan llevar a otros niveles. En las salas comerciales eso del límite de espectadores para mantenerte en cartelera es un gran estrés.

[N.E.: En su segunda semana en cartelera, «Planta madre» solo se mantiene en 3 salas.]

¿Cuál es el mínimo?
El mínimo siempre va a estar supeditado al número de salas que te den. A nosotros nos dieron 26 salas a nivel nacional. Estamos en los cines, pero en algunos nos han dado un función tipo 10 de la noche. O en otros nos dan una a las 3 p.m. y otra función a las 10:45 p.m. A mí me parece muy cruel. No podemos pensar en el crecimiento del cine peruano si no replanteamos el sistema de exhibición. Para mí la clave es crear nuevos espacios de cultura y recreación. Aquí hay espacios independientes que tienen harto punche y que el Estado no apoya, como el Festival de Lima Independiente o esfuerzos en Trujillo, Cusco y otras provincias. Tenemos un problema: no se asume al cine como una política formativa de la identidad, más allá de los premios. Se asigna mucho más presupuesto que antes, sí, pero es mucho menos que otros países de la región. Nos toca madurar y pensar más allá del corto plazo.

¿Cómo manejaste la campaña de lanzamiento de «Planta madre»?
La película la estoy estrenando ahora porque gané el Concurso de Distribución del Ministerio de Cultura. Sin ese premio habría hecho algo mucho más pequeño aún. He hecho todo lo que he podido con esos recursos y también he puesto un poco más. Uno trabaja tanto en una película que quiere que la gente se entere de ella.

¿En qué estás trabajando ahora? ¿En qué quedó la trilogía que iniciaba «Chicha tu madre»?
La trilogía de «Chicha tu madre» está en un plano etéreo. A mí me interesa seguir contando historias que unan Perú y Argentina narrativamente. «Chicha tu madre» terminaba con un viaje abierto, «Planta Madre» es un viaje profundo. De alguna forma estoy proponiendo esta comunicación que nos permita viajar de un lado a otro.

Ahora estoy trabajando en varias cosas. Una de ellas es la historia de un peruano y una coreana en Argentina. Hay un barrio allá que se llama El Bajo Flores, que es un lugar donde hay mucha inmigración: hay argentinos, sí, pero también peruanos, bolivianos, paraguayos y coreanos. Estoy armando ahí una historia de suspenso y búsqueda de oportunidades. Esa historia va a ser una coproducción argentino peruano coreana. Después, vamos a escribir una comedia ácida con Mariana Silva, escritora peruana. Esa va a ser una historia peruana pero también va a tener algo de Argentina.

Siempre Perú y Argentina
Así me salen las cosas. No me imagino aún una historia que no contenga esos dos elementos.

 

Entrevista Kathy Subirana
Fotos: Rolando Jurado
Entrevista realizada el 13 de agosto, en el Festival de Lima 2015.


Una respuesta

  1. Avatar de Rodrigo
    Rodrigo

    Sería mejor que coloquen un video para no escribir la nota completa

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