Revancha (supongo que traducir Southpaw al español era demasiado difícil) es una película de deportes con pocas sorpresas, que sigue la misma estructura que muchas otras cintas anteriores. Pero en este subgénero cinematográfico, ese no es un problema. La gracia de una historia como esta es que tiene que afectar emocionalmente a su público, con actuaciones y momentos inspiradores, y en ese sentido, Revancha hace un excelente trabajo.
Jake Gyllenhall interpreta a Billy “el Grande” Hope, un campeón de boxeo de peso medio aparentemente invencible. Su principal problema es que se deja pegar demasiado en el ring, lo cual es evidenciado en su más reciente pelea, donde termina con el rostro destrozado. Sin embargo, su manager, Jordan Mains (Curtis “50 Cent” Jackson) no está preocupado; a él solo le interesa el dinero. Pero su esposa, Maureen (Rachel McAdams) no opina lo mismo; ella cree que debe descansar por un tiempo para estar con ella y con su hija, Leila (Oona Lawrence). Lamentablemente, una serie de trágicas circunstancias dejará abandonado y sin esperanza al afamado boxeador, lo cual hará que busque la ayuda del legendario entrenador Tick Wills (Forest Whitaker) para poder resurgir y ganarse la confianza y respeto de su pequeña.
Revancha maneja una estructura predecible, pero que es presentada con suficiente emotividad como para resultar efectiva. Billy tiene que tocar fondo para que su resurgimiento sea mucho más satisfactorio; las escenas en donde lo vemos deprimido, casi sin poder hablar, tratando de reconectarse con su hija pero fallando en el intento son desgarradoras, y estoy seguro harán llorar a más de uno. La película se siente demasiado manipuladora por momentos – especialmente en una melodramática escena en un tribunal-, como si Antoine Fuqua (Día de Entrenamiento, Rey Arturo) quisiese obligarnos a derramar lágrimas, pero estos momentos son infrecuentes y no llegan a malograr la experiencia total de ver el filme.
Como Billy, Jake Gyllenhaal hace un trabajo notable. La transformación que sufrió para convertirse en el personaje es impresionante; musculoso, cubierto de tatuajes y con la cara frecuentemente desfigurada, Gyllenhaal nos presenta a un protagonista lleno de defectos con el cual, sin embargo, es muy fácil identificarse porque sus motivaciones son universales: sólo quiere recuperar la relación con su hija. Por otro lado, el Wills de Forest Whitaker es el típico entrenador retirado duro y cínico, pero el veterano actor le inyecta suficiente energía y humanidad (véase la escena del bar) como para no convertirse en una caricatura.
Son las actuaciones femeninas, sin embargo, las que para mí se robaron la película. Como Maureen, Rachel McAdams es la principal inspiración de Billy; una mujer sexy y atractiva, pero a la vez muy inteligente y amorosa. La razón por la cual cierto evento en la película llega a tocar tanto las fibras del corazón (admito haber derramado lágrimas) es porque uno sabe que Billy va a tocar fondo sin la presencia de su esposa. McAdams logra transmitir calidez y gracia a pesar de no aparecer en muchas escenas. Y como Leila, Oona Lawrence es una revelación. Su personaje es quizás poco creíble (demasiado madura para su edad), pero su actuación logra superar cualquier problema presente en el guión. Muchas veces en el cine uno ve niños y niñas que sobre-actúan o desesperan porque tratan de ser demasiado “lindos”; ese no es el caso de Lawrence, quien da una interpretación sutil y verosímil, especialmente en las escenas más emotivas, las cuales hubiesen sido mucho más melodramáticas con la presencia de una actriz menos talentosa.
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Puede que «Revancha» suene como un melodrama exagerado, pero ese no es el caso. De hecho, las escenas de pelea, a pesar de no ser muy frecuentes, son emocionantes y tensas, gracias a la experta dirección de Fuqua, quien le inyecta realismo a cada golpe y herida. El primer combate del filme es el más impresionante; desde el maquillaje aplicado en Gyllehnaal, hasta las tomas de transmisión de TV y planos más cercanos hechos con cámara en mano, Fuqua combina una serie de técnicas para desarrollar una pelea que define de manera perfecta a nuestro protagonista: un boxeador que cree más en la agresión que en la defensa, alguien a quien no le importa ser pegado una y otra vez con tal de ganar, y quien tiene a su esposa como principal inspiración.
La película está dedicada al gran compositor James Horner (Aliens, Titanic), quien murió hace unos meses. Es, también, el último proyecto en el que trabajó, y uno de sus soundtracks más originales. La música de Revancha no se parece en nada a los trabajos previos del afamado melodista, y ayuda a otorgarle la necesaria intensidad y emotividad a la película.
Revancha hace muy poco para reinventar el subgénero al que pertenece; la narrativa es predecible y ofrece pocas sorpresas. Pero a la vez, el filme funciona porque nos presenta personajes muy bien definidos y desarrollados, que elevan una historia potencialmente aburrida y la vuelven más única y efectiva. Las actuaciones son todas excelentes, el soundtrack es genial, y los combates son filmados de manera energética y realista. La fortaleza más grande de la película, sin embargo, es su habilidad para hacernos sentir algo por los personajes, su habilidad para hacer que nos preocupemos por ellos y que, hacia el final de la película, celebremos y nos alegremos por la victoria de su protagonista. Al igual que la primera entrega de Rocky, el foco de «Revancha» no está en la violencia si no en sus personajes, y esa es la razón por la cual resulta ser superior a muchas otras películas de similar corte.
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