Pocos directores en el Perú pueden darse el lujo de tener una carrera tan prolífica como la de Francisco Lombardi. En su extensa filmografía encontramos varias cintas logradas como La boca del lobo, «Caídos del cielo», «Sin compasión», La ciudad y los perros, entre otras. Después de cinco años de pausa, Lombardi estrena su decimoséptima película: Dos besos, con la cual regresa al género del thriller.
Se trata de un triángulo amoroso compuesto por Nancy (Mayella Lloclla), una joven aspirante a actriz; Paola (Wendy Vásquez), una volcánica productora de televisión y su esposo, Max (Javier Valdés), un poeta y profesor universitario sumido en el tedio de la rutina.
El guion de Augusto Cabada (colaborador habitual de Lombardi) estructura la película en tres actos, cada uno de los cuales responde al punto de vista de Paola, Max y Nancy. Al final de cada acto, el personaje que adopta la perspectiva se enfrenta a una revelación, un hallazgo que lo pone en jaque. Cada uno busca algo, pero todos encuentran algo diferente a lo que buscan.
El primer acto es el mejor de los tres, porque siembra las intrigas, presenta el terreno en que se mueve cada personaje y cierra con un suceso impactante. A partir de allí, los protagonistas se embarcan en un juego de apariencias y de falsas identidades. No es casual que Nancy sea una aspirante a actriz. Tanto ella como Paola y Max buscan una ruta de escape de su realidad actual.
El segundo acto nos presenta el punto de vista de Max y ahonda en su crisis personal y afectiva. Mientras se mantiene el suspenso, nos empezamos a cuestionar quién es la verdadera víctima y quién es el culpable: ¿el que engaña primero, el que miente mejor o el que ignora ser una mera marioneta de un ser manipulador? En esa ambigüedad radica la fortaleza de Dos besos, pues nada es lo que parece y todos llevan una máscara.
Lamentablemente, el tercer acto no mantiene el mismo nivel demostrado en los dos precedentes. La trágica conclusión es impuesta por un destino arbitrario, que se cierne implacablemente sobre el costado más débil del triángulo. Pasado el shock del brutal desenlace, solo queda la sensación de que es un recurso facilista y algo desesperado, como si el guionista Cabada no hubiese sabido cómo terminar la historia y simplemente le encargó al azar que se convierta en juez y verdugo.
En términos generales, el guion está bien estructurado, pero hay una frase particular que se siente innecesaria y desafortunada. Cuando Paola expresa su sospecha sobre la infidelidad de su marido, dice: “Él recoge a una mocosa del teatro y la lleva a una casa en Jesús María. ¿Qué crees que hacen allí? ¿Juegan Candy Crush?”.
Del elenco, la más destacada es Wendy Vásquez, quien entrega una actuación cargada de cinismo, misterio e intuición. Paola es un personaje inescrupuloso y dominante, que tiene ciertos ecos de la maquiavélica Amy de Gone Girl de David Fincher.
Quizá Mayella Lloclla peca de interpretar con un exceso de ingenuidad a Nancy en un inicio, pero luego la va dotando de matices y emociones intensas. Cuando representa otros personajes sobre las tablas o en el ensayo de un supuesto libreto teatral, Lloclla demuestra su versatilidad y queda claro que estamos ante una actriz a quien seguirle los pasos.
Dos besos supone un logro menor en la filmografía de Lombardi, pero es un logro a fin de cuentas, porque aún tiene la capacidad de sorprendernos y envolvernos en una atmósfera enrarecida, en la que las apariencias engañan, pero también seducen.
Gracias Eduardo Adrianzen ! http://t.co/H9BLho0PeN
— Mayella Lloclla (@MayellaLloclla) September 8, 2015
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