Festival de Venecia 2015: Crítica de «Mate-me por favor», de Anita Rocha da Silveira (Brasil, 2015)


Una ola de muertes está sucediendo en una localidad. Mujeres han sido mancilladas y masacradas. Un asesino anda suelto. Nadie sabe nada, pero los estudiantes de un colegio aledaño han comenzado a hablar al respecto. Entre ellos comparten sus propias hipótesis. Versiones que de repente se confunden con sus sueños y fantasías que, al igual que los asesinatos, apuntan a lo grotesco.

Mate-me por favor es un filme sórdido que evoca por momentos a una atmósfera slasher. Son pues los personajes enteramente conformados por adolescentes en pleno despertar sexual en instantes en que se está gestando una ola de homicidios. La ópera prima de la directora brasilera Anita Rocha da Silveira hace coincidir los tópicos del sexo y la muerte a fin de crear una convivencia que se verá reflejada en la rutina de su protagonista principal.

El sexo de pronto no está lejos de la muerte, parece asumirlo Bia (Valentina Herszage), quien, al igual que sus compañeros, cree pensar que el primero está subordinado al segundo. Retomando el comportamiento de un slasher, este género reza que los adolescentes quienes cometan actos sexuales son los aspirantes a víctimas fatales. «Mate-me por favor» no está lejos de dicha dialéctica.

Bia, cándida y enamorada, de un momento a otro se encuentra inmersa en una curiosidad púber que apunta a la perversión. Son las pulsiones violentas que ha adoptado la adolescente al punto de inclinarse a una pulsión de muerte, como cuando se produce herida, por ejemplo. En paralelo que van sucediendo nuevos casos de violaciones, Bia va yendo en búsqueda de su goce sexual.

La adolescente parece sentirse atraída por lo que piensa el verdugo sexual ¿Qué es eso que busca el asesino? ¿Es el placer sexual o el placer por la violencia? ¿O es acaso ambos? El caso de una víctima masculina impulsa a Bia a una repentina fijación por las de su mismo género. En un extremo, la adolescente comienza a sentir una atracción morbosa por circular en la zona en donde se perpetraron los hechos. Es como si ella desease “experimentar” de esa violencia a primera mano.

En «Mate-me por favor» no hay padres. Al igual que en los slasher, de pronto la presencia de la autoridad está ausente. Son los adolescentes mismos quienes se las ingenian para enfrentar sus miedos o aprender sobre lo que no conocen. Caso en la película de Rocha da Silveira, es la fijación distorsionada del descubrimiento sexual. El sexo y la muerte simpatizan en base a un efecto coyuntural. Esto puede ser asimilado por el espectador como crítica social o simple testimonio de un comportamiento sexual desalineado a una perspectiva conservadora.

«Mate-me por favor», además, tiene ciertas coincidencias con otra película también seleccionada en la Competición Orizzonti: En The Fits, película de Anna Rose Holmer, sucede también una suerte de paranoia que a medida que avanza se va convirtiendo en una obsesión casi sombría.
Son el grupo de adolescentes abiertos a esta experiencia fuera de lo normal, una que incluso genera un colapso o daño físico. Al igual que «Mate-me por favor», el final cierra con una experimentación colectiva.


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