El trailer de La Navaja de Don Juan trata de vender la película como una comedia “de barrio”—sonsa, caricaturesca y machista. Y es cierto que el filme contiene elementos de ese tipo; admito haberme reído varias veces con las ocurrencias de sus protagonistas, y espantado con algunas de sus actitudes. Pero a la vez, «La Navaja de Don Juan» es algo más que eso: es un drama irregular, bien actuado, técnicamente correcto y, aunque muy largo, logra ser entretenido.
La trama: JC Montoya interpreta a Walter Alfaro, y Rodrigo Viaggio a su hermano, Mario. El primero es un “fosforito”, un chico aparentemente tranquilo que en ciertas situaciones no puede controlar su ira. El segundo es un playboy, un “jugador” que disfruta tener sexo con la empleada de la casa, Carmen Rosa (Deyssi Pelaez), conquistar otras chicas, e incluso meterse con prostitutas como una chica llamada ‘Caramelo’ (Claudia Solís), a pesar de mantener una relación “seria” con Vanesa (Jimena Venturo), su novia.
Su difunto padre, Juan Carlos Alfaro (Fernando Petong) le dejó como herencia su navaja a Mario, quien de mala gana se la da a Walter después de perder una apuesta. Esto llevará a que los dos hermanos se peleen, y terminen yendo a la fiesta de Pamela (Katia Salazar), la chica que le gusta a Walter. Una vez ahí, Mario trata de conquistar a la prima de Pamela, Ana (Nataniel Sánchez), y Walter trata de hacer lo mismo con Pamela. El problema es que Guillermo (Sebastián Rubio) quiere estar también con Pamela, lo que resultará en varias peleas y en que los dos hermanos tengan que revaluar su relación para poder “salvar” a la chica.
«La Navaja de Don Juan» trata de ser, principalmente, un drama, y en ese sentido el director y guionista Tom Sánchez (un peruano educado en Estados Unidos) no hace un mal trabajo. Los dos personajes principales están bien desarrollados—Mario y Walter comienzan como arquetipos, pero el transcurso de la trama los hace cambiar lo suficiente como para que trasciendan las limitantes de sus caracterizaciones iniciales. Me gustó que los dos protagonistas no sean necesariamente agradables. A Mario le cuesta cambiar, y Walter, a pesar de haber comenzado la historia como un chico tranquilo, va adentrándose en una espiral fuera de control.
Temáticamente, el filme maneja algunos asuntos interesantes—la amistad entre hermanos, el honor, la honestidad. No están desarrollados de maneras particularmente sutiles, pero funcionan dentro de la historia. Por otra parte, sí sentí que la película manejaba un subtexto machista, como el trailer me había advertido—algunas chicas, como Carmen Rosa o Vanesa, son simplemente utilizadas por Mario (de hecho, hay una escena, la cual admito me sacó una risa, en donde Mario dice algo frente a Carmen Rosa sin tomarla en cuenta), y otros personajes femeninos, como el de Nataniel Sánchez, no aportan demasiado a la historia. La única que se salva es Caramelo—en un principio parece que el director va a recrear parte de Mujer Bonita a través de ella y Mario, pero felizmente ese no fue el caso.
JC Montoya y Rodrigo Viaggio dan buenas actuaciones—la química entre ellos es palpable, haciendo que realmente creamos que son hermanos. Irma Maury es excelente, como siempre; su papel es pequeño pero memorable. Como el tío Umberto, Antonio Arrué se pasa casi toda la película sentado en la mesa de la cocina. La hermosa Nataniel Sánchez hace lo que puede con un personaje secundario poco desarrollado (al igual que Jimena Venturo, cuya escena principal es una de sexo con desnudos parciales); Katia Salazar es dulce como Pamela, y Claudia Solís le da algo de dimensión a Caramelo, un personaje estereotípico pero efectivo.
Técnicamente, «La Navaja de Don Juan» me sorprendió. La dirección de fotografía de Nicola Marsh es correcta—su visión de Lima es realista y sucia, pero a la vez llena de colores saturados y visualmente agradable. Sánchez hace un uso extenso y efectivo de la cámara en mano, lo cual le otorga verosimilitud a la película; no hay problemas de foco, y toda escena está bien encuadrada. Por otra parte, me sorprendieron un par de planos secuencia—técnicamente, están impecablemente realizados, y aportan al estilo cuasi-documental del filme. (La secuencia de los créditos iniciales es particularmente sorprendente).
La musicalización es buena también—le da un feeling muy limeño, “de barrio”, a la cinta, pero sin hacer que se sienta como una sit-com o una telenovela. El sonido, aspecto técnico que muchas veces falla en producciones nacionales, no estuvo malo. Solo hay una escena que me fastidió—una que se desarrolla en la fiesta de Pamela, en donde las voces de los personajes se escuchaban demasiado fuerte y la música demasiado baja.
«La Navaja de Don Juan» superó mis expectativas, quizás porque el trailer es muy malo, o porque nunca antes había visto una película de Tom Sánchez. La cinta es muy larga, el clímax llega muy temprano, lo cual hace que las últimas escenas se sientan superfluas y cansen. Pero en general no puedo dejar de admitir que me divirtió. Es chistosa, tiene buenos diálogos, personajes bien desarrollados, actuaciones decentes, y a nivel técnico es cumplidora. La Navaja de Don Juan es uno de los filmes nacionales menos publicitados del año, lo cual es una pena, considerando que es superior a otras producciones más conocidas como Poseídas, La Herencia o El Pequeño Seductor.
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