Predominan películas con un fuerte contenido de género
El conservadurismo formal de las películas en competencia del 19 Festival de Cine de Lima, que examinamos en la segunda parte de este balance, tienen su correlato en un peculiar conservadurismo temático. Más de la mitad de las películas tienen como eje temas de mujer y, especialmente, una firme defensa de la maternidad, así como oposición al aborto. Pareciera que la prédica “pro vida” de la Iglesia Católica hubiera tenido un fuerte eco entre los realizadores participantes en este festival. Sin embargo, lo singular es que quien defiende este rol materno es la propia mujer. Ni la Iglesia ni los argumentos religiosos aparecen en estos filmes. La mayoría de estas obras reivindican el derecho de la mujer a tomar sus propias decisiones en relación a su cuerpo y su vida, pero cuando lo hacen… ellas escogen su rol tradicional.
Además, hay temas conexos que se asocian a esta visión conservadora del rol de la mujer en la familia, las relaciones entre padres e hijos, trata de mujeres y menores, violación, trabajadoras del hogar, y relaciones de pareja; en las que, en varios casos, la mujer es presentada en los roles que le asigna la sociedad patriarcal, pese a que –simultáneamente (aunque no siempre)– se destaque e imponga su capacidad de agencia.
Así, de las 19 películas en carrera, 10 tienen personajes femeninos fuertes y resaltan su capacidad de agencia, siete defienden la maternidad y únicamente dos presentan a la mujer solo como víctima. Mientras que apenas seis tienen como protagonistas fuertes a varones y/o tratan sobre temas de masculinidad: “El Abrazo de la Serpiente”, “600 Millas”, “La Obra del Siglo”, “El Club”, “La Última Noticia” y “Carmín Tropical”. Además, hay cinco filmes donde la relación de género está distribuida (aunque no siempre balanceada): “El Incendio”, “Paulina”, “Magallanes”, “Alias María” y “Las Elegidas”; y dos no califican para este concepto (por ser películas corales: “Solos” y “Casa Grande”).
Naturalmente, los asuntos de género no son los únicos. También se presentan asuntos típicos del cine latinoamericano, como los relacionados a política, pobreza, problemáticas étnicas, etc. Cierto que hay algunas películas muy críticas hacia la Iglesia –como “El Club”– pero están conectadas indirectamente con los asuntos de género o referidas al pasado remoto (comienzos de siglo, en el caso de “El Abrazo de la Serpiente”). Esta combinación de defensa de la autonomía de la mujer y que esta opté por su rol conservador se repite también en algunos enfoques políticos, como los temas de derechos humanos y memoria, como veremos más adelante.
Mujeres que deciden sobre su cuerpo y su vida optan por valores tradicionales
En seis de 10 películas dominadas por personajes femeninos fuertes, las protagonistas aparecen enfrentadas con varones: “Paulina”, “El Incendio”, “Las Elegidas”, “Magallanes”, Ixcanul” y “Alias María”; en tres, las mujeres son víctimas y permanecerán sometidas al poder patriarcal (“Las Elegidas”, “Alias María” e “Ixcanul”) y en otras tres, logran imponerse sobre ese poder (“Paulina”, “Segunda Madre”) o superar el pasado de sometimiento masculino (“Magallanes”). Las otras cintas con mujeres fuertes –aunque no enfrentadas directamente al poder patriarcal– son: “Aurora”, “La Tierra y la Sombra”, “La Poder de las Palabras” y “Rosa Chumbe”; en todas estas, las protagonistas también logran sus objetivos. Por tanto, hay un fuerte reconocimiento del derecho (y capacidad) de la mujer a decidir sobre su cuerpo y su vida a partir de la presencia de personajes femeninos con vocación y consciencia de autonomía, y capacidad de agencia.
Luego, se presentaron siete películas cuyo sustrato de fondo es la maternidad. Cuatro de ellas la defienden: “Paulina” (contra el aborto por violación), “Alias María” (contra el aborto impuesto por la jerarquía guerrillera), “Ixcanul” (contra la trata de menores) y “Aurora” (en favor de la adopción); mientras que en “Rosa Chumbe” el aborto se produce como solución pragmática ante un embarazo no deseado. En el resto de este grupo de cintas destaca el poder de decisión de la madre en el destino del hogar (“La Pared de las Palabras”, “La Tierra y la Sombra”) y, hasta cierto punto, la idea de la madre sustituta (“Segunda Madre”).
El impacto de estos temas se refuerza con la inclusión de formas de violencia contra la mujer, como violación y esclavitud sexual de mujeres y menores. Así, tenemos al menos tres películas que muestran la violación sexual (“Paulina”) o la refieren como parte de un pasado traumático con efectos en el presente (“Magallanes”, “Aurora”). Además de la trata de mujeres (“Las Elegidas”, como prostitución de menores, “Magallanes” como esclavitud sexual e “Ixcanul”, como matrimonio forzado) y de menores –como reclutamiento forzado por la guerrilla (“Alias María”) o bandas de contrabandistas (“600 Millas”)–, tenemos el tema de la pederastia e indirectamente el de la trata de menores en la película chilena “El Club”.
El tratamiento más contemporizador de estas problemáticas viene con “Segunda Madre” y “Casa Grande”, en las que parte importante de sus asuntos están relacionados con el trabajo doméstico y donde se cruzan afectos y obligaciones. Aquí también se da la subordinación de la mujer pero en un contexto laboral-familiar, que constituye la última capa de la temática de género que predomina entre las cintas en competencia. La cual conduce a una visión de la familia tradicional y donde el patriarcado se expresa en graduaciones diversas: desde las formas más mediatizadas (como en el caso de estas películas brasileñas) hasta las más terribles: de manera explícita y con violencia inaudita y delincuencial (“Las Elegidas”), como recuerdo vigente (“Magallanes”), como institución resultante de un conjunto de elementos de subordinación social (“Ixcanul”) y como subordinación intergeneracional (“La Obra del Siglo”); mientras que en “El Abrazo de la Serpiente” lo hace con prescindencia de la institución familiar, como expresión de un mundo masculino naturalizado.
Patriarcado, relaciones de pareja y conflictos de padres con hijos
Esta visión del patriarcado, como los temas de género que discutimos en este balance, no reciben un tratamiento esquemático ni simplista, sino que en la gran mayoría de películas (sino en todas) se presenta con diversos grados de complejidad, tanto en lo personal como en lo social o cultural. En tal sentido, una película paradigmática es “Las Elegidas”, en la cual el patriarcado, incluso en su versión más cruda y evidente, muestra cómo las mujeres púberes y adolescentes pueden lograr ciertos espacios dentro de un sistema familiar basado en la violencia y el sometimiento totales; y cómo en ese contexto brutal es posible que subsistan –aunque cruelmente distorsionados– espacios para el afecto y los sentimientos. Lo que no puede existir en este modelo de familia patriarcal es la autonomía y la capacidad de agencia de la mujer.
Estos aspectos contrapesan el impulso y fuerza de la agencia de la mujer que exhiben 10 de las 19 películas en competencia. Pero más allá de estas referencias cuantitativas, la importancia del factor cualitativo –mediante el fuerte impacto de sus valores cinematográficos– destaca y potencia este enfoque que combina el derecho de la mujer a tomar las decisiones sobre su cuerpo y su vida, con la defensa de valores tradicionales. En este sentido, “Paulina” es una obra clave, ya que agudiza esta contradicción mostrando sus ángulos más agudos y polémicos. “Alias María”, por su parte, lo hace contraponiendo las lógicas de un poder basado en el terror con el derecho de la mujer a mantener su maternidad en ese contexto. Mientras que “Aurora” lo presenta mediante resiliencia y constancia dolorosas de la protagonista, pero al mismo tiempo con paciencia y persuasión, convenciendo a la burocracia judicial de la pertinencia de esa visión tradicional de la maternidad, en este caso, por adopción.
Colateralmente, pueden mencionarse las relaciones de pareja y las relaciones entre padres e hijos –con nueve filmes en cada caso– como líneas de acción secundarias en las películas en competencia. Las excepciones son “El Incendio”, donde la fascinante descripción de un joven matrimonio y su entorno profesional-urbano es el punto fuerte de la obra, de una intensidad casi insoportable. De otro lado, los conflictos entre padres e hijos –aunque secundarios en diversa medida– tienen una incidencia relativamente fuerte en “La Obra del Siglo”, “Paulina” y “La Pared de las Palabras”; mientras que la solidaridad madre-hija tiene un peso importante en “Ixcanul” y “Segunda Madre”, y, a la vez, está ausente en “Rosa Chumbe”.
Este peculiar conservadurismo temático ya presupone contenidos políticos que –junto al tema de la pobreza– son recurrentes en el cine latinoamericano; mientras que las relaciones entre los temas de género y los aspectos políticos no dejan de ser interesantes. Examinaremos estos dos componentes temáticos.
Variaciones sobre la pobreza
Nueve filmes tratan sobre la (o se desarrollan en un contexto de) pobreza material. Estos son (de más a menos): “Ixcanul”, “La Tierra y la Sombra”, “La Obra del Siglo”, “La Pared de las Palabras”, “Paulina”, “Rosa Chumbe”, “Magallanes”, “Casa Grande” y “Segunda Madre”. Las dos primeras y parte importante de las tres siguientes tratan o enfatizan el tema de la pobreza dentro de sus puestas en escena. Mientras que en las cuatro restantes la pobreza es un importante elemento de contexto (y en las tres últimas, esta se presenta bajo el ángulo de la desigualdad económica).
Cabe detenerse en “Ixcanul”, que es una perfecta descripción de las características de la extrema pobreza: uso de lengua distinta al (y desconocimiento del) castellano (lo que presume bajo nivel de instrucción), bajos ingresos económicos, vivienda precaria y ausencia de servicios básicos, desconocimiento de salud sexual y reproductiva, limitado acceso a servicios de salud, a lo que se suma conceptos religiosos tradicionales basados en la superstición; lo que conduce a la falta de autonomía de la mujer, pese a su consciencia y capacidad de agencia. Mientras que en el caso de “Paulina”, la pobreza constituye la base de todo lo que le ocurre a la protagonista, pese a estar apenas enunciada y parcialmente mostrada. Lo original en esta cinta es que el personaje es tan consciente de su derecho de decisión que ni siquiera siente la necesidad de explicitarlo o justificarlo, como me lo hizo notar Amy Wong.
De otro lado, las dos cintas cubanas muestran la pobreza como una evidencia del estancamiento económico que vive la isla desde hace ya varias décadas. “La Obra del Siglo” es el mejor ejemplo de la crítica –no exenta de cierta mordacidad y amargura– al ocaso del comunismo cubano, rememorando la caída del muro de Berlín, la desintegración de la URSS y contraponiendo ambos fenómenos al “congelamiento” y decadencia económica cubana cuyo involuntario monumento lo constituye este (no elefante sino más bien) gigantesco “mamut blanco” en la localidad de Juraguá.
Mientras que “La Pared de la Palabras”, si bien tiene como asunto la discriminación hacia las personas que discapacidad mental, no oculta el contexto de fuertes carencias materiales en ese país, con una alusión crítica muy clara hacia el sistema político (una de las discapacitadas mentales se la pasa lanzando agresivas arengas socialistas durante buena parte de la película). Y, como hemos señalado anteriormente, los filmes brasileños evidencian conflictos de clase e incluyen («Casa Grande») en los debates hogareños el racismo y las normas contra la discriminación en ese país, aparte de enfatizar prejuicios sociales y desigualdad económica. Con esto pasamos a los temas políticos que proponen estas obras.
Ruptura de paradigmas políticos tradicionales
Ocho películas son políticas o incorporan importantes aspectos políticos en sus propuestas. Se trata de “Alias María”, “La Tierra y la Sombra”, “La Última Noticia”, “Magallanes”, “Aurora”, “La Obra del Siglo”, “El Club” y “Paulina”; aparte existe un sustrato político más o menos explícito en películas étnicas, como “El Abrazo de la Serpiente”, “La Tierra y la Sombra” e “Ixcanul”.
Una mirada superficial podría suponer que hay un cierto equilibrio entre obras de orientación izquierdista (“La Tierra y la Sombra”, “La Última Noticia”, “Magallanes”, “Aurora”) y otras de crítica de derecha (“Alias María”, “La Obra del Siglo” y “Paulina”); y que incluso la balanza se podría inclinar aún más a la izquierda, si consideramos a las citadas películas étnicas. Sin embargo, y como lo mencionamos antes, el peso del conservadurismo (formal y temático, especialmente en los temas de género) influye más allá del factor cuantitativo. Pero, además, la combinación de un enfoque liberal en materia de género con elementos conservadores en este y otros aspectos, nos indican que pese al tradicionalismo estamos ante visiones que rompen esquemas y buscan dejar atrás (o superar) la polarización convencional entre izquierda y derecha.
Así una película fuertemente crítica del comunismo cubano, como “La Obra del Siglo”, es producida y difundida por ese mismo Estado comunista, el cual lo viene haciendo con otras producciones igualmente críticas que financia y permite desde hace ya varios años en la isla. Mientras que películas que defienden los derechos humanos en contextos pasados de guerra interna –como “La Última Noticia”, “Magallanes” y “Aurora”– en realidad defienden valores profundamente conservadores, como la unidad de la familia, el derecho a la maternidad, el propio derecho a la vida y a no ser torturado o detenido y desaparecido; derechos básicos a los que puede sumarse la libertad de prensa y expresión. Todos estos derechos no son propiedad de la izquierda, sino que también pueden ser (o deberían ser) perfectamente asumidos por la derecha o, en general, por cualquier ciudadano. Lo mismo que la crítica a la Iglesia en “El Club”, aunque en esta cinta se incluye indirectamente una crítica al rol de la Iglesia Católica en el encubrimiento de crímenes perpetrados durante la dictadura de Augusto Pinochet.
¿El surgimiento de un liberalismo político de nuevo cuño?
También es posible que estemos no ante conservadurismo político sino ante un liberalismo de nuevo cuño, laico, que incorpora una visión amplia de los derechos humanos y ciudadanos, incluyendo la lucha contra el racismo y todas las formas de discriminación por razones de género, credo religioso, nivel socioeconómico, orientación sexual, etc.; opuesto al neoconservadurismo que une a sectores que buscan obtener o mantener privilegios económicos colonizando al Estado para beneficios particulares, así como influir en las políticas públicas para limitar la libertad, creando o manteniendo la discriminación de personas o grupos sociales por razones religiosas.
Algo de esto se puede deducir de filmes como “Paulina”, por ejemplo, que tiene una visión radical del derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, incluso contra normas que presuntamente la benefician (como el derecho al aborto por violación) o protegen. Es una posición política basada en la libertad de elegir, incluso por encima de la legalidad (por ejemplo, no denunciando a los violadores); y que no necesariamente puede inclinarse hacia las posiciones conservadores, sino también –dependiendo de las situaciones concretas– hacia posiciones liberales (en materia de sexualidad, derechos sexuales y reproductivos, y no padecer violencia por ser mujer).
Este es un enfoque radical basado en los derechos humanos y que no se aparta del liberalismo político, sino que lo rescata de su distorsión ideológica: el neoliberalismo y neoconservadorismo. Aparte de este punto de vista, siguen habiendo críticas basadas en la línea neocon (“Alias María”) y, curiosamente, otras que serán vistas desde una óptica izquierdista (las basadas en temas de guerra interna y recuperación de la memoria histórica de esos años en Perú), pese a que son puramente liberales. “La Última Noticia” y “Magallanes” se enfocan en una defensa de los derechos humanos en el contexto de la guerra interna, pero con resultados disímiles. En el primer caso, se denuncian las ejecuciones extrajudiciales y otras violaciones graves, tratando de mantener viva la memoria de lo ocurrido en esos años. Mientras que en el segundo, más bien la protagonista no quiere recordar ni saber nada de los ocurrido en el pasado; actitud comprensible, pero que al mismo tiempo –y nuevamente– reivindica la voluntad personal de la afectada, su decisión, la cual se inclina hacia el olvido, no hacia la memoria, y el rechazo a cualquier reparación económica o material.
Que esto último se considere –políticamente– como una película de corte izquierdista es un indicador de cuán profundamente reaccionario puede ser el escenario político peruano, sobre todo si consideramos que –en general, en esta muestra– estamos muy lejos de la defensa o tolerancia de opciones guerrilleras, insurreccionales o de violencia política. Aquí, la idea importante es que los derechos humanos son valores conservadores, pero no reaccionarios: miran el pasado y reivindica la memoria para combatir la impunidad y prevenir sucesos similares en el futuro. Mientras que quienes apelan al olvido buscan justificar los abusos del pasado y, eventualmente, podrían aplicarlos (o justificar su implementación) en el futuro y en contextos políticos no democráticos.
De otro lado, a muchos izquierdistas peruanos –sobre todo los más mayorcitos pero también a algunos de los más jóvenes– habría que ofrecerles un buen ciclo de cine cubano contemporáneo, para que tengan un conocimiento de primera mano y desde el interior del sistema sobre los mitos que aún subsisten sobre el comunismo soviético que pervive –si bien ya languideciendo en dilatado estancamiento– en Cuba. Los enfoques políticos de la mayoría de estas cintas, por tanto, cuestionan los lugares comunes y los dogmas tanto neoliberales y neoconservadores, como los comunistas.
Por otro lado, la simple enunciación temática de asuntos tales como la esclavitud sexual de mujeres jóvenes y la trata de menores, con su secuela de violencia contra la mujer no constituyen hechos aislados. Estos son fenómenos (en realidad, retrocesos) históricos que configuran aspectos negativas de la globalización, con sus fenómenos de migración ilegal y formas de explotación humana que se remontan a la esclavitud. Esto se evidencia en filmes que transcurren en la frontera entre Estados Unidos y México (“Las Elegidas” y “600 Millas”), las que encajan también en formatos de películas juveniles (a las que también pertenecen “Casa Grande”, “Solos” y, en menor medida, “Segunda Madre”) y policiales (grupo al que habría que sumar “Magallanes”).
Etnicidad y conservadurismo
Los filmes étnicos pueden ser (o tener aspectos) también bastante conservadores. “El Abrazo de la Serpiente”, por ejemplo, pese a su defensa del bosque, el ambiente y la población indígena es profundamente patriarcal (aunque este aspecto está enunciado risueña y muy fugazmente en la película). Su punto a favor, políticamente hablando, es que contrapone claramente el punto de vista del indígena contra el de los bienintencionados etnógrafos extranjeros. “La Tierra y la Sombra”, por su parte, presenta en un grado menor esta combinación de lo moderno con lo tradicional: aquí la mujer defiende lo conservador (apego a la tierra) contra su propia familia que busca sobrevivir (antes incluso que progresar) en otros lares, inclusive al precio de la vida de su hijo. Nuevamente, predomina la libertad individual sobre la presión social y esta decisión se orienta hacia valores tradicionales. Mientras que “Ixcanul” omite referencias políticas explícitas, aunque toda la película es una denuncia de la pobreza extrema y la subordinación de la mujer indígena a patrones de vida fuertemente patriarcales.
En el caso de “Carmín Tropical” dejamos lo político y pasamos a lo puramente étnico. Se trata de una cinta que combina la historia sentimental con el thriller, aunque de escaso suspenso. Lo interesante es que ocurre en Juchitán, Oaxaca, una localidad mexicana donde la población acepta y hasta promueve a los travestis (lo que constituye el factor étnico específico de esta obra). Pese a que su argumento no desarrolla este tema, el efecto es que el travestismo está normalizado –y esto constituye un componente de carácter documental–, es decir, que los personajes son tratados con perfecta naturalidad por la población, como cualquier otra persona. De esta manera, hay en esta película un componente de aceptación y promoción de la diversidad en términos simbólicos.
Finalmente, el tema de la religión está presente explícitamente en cuatro filmes, tres de los cuales son críticos con la Iglesia Católica: “El Club”, “El Abrazo de la Serpiente” e “Ixcanul”; pero las dos últimas tocan el tema de forma secundaria y tangencial, respectivamente. Mientras que uno es favorable a la fe religiosa pero a medias: “Rosa Chumbe” (dado el estilo un tanto bizarro de esta película). De otro lado, en “Aurora” la fe católica se presenta muy puntualmente y bajo una óptica positiva. No obstante, como lo hemos analizado en este balance, las propuestas de las iglesias cristianas están presentes en varias de las más importantes películas ofrecidas en esta muestra, aunque esa conexión no se menciona ni se cita expresamente.
Lean aquí la primera parte y la segunda parte de este Balance del Festival de Lima 2015.
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