Roger Waters the Wall ha sido sin duda, para la cartelera nacional, el mejor espectáculo traído a la pantalla grande en lo que va del año. Es difícil pensar, luego de verlo, que pueda ser superado. Es un excelente resultado luego de combinar satisfactoriamente la alta tecnología, la música en vivo y el cine. Un resultado que, aparte de maravillar por lo visual y sonoro, conmueve desde lo humano.
Tanto para los seguidores de la música de Pink Floyd, como para los no iniciados, este rockumental es un homenaje a la música en sí: a su atemporalidad, a lo que la origina, a su fuerza y a su capacidad de penetrar fronteras y generaciones.
Si bien el disco “The Wall” tiene más de 30 años, la potencia del mensaje, la rabia y el dolor contenido más la sensación del rechazo hacia la guerra sigue tan vigente como en 1979; un disco que podría estar situado en cualquier cualquier época de la historia, siendo el conflicto bélico un referente constante y representativo a lo largo del tiempo.
Roger Waters nos invita a acompañarlo a través de su música y sus vivencias, a ser parte de su catárquica experiencia la cual motivó a escribir el disco que más adelante sería la película Pink Floyd The Wall (1982), y que hoy es parte de esta otra gran película documental más íntima, más reflexiva. El ex vocalista de Pink Floyd nos presenta a sus fantasmas, nos invita a tomar una copa con ellos, a construir y a romper el muro que muchos de nosotros construimos involuntariamente mediante el miedo.
Experiencias como la de perder a su padre, ingeniero de profesión, quien a su vez también perdió a su padre a manos de la guerra, el atroz sistema educacional inglés al que fue sometido de niño, y a la tutela, y sobreprotección en algunos casos, de su madre quien tuvo que sobreponerse a todo para salir adelante junto al pequeño Roger. Alguien quien hoy, lejos de ser pequeño, sigue demostrándonos con un ejemplar, impecable y cuidadoso trabajo técnico uno de los miles de caminos posibles para canalizar la rabia y el dolor como él mejor sabe hacerlo, a través de la música.
Pareciera que el multitudinario concierto que Waters nos regala como parte de la gira de “The Wall” fuera exclusivamente dedicado para quien lo esta viendo. Grata e íntima sensación que compartimos todos en la sala, quienes por cierto, no dejan de sentir a lo largo de los 132 minutos de duración cómo, a través de los 50 parlantes, la música entra al cuerpo y se convierte en movimientos involuntarios para acompañar el ritmo. Es, quizás, la función que más movimiento ha registrado cualquier sala de cine en el año.
Dato: El rockumental «Roger Waters the Wall» sólo tuvo 4 funciones en Multicines UVK, en Lima. En principio fueron solamente dos, pero la rápida venta de las entradas obligó al cine a agregar tres funciones más. La última es hoy miércoles 27… y las entradas ya se agotaron :)
Este detalle, el de las mínimas funciones en cartelera, dice mucho del documental. Lo principal, es la intención, que no ha sido, ni es, la de abarrotar las salas de miles de espectadores sino de un público que busca una experiencia única.
[Actualización] Han abierto una nueva función, para el sábado 10 a las 9:20 p.m. en UVK Basadre, en San Isidro. La entrada cuestan 37 soles. ¡Corran a comprar!
Nick Mason, baterista de la banda junto a Roger Waters, nos regalan en la secuencia final después de los créditos una suerte de confesión en la que leen algunas cartas mandadas por aficionados de todo el mundo. Secuencia que es aprovechada para contar lo que nunca se contó, los rumores de los que no se hablaron más. Una sutileza sin duda, aunque un poco extensa considerando que es una escena aparte luego de los créditos, para cerrar con broche de oro la catarsis cinematográfica de un músico. Esperemos no tener que esperar demasiado para ver algo similar.
Deja una respuesta