Todos sabemos que la ficción se alimenta constantemente de la realidad, pero ¿cómo así las experiencias de vida se transforman en obras de ficción? ¿Qué mecanismos operan para que se de este salto? Son preguntas que nos hacemos todos luego de asistir a la puesta en escena de la muy recomendable «Lo que nos faltaba», obra dirigida y escrita por David Carrillo, quien a pesar de su larga experiencia en la dirección recién debuta como autor, y pareciera que su primera pieza trata de responder esas preguntas iniciales.
La historia se resume así. Manolo, un dramaturgo de mediana edad está en los ensayos finales de su obra -un conflicto de pareja donde dos seres afrontan los últimos momentos de su relación-. La inseguridad, el estrés y el naufragio de su propio matrimonio le pasan factura a Manolo quien sufre un bloqueo. De pronto se le nublan los sentidos a dos días del estreno y ante ello el resto del elenco: sus dos actores, su productor y su asistente tendrán que lidiar con la crisis y sacar adelante la obra. Sin embargo, cada uno de ellos también carga con dramas personales irresueltos. Así las cosas, el escenario se torna caótico y el montaje es como una olla a presión a punto de estallar.
A pesar de lo reseñado «Lo que nos faltaba» no es un drama, es más bien una comedia dramática que tiene varios momentos de humor (negro) que aportan ligereza al conjunto, la obra se digiere con facilidad y avanza a buen ritmo, es entretenida y llevadera, pero también compleja.
Esa complejidad va creciendo a medida que nos internamos en la historia. Carrillo se arriesga a usar un entramado que entreteje la historia del montaje que prepara Manolo, con las incidencias en la vida real del elenco. Asistimos a un contrapunto entre historias que van corriendo en paralelo, con diálogos y movimientos que requieren un timing preciso y buena capacidad histriónica de los intérpretes. Por momentos, los cuadros escénicos se desenvuelven ante nuestros ojos como si fueran un cuarto de espejos, donde ficción y realidad (y todo ello finalmente ficción) se reflejan, rebotan y crean una geometría fascinante. (A destacar la escena de los mensajes telefónicos, un ejemplo de lo mejor de la obra).
Entre los elementos y recursos de utilería hay que destacar uno que cobra especial importancia, se trata de una maleta de viaje, un objeto simple que adquiere dimensión especial y es centro de disputas, de equívocos y que finalmente asume metafóricamente la forma de una cavidad materna, un objeto que desencadena el cuadro final.
El desempeño de los actores es parejo, me gustó mucho el rol de Alejandra «Fito» Bouroncle, como la menuda asistente de Manolo, sacándolo de apuros y tratando de manejar el barco a la deriva que es el montaje, Carol Hernández y Claudio Calmet son la pareja protagonista, ella con poses de diva y él tratando de realizar el tránsito de la televisión al teatro, José Antonio Buendía como productor aporta la cuota humoristica y Andrea Fernández es la esposa de Manolo, un rol que cobra mayor importancia hacia el final de la trama. Por último el mismo David Carrillo encarna el rol principal, él es Manolo, el director en labor de parto teatral con lo que asume un riesgo adicional y añade más complejidad a la apuesta.
La obra producida por Plan 9, empresa formada en 2002 por David Carrillo y Giovanni Ciccia, nos brinda 90 minutos de puro teatro, nos muestra las interioridades de la creación y reflexiona sobre la esencia del arte que se desarrolla sobre las tablas. Una obra recomendable que es un buen debut de Carrillo en su nueva faceta de autor teatral.
Lo que nos faltaba
Temporada: Del 17 de septiembre al 13 de diciembre, de miércoles a domingo a las 8 pm.
Lugar: Teatro Larco (Av. Larco 1036, Miraflores)
Precios temporada regular
General: S/. 50
General en miércoles populares: S/. 40
Estudiantes y jubilados en miércoles populares: S/. 30
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