Cada vez que se anuncia la adaptación al cine de alguna serie o dibujo animado que me ha llamado la atención de niño o adolescente, me embarga cierta nostalgia y la duda por saber si el resultado es el que yo siempre imaginé, o si sucede lo usual, que hacen cualquier cosa y no siguen los lineamientos originales de dicho programa.
Por eso, cuando se anunció que llegaría la versión fílmica de Escalofríos, una serie que veía “religiosamente” por el recordado y extinto canal “Fox Kids” no quise pensar más hasta no ir al cine y juzgarla por mí mismo. Afortunadamente, puedo decir que el producto final es más que satisfactorio. Incluso, dentro de su rubro (y enfatizo las palabras “su rubro”) puede ser considerada como una sorpresa en la cartelera, de esas películas que uno no esperó mucho (o casi nada) pero con la que lo pasó muy bien.
El filme, como es obvio, está basado en los cuentos de corte de horror de R.L. Stine: una madre que se ha mudado con su hijo Zach al pequeño pueblo de Greendale porque ella ha sido designada directora de la escuela local. Al llegar a su nuevo hogar, Zach conoce a Hannah, su vecina de al lado, con la que entabla amistad de inmediato. Igualmente, luego haría lo mismo con Champ, su nuevo y muy asustadizo amigo.
Las cosas podrían ir de maravilla hasta que conoce al padre de Hannah, que le advierte que no se acerque a su casa o a su hija. Pero una noche, Zach escucha algo en la casa de al lado, sale a investigar y entra en la casa. Sin querer, abrirá un misterioso libro de cuyas páginas empiezan a salir diversos monstruos. Es aquí donde Zach descubre que el padre de Hannah es el famoso escritor R.L. Stine, quien mantenía encerrados a los monstruos que ha creado y que son reales. Ahora todos ellos formarán un equipo para traerlos de vuelta antes que destruyan la ciudad.
Debo decir que la construcción de la trama es lo que llama la atención. Aunque pueda parecer algo burda y obvia, los guionistas, al igual que el director Rob Letterman, han tenido un sumo cuidado al hacerlo y eso es un gran punto a favor.
El momento más importante (y nostálgico) es la presentación de los monstruos: con decir que escuché vitoreos y demás, cuando apareció en escena el más recordado de todos ellos: el muñeco ventrílocuo “Slappy”. Justamente es él quien dirige la horda de estos seres para que destruyan todo a su paso y dejen el pueblo en ruinas, algo que podría decir que fue sacado de Gremlins ya que el efecto es casi el mismo. Ver en pantalla gigante, y juntos, a los personajes de la serie como “Los Gnomos”, “La Momia”, “El Hombre Calabaza” o “Los Zombies”, fue como regresar veinte años en el tiempo.
Ha sido un gran acierto tener a Jack Black en el reparto para que le diera vida a R.L. Stine. Y no lo digo porque se parezca a él en particular, sino porque nunca desentonó, le dio vida y fuerza al filme. Asimismo, hubo una muy buena química con los jóvenes actores: Dylan Minnette como Zach, quien luego de verlo hace unos años atrás como el antagonista en Déjame Entrar del 2010, ha sido un gran cambio y funcionó. Odeya Rush como Hannah y Ryan Lee como Champ cumplen al mismo nivel sus papeles, aunque el segundo esta unos pasos más arriba que la joven actriz.
Antes del estreno de Escalofríos, Sony ya había confirmado su secuela y ahora que la pudimos ver, pues no parece ser una mala idea. Solo un pedido muy especial: continúen con esta guía argumental que ha funcionado muy bien y no caigan en el facilismo.
«Escalofríos» es divertida, satírica y muy simpática historia. Un buen homenaje a la serie y a todos aquellos que crecimos con ella en la década del 90. Toda una sorpresa.
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