Los juegos del hambre: Sinsajo – parte 2 mantiene el tono gris de la primera parte, una película desesperanzadora en muchos momentos, llena de silencios, tiempos muertos y conversaciones desoladoras que generan atmósferas lúgubres. Da la sensación que estos personajes son caminantes errantes, sin rumbo, enfrentados los unos a los otros. Por un lado, el Capitolio liderado por el contundente Presidente Snow (Donald Sutherland), y por otro, la resistencia del Distrito 13 liderados por la Presidenta Alma Coin (Julianne Moore) junto a los rebeldes del resto de distritos.
Sinsajo tiene un prólogo bastante interesante en el que se refuerza ese alejamiento entre los personajes que en un inicio fueron amigos. Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), lejos de la chica indecisa y desorientada de la primera película de la saga, ahora toma el papel de una líder resuelta que vive afectada de sobremanera emocionalmente. Sobre todo en su relación con Peeta Mellark (Josh Hutcherson), quien ha perdido su identidad luego de que Snow lo mantuviese prisionero.
Esta relación toma fuerza por momentos y se vuelve turbia en otros mientras realizan un viaje hacia el Capitolio con el fin de asesinar a Snow, cargado de episodios intensos y realmente dramáticos como aquella persecución en los túneles claustrofóbicos, un suspenso creciente que llega a estremecer en una secuencia bastante lograda, pero también con algunos momentos vacíos e incongruentes dentro de la trama, como aquellas cámaras que lo graban todo a excepción casual del refugio al cual han entrado estos personajes.
Desde un inicio todo apunta a que sucederá una gran batalla, al menos eso es lo que uno espera; sin embargo, ocurre todo lo contrario, el evento final y clímax dentro del film, está soterrado en una última decisión a cargo de Katniss Everdeen, una resolución abrumadora en la que puede cambiar el destino de nuestros personajes, un momento que si no hubiese sido predecible, quizás hubiese generado un mayor efecto.
Sin embargo, este preámbulo al final me resulta coherente en una película de acciones lentas, sin espacio para escenas de acción gratuitas, como sí sucedía en las dos primeras. Esta quietud del ritmo genera una intriga mucho mayor a partir de los diálogos, de esos espacios muertos de supervivencia que dan paso a las relaciones entre los personajes.
Gracias a ello Sinsajo – parte 2 es una película mucho más madura, llena de sutilezas, siempre acercándonos a la desesperanza en la premisa clara de que en la guerra todos pierden.
Es decir, la película es un disfraz ficcionado de la realidad, un retrato de los daños emocionales que causa la guerra y un intento por recobrar esas memorias pérdidas, aquellas que quizás puedan ser reconstruidas entre nosotros mismos, por un amor honesto que nos ayude a comprender la realidad, o por sencillamente plantar un primrose.
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