La comedia es uno de los géneros que más se produce en el cine peruano actualmente. No obstante, son tan pocas las buenas comedias hechas en nuestro país que se pueden contar con los dedos de una mano. Como en el cine, la auspiciosa ópera prima de Gonzalo Ladines, hace méritos para ingresar en esa lista.
Nico (Manuel Gold) se entera de que su novia le fue infiel y termina completamente devastado. Para combatir la depresión, decide retomar sus sueños postergados: escribir un guion y filmar un cortometraje. Para ello, recluta a sus viejos compañeros de la universidad, con quienes debe ingeniárselas para completar la misión con muy poco presupuesto.
Como en el cine nos presenta una galería de personajes que se resisten a madurar y a asumir mayores responsabilidades, a abandonar la algarabía de la adolescencia. Coleccionan una serie de fracasos, pero a ellos parece no importarles mucho.
En el rol protagónico, Manuel Gold confirma su talento natural para la comedia y sus neurosis parecen un homenaje a Woody Allen. Por su parte, Andrés Salas está acertado como un guionista de telenovelas que se siente atascado en un trabajo que claramente no le apasiona.
El trío principal es completado por Pietro Sibille, quien logra la mejor actuación del elenco interpretando a Rolo, un jefe de prácticas hastiado de sus alumnos. Sibille demuestra una vez más su versatilidad y arranca más de una risa con sus constantes comentarios teñidos de sarcasmo. Dos escenas para el recuerdo: la corrección de exámenes y la resistencia a cambiar de música en su auto.
De los personajes femeninos, el más destacado es Dani (Gisela Ponce de León), la mejor amiga lesbiana de Nico, quien lo acoge en su casa. En cambio, el personaje de Fiorella Pennano (Ariana, la actriz que protagoniza el corto de Nico) no evoluciona al mismo ritmo de los demás, sino que cumple un rol casi decorativo.
El talentoso Guillermo Castañeda es desperdiciado en el pequeño papel de un gay amanerado cliché y unidimensional. Es notoria la diferencia con el personaje de Dani, que tiene más matices y una personalidad más definida.
Por otro lado, un aspecto que llama la atención es la presencia ciertamente intrusiva de la marca del auspiciador (un banco) en el relato, mostrando a los personajes sacando una tarjeta de débito y yendo al cajero. Esto es algo que hemos visto también en otras películas recientes, como Asu Mare o A los 40, en las que el product placement llega distraer demasiado la atención. Esto lamentablemente seguirá siendo un mal necesario en el Perú, en el que las condiciones para hacer cine hacen que las productoras locales dependendan de auspiciadores que imponen estas exigencias comerciales.
Volviendo al desarrollo de la película en sí, el director y guionista Gonzalo Ladines trae consigo algunos elementos reconocibles de la serie web «Los cinéfilos», de la que es cocreador: una serie de referencias a películas y directores de culto, un humor corrosivo y una cofradía de amigos que encuentran en el cine una terapia y un vínculo que los hermana.
Pero mientras que «Los Cinéfilos» es una propuesta en la que brilla mucho más la incorrección política, «Como en el cine» arriesga menos en ese aspecto, seguramente porque se propone llegar a un público más amplio. Aún así, es una comedia que se siente auténtica, pues nos invita a reconocernos en esos personajes imperfectos, rebeldes y unidos por una genuina devoción al cine.
"Yo no me afeito, soy cinéfilo" ;)
Hablan @manuelgoldp y @GonzaloLadines: https://t.co/bI3yDpb6Ob #ComoEnElCine
— Cinencuentro (@cinencuentro) November 22, 2015
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