El Clan del reconocido director Pablo Trapero (Elefante Blanco, «Carancho») es uno de los estrenos argentinos más esperados del año. Una película que dejará satisfecho a más de uno y que demuestra la calidad que pueden llegar a tener las producciones cinematográficas en dicho país.
El filme está basado en el caso policial del Clan Puccio que conmocionó a la sociedad argentina a principios de los años 80, el cual centra principalmente en Arquímedes Puccio, empresario miembro del servicio de inteligencia argentino, y su hijo Alejandro, estrella de rugby en la selección argentina.
Ambos se ven involucrados en una red de secuestros de personas adinearadas, Arquímedes como cabecilla, y Alejandro como cómplice. Este clan mafioso secuestraba a sus víctimas y luego de recibir un millonario rescate asesinaban al secuestrado. Por supuesto, para cuando Alejandro (Peter Lanzani) logra ser consciente de estos asesinatos, ya es demasiado tarde. Él tampoco puede hacerse de la vista gorda, pues es su propio padre (Guillermo Francella) el líder de esta organización y es su propia casa el lugar donde retienen a los secuestrados.
Alejandro, siendo un jugador muy famoso y querido de la selección argentina de rugby «Los Pumas», tiene todo un futuro promisorio por delante, del cual su familia se siente muy orgulloso. Él tiene que lidiar entre estas dos contrastantes realidades.
La única manera que tiene Alejandro de renunciar a todo, sería viajando al extranjero y cortar el contacto con su familia, algo que su hermano Daniel hizo un par de años atrás. Esto, sin embargo, le resulta muy complicado de realizar. Y mientras más tiempo pasa con su padre, más difícil se le hace evadir esta dramática situación.
Francella y Lanzani son los ejes centrales de la narrativa de El Clan, dos correctos actores que logran llevar el peso del filme con gran eficacia. Especialmente Lanzani quien tiene que competir contra un Francella más experimentado y consistente. El personaje de este último es quien irá desarrollándose de una manera más notoria, desde un joven deportista con gran futuro hasta una persona desgraciada por los problemas inevitables que el “negocio” de su padre le ha causado.
La película aprovecha la condición de Alejandro para desarrollarlo como el personaje más identificable del filme, a diferencia de Arquímedes, quien ya es un hombre mayor y que no tiene problemas para mostrar el cinismo característico de un criminal, sin caer para nada en la teatralidad.
El resto del reparto también es bueno, las actrices secundarias que hacen de las hermanas, novia y madre de Alejandro (Antonia Bengoechea, Stefanía Koessl, Giselle Motta y Lili Popovich, respectivamente) logran un trabajo cumplidor, acorde a las exigencias de cada rol, a pesar de que el filme no profundiza demasiado en ellas. Debido a la estructura que la historia posee, tampoco parece tan necesario, ellas básicamente son la representación del lado hogareño de Arquímedes y Alejandro.
Que los hermanos de Alejandro, Daniel (Gastón Cocchiarale) y Guillermo (Franco Masini), salgan o entren en escena no dificulta tampoco el desarrollo. Digamos que son el contraste de una sola idea: la soledad es el precio de escapar de la pesadilla en la que toda la familia Puccio, quieran o no, está envuelta.
Felizmente las escenas de secuestro intentan ser lo menos redundante posibles, Trapero no trata de dramatizarlas de manera exagerada, y logra insertarlas con fluidez en el montaje de la película. La música utilizada en el metraje me pareció destacable, contrasta en muchas ocasiones con las duras imágenes que vemos en pantalla, e incluso agiliza ciertas escenas (atención especial a la última secuencia del filme, acertadísima la canción «Sunday Afternoon» de The Kinks).
En conclusión, El Clan es una cinta sólida, entretenida, satisfactoria y sin duda, una de las mejores alternativas en la cartelera peruana, de lo mejor que se ha estrenado este año tan saturado de secuelas y remakes de blockbusters.
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