Se estrena en Lima lo nuevo del español José Luis Guerín, La academia de las musas, en la sección Transficciones del Festival Transcinema. La función es el lunes 7 a las 9:30 p.m. en el CCPUCP.
A continuación presentamos un texto de Nicolás Carrasco, quien pudo ver el filme de Guerín en su estreno en el Festival de Locarno, en agosto pasado como corresponsal de Desistfilm:
El cine como el arte del deseo
El último film de José Luis Guerín empieza con el registro de una clase impartida por el filólogo italiano Rafaelle Pinto en torno a la literatura, en especial a aquella relacionada a la figura de las musas, pero buscando regenerarla. Como contraplanos del profesor, Guerín registra las reacciones de los estudiantes a la cátedra, en su mayoría mujeres de edades diversas, quienes a menudo muestran su disconformidad con los postulados del profesor. El “patriarcado” es mencionado más de una vez como el enemigo común de las alumnas que más participan.
Este inicio es relativizado por una conversación que vemos en la siguiente escena. Filmados a través de una ventana, el profesor y su esposa discuten. La mujer, a quien hemos visto también en la clase, lo confronta con una ironía cortante, recordándole que el amor es una invención literaria, tal vez la más terrible y la más perjudicial, ya que convierte a las mujeres en amas de casa reprimidas. El profesor, sin embargo, se defiende respondiendo que su cátedra lo que busca regenerar el mundo, a través de la poesía.
Estas posiciones contrarias articulan todo el film de Guerín, suscitando intercambios no solo entre el profesor y su esposa, sino también entre profesor y alumnas, y entre las dos alumnas que adquieren más protagonismo. Tomando como referente La pirámide humana de Jean Rouch, Guerín filma estas dinámicas dentro y fuera del aula como si se tratara de un documental. Conforme avanzan las clases y los días, lo que en un principio aparentaba ser un registro convencional se va revelando como una ficción en la que los personajes se representan a sí mismos. La puesta en escena se hace cada vez más rigurosa y va paulatinamente abandonando el aula. Y, como es de esperar en un film de Guerín, algunas jóvenes, las “musas” de la clase, van tomando protagonismo en la historia, se forman vínculos que luego se complican, y los celos surgen.
Una de la preguntas que se hace Guerín en el film es qué relación hay entre lo dictado en clase y la vida. ¿Qué relevancia tiene seguir dictando la relación de Dante y Beatriz? ¿Aún son posibles los amores como los de Lancelot y Ginebra? En el desarrollo de la trama, las estudiantes se revelan no como musas pasivas, sino como musas hijas del siglo XXI, que no dudan en tomar la iniciativa y terminar guiando las acciones de Rafaelle. Pareciera como si pusieran en práctica los postulados de la clase.
El profesor, intelectual que cree en las palabras y en su poder de cambiar a las personas, experimenta de primera mano esos motores eternos de la ficción que son el deseo, la seducción y el amor, que al principio dicta como materias de su curso. Los personajes de Guerín están tratando de amar, tienen ánimo de amar, y Guerín encuentra en ellos, con ternura y admiración, las materias ejemplares para su cátedra sobre el cine como el arte del deseo.
(Texto publicado originalmente en Desistfilm)
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