No estamos solos, segundo estreno del cine peruano en salas comerciales del 2016, es el claro ejemplo de lo que debemos esperar de las producciones nacionales, independientemente de gustos y géneros: películas con estándares técnicos que no tengan nada que envidiar a producciones provenientes de otras partes del mundo. Estamos ante una película muy recomendable, no solo por el hecho de ser peruana, sino por tratarse de una producción bien lograda.
La película dirigida por Daniel Rodríguez Risco cuenta la historia de una familia que se muda a una misteriosa casa en las afueras de Lima y desde la primera noche son acosados por presencias sobrenaturales, debido a lo cual solicitan la ayuda de un sacerdote de la localidad.
Reconozco que el guion no es para nada original, pero la realización del mismo es impecable. Cumple con el objetivo principal de cualquier película de terror que es transmitir miedo y logra capturar la atención de los espectadores. Las actuaciones de los protagónicos interpretados por Fiorella Diaz y Marco Zunino son buenas, resultando naturales y convincentes. Mientras que Lucho Cáceres una vez más muestra su talento y se luce, interpretando al sacerdote a cargo del exorcismo. Mención especial para la actuación de la niña Zoe Arévalo que interpreta a Sofía, una complicada y temperamental niña de ocho años que es la principal víctima de las presencias paranormales en la casa. No encuentro una sola actuación que no cumpla con las expectativas, lo cual habla bastante bien de la dirección de actores.
La fotografía, banda sonora, efectos especiales y la dirección de arte también están a la altura, generan valor y aportan para construir la atmósfera necesaria para una película de este género. Además se aprovecha de la mejor manera posible un elemento muchas veces fallido en producciones nacionales: el sonido.
También debemos ser sinceros en reconocer que se cae en una serie de lugares comunes propios de cintas de terror, elementos tales como la enigmática casa donde hubo una serie de asesinatos no esclarecidos, el sótano secreto, los ruidos debajo de la cama, etc. Además, la imagen que nos muestran del exterior de la casa (moderna y contemporánea) no guarda mucha relación con la del interior (antigua y clásica).
El guion es el punto más flojo de esta película, problema recurrente en la mayoría de producciones nacionales recientes, independientemente del género que se trate. La historia se sostiene en referencias muy marcadas a clásicos del cine de terror como El exorcista, Actividad paranormal, o El conjuro. El aporte propio en este aspecto es casi nulo y los personajes, a pesar de las buenas actuaciones ya mencionadas, no están del todo bien construidos. Se nota un excesivo cuidado por las formas pero también cierto descuido por el fondo.
A pesar de las falencias mencionadas, en el balance final el resultado es satisfactorio, pienso que este es el tipo de producciones que necesita el cine peruano para lograr el crecimiento que todos esperamos. Estamos ante un producto que puede gustar o no, pero lo que es indudable es su nivel de producción.
Conversamos con el director de #NoEstamosSolos: "El miedo es la explosión del suspenso" ► https://t.co/jDpeXf3rH8 pic.twitter.com/LIEY8FEJ6U
— Cinencuentro (@cinencuentro) January 20, 2016
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