El Corresponsal del Huáscar (Luis Enrique Cam, 2015) es un documental difícil de apreciar en una primera visión. Es como estar a bordo de una nave estremecida por un maretazo. El maremágnum de información histórica de la Guerra del Pacifico (Perú – Chile, 1879), toma al espectador desprevenido desde la primera a la última imagen.
Uno mira el documental, como asustado. Esto que parece un defecto estructural, es una estrategia en la construcción emocional del producto fílmico. Es decir, se trata de poner al espectador actual en la incertidumbre y angustia del ciudadano peruano, en los años 1879, atento a las correrías del monitor Huáscar, aquel endeble navío nacional enfrentado solo y en desventaja, frente a la poderosa armada chilena. Un testigo excepcional, narra para el país, desde un periódico, la epopeya. El desigual combate sobre las olas de David contra Goliat. Julio Octavio Reyes, el periodista, enviado especialmente por «La Opinión Nacional», vive en carne propia el drama, la pasión, la leyenda, y la transmite desde las crónicas diarias con tanta fuerza, que traspasa 140 años después y nos vuelve a conmover con su prosa literaria la sincera emoción, de estar ante personajes sin igual, sin parangón, especialmente, el almirante Miguel Grau que junto a otros, ingresan a la historia y a la eternidad en brazos del amor patrio.
Otro conflicto de interés en el documental es seguir el armado del contexto del suceso, interesado en establecer el entorno económico (la codicia por el salitre peruano – boliviano), social (la anarquía política en el Perú y Bolivia), militar (desordenado y desarmado en Perú y Bolivia, cohesionado y armado en Chile), internacional (interés del imperio británico en azuzar a Chile al conflicto, porque tenía inversiones en minas de salitre en este país del sur).
La trama de este complejo marco está enhebrado por entrevistas a historiadores de la talla de José Agustín de la Puente y Héctor López Martínez, que son presencias poderosas, voces autorizadas, grabadas en vivo y en directo a gente del siglo XXI. En medio de este concierto de versiones descarnadas, asépticas, desapasionadas, surge la voz en off de un fantasma, Julio Octavio Reyes, el periodista del siglo XIX, que nos sobrecoge desde el más allá con sus reportes apasionados, contaminados de sangre y pólvora, y encarnados en el propio cronista, que goza con cada victoria del “Huáscar”, que sufre y llora por la pérdida de cada tripulante, que le parece ver en Grau, a Cristo angustiado por el próximo martirio.
(Texto escrito por Nelson García Miranda, cineasta)
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