Qué bajo ha caído Alex Proyas. Aquel director australiano que nos trajo películas tan magníficas como Dark City o El Cuervo, está de vuelta en la cartelera local, esta vez con un producto bastante menos satisfactorio. «Dioses de Egipto» no solo es fallida debido a la “blanqueada” de sus roles protagónicos; la película ni siquiera sirve como algún tipo de placer culposo por el simple hecho de que es aburrida. Sí, es tan cursi como muchos nos imaginábamos desde la primera vez que vimos el trailer, pero también es tediosa… y ese es un adjetivo que ningún director de una cinta épica quisiera escuchar sobre su más reciente producción.
«Dioses de Egipto» no se desarrolla en un Egipto basado en la historia antigua; más bien, la narrativa combina elementos de mitología con fantasía pura para desarrollar una cinta incoherente, alocada y extremadamente alejada de lo que uno esperaría de un filme basado en la cultura egipcia. Si creían que La Momia era inverosímil, tienen que ver esto.
Nikolaj Coster-Waldau interpreta al dios Horus. ¿Su misión? Detener a Set (Gerard Butler), quien se autodeclaró Rey de Egipto y está a punto de desatar el caos por todas partes. Para ello, necesita recuperar sus ojos (los cuales fueron arrebatados por el propio Set, y escondidos en una bóveda llena de trampas), por lo que recibirá la ayuda de un ladrón mortal llamado Bek (Brenton Thwaites) que quiere recuperar a su fallecida novia, Zaya (Courtney Eaton). La unión de estos personajes resultará en una aventura llena de acción agotadora y efectos especiales mediocres.
Alex Proyas solía ser un director con cierto interés. Lamentablemente, ese ya no es el caso. Hasta su más reciente fracaso, la inconsistente «El Presagio» (comienza muy bien, pero concluye con uno de los finales más decepcionantes que jamás haya visto), tenía momentos brillantes, en los que uno se daba cuenta de que Proyas estaba tratando de hacer algo ambicioso y diferente. Pero eso no sucede con Dioses de Egipto. Esta película es exagerada simplemente porque puede serlo, porque cree que si lanza a la pantalla decenas de personajes e imágenes generadas por computadora, el público se distraerá e ignorará lo estúpida que es la trama. Pues la película está equivocada.
Ahora, no voy a dejar de admitir que Proyas logra presentarnos un par de planos visualmente impresionantes (la toma en la que se revela que todo se desarrolla en una Tierra plana no está del todo mal), pero en general me cuesta que creer que esta cinta haya sido realizada por la misma persona que demostró tener un gran ojo para la composición de planos y la fotografía con películas como las mencionadas líneas arriba. «Dioses de Egipto» no solo se ve mal, se ve anticuada, y por momentos me recordaba más a un juego de video (malo) que a un filme hollywoodense de gran presupuesto. Cuando las transformaciones de tus protagonistas te recuerdan a los “Animalities” de Mortal Kombat: Aniquilación, sabes que estás en problemas.
Desafortunadamente, ninguno de los actores parece darse cuenta de que están siendo parte de una ridiculez. Si hubiese sido así, al menos hubiéramos tenido actuaciones divertidas y/o exageradas. Nicolas Coster-Waldau interpreta a Horus como el héroe arquetípico. Gerard Butler trae de vuelta a Leonidas de 300, con acento escocés y todo. Geoffrey Rush se ve aburridísimo; Brenton Thwaites da una actuación que me hizo recordar a Hayden Christensen en «Star Wars: Episodio II – El Ataque de los Clones» (nunca una buena señal), y la bella Courtney Eaton fue contratada únicamente para eso: verse bella. El hecho de que aparezca usando grandes escotes en casi todas sus escenas es la prueba máxima de ello. Por ende, es imposible evaluar su talento en base a su aparición en Dioses de Egipto.
Uno no puede escribir sobre «Dioses de Egipto» sin mencionar las controversias raciales que se generaron a partir de la elección del reparto. Hoy en día, resulta realmente ridículo realizar una película épica y (supuestamente) de época como esta y contratar casi exclusivamente a actores y actrices caucásicos para que interpreten a egipcios. Y el argumento de que es necesario contratar a artistas de renombre (algo como lo que declaró Ridley Scott luego de estrenar la mediocre Éxodo: Dioses y Reyes) simplemente no funciona en este caso; el único actor relativamente famoso en Dioses de Egipto es Butler. La presencia de Chadwick Boseman (interpretando a Thoth, dios de la sabiduría) y Elodie Yung (como Hathor, caracterizada de manera algo misógina, para colmo de males) ayuda un poco a aliviar el problema, pero no lo corrige.
«Dioses de Egipto» es un blockbuster lamentable, una película llena de escenas de acción inverosímiles (incluyendo una secuencia que utiliza el efecto bullet time, recurso que dejó de ser efectivo hace años) e ideas sin pies ni cabeza. Después de todo, ¿en qué otra película podríamos ver a Gerard Butler manejando un carruaje volador que es jalado por escarabajos gigantes, o a Geoffrey Rush atacando a un monstruo gigante hecho de dientes y nubes con un bastón que tira fuego? Supongo que Dioses de Egipto podría ser disfrutada irónicamente por aquellos que aman las películas extravagantes, pero para este crítico, el filme solo da risa durante los primeros diez o quince minutos. Y para eso, mejor sería verla en DVD o Netflix.
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