A fines de marzo pasado concluyó El Otro Documental – EOD2016, el intenso taller creativo organizado año a año por DocuPerú, el colectivo que dirige José Balado junto a su tropa de jóvenes documentalistas.
Este año me animé a participar directamente, dejando de lado por unas semanas la cobertura periodística, para adentrarme con más dedicación al quehacer documental. Y tras sobrevivir al EOD, puedo decir que ha sido una muy buena decisión, una inversión de tiempo, dinero y esfuerzo que luego de cinco semanas de inmersión total en el mundo documental, te deja la mente abierta: lista para ver todas esas nuevas películas por descubrir, y para desarrollar esas ideas que se discutieron y trabajaron en la parte final del taller práctico.
Uno de los productos finales que deja El Otro Documental son los cortometrajes que se realizan durante las tres últimas semanas del taller. Son 4 nuevos documentales que, creo yo, reflejan cada uno a su manera, mucho del ánimo que compartimos los talleristas durante estas semanas: un espíritu cuestionador, sensible, reflexivo y autocrítico.
GRAN GRAN GRUPO! GRACIAS EOD2016!Foto – Gabriela Concha
Posted by DOCUMENTAL PERUANO on Thursday, March 24, 2016
Esta vez, en lugar de hablar de los documentales y dar algún juicio de valor sobre ellos, pensé que sería mejor invitar a mis compañeros y compañeras, directores de cada uno de los documentales, a que compartan unas líneas sobre su experiencia en El Otro Documental, y nos cuenten algo más sobre las películas colectivas que ellos condujeron. Leámoslos a continuación:
Elvira Gálvez Límaco, directora de «Isla»
Soy estudiante de periodismo de la PUCP y este año decidí inscribirme en el taller El Otro Documental. Fue una experiencia enriquecedora y de constante aprendizaje durante varias semanas. El taller teórico fue un espacio en el que se compartieron ideas sobre el documental y además se buscó crear debate sobre ciertas problemáticas que aquejan a nuestro país. El taller práctico fue probablemente la etapa más dura para todos los grupos, ya que debíamos pasar por un proceso de creación colectiva para pulir una idea que debía ser reflejada en un corto documental. Mi grupo decidió hablar del proceso de migración que se dio en los años 90 en nuestro país, a través de mi historia familiar y teniendo como inspiración el libro “Isla”, escrito por mi abuelo, en el que se da a conocer la historia de un grupo de viajeros hace 30 años.
Durante el proceso de creación nos dimos cuenta de que la historia retratada en el libro era muy similar a mi historia y llegamos a la conclusión de que las experiencias de migración en nuestro país siguen teniendo causas y consecuencias muy similares. Junto a mis compañeros del taller y mis asesores pudimos sacar a flote con mucho esfuerzo el corto documental y valoramos mucho el proceso de creación, pues creemos que son los momentos en los que más se comparte y aprende. Creo que fue una muy buena decisión llevar este taller porque por fin encontré un espacio en el que pude compartir mi gusto por el documental con otras personas y además porque considero que me han llenado de energías para seguir explorando a través de la realidad. Muchas gracias a todos los amigos de Docuperú y a todos mis compañeros de taller, sigamos tomando la realidad para contar historias documentales.
Stephanie Weiss, directora de «Perú a la brasa»
Inicialmente las dos semanas teóricas del taller son una sobredosis de posibilidades para la cabeza y el corazón. Para la cabeza, porque hay cientos de documentalistas de quienes contagiarse pasión y aprender distintas formas de contar historias. Para el corazón, por la creciente ansiedad que sentía frente a la idea de poder crear algo que genere empatía, mientras se rompen barreras simbólicas como emocionales.
Las semanas del taller práctico traen, tal vez, más preguntas que respuestas. Una de las lecciones que considero más trascendentales en mi paso por el EOD, es la de desaprender limites creativos y narrativos. Más allá de los movimientos generados por otros documentalistas, a quienes admiro y me inspiran, he encontrado en este corto e intenso proceso, la posibilidad de crear y cuestionar más allá de lo que inicialmente me imaginaba que podía dar la experiencia documental. “Perú a la brasa” lleva consigo una clara carga ideológica. Una historia cuyo objetivo es generar discusión y cuestionamiento que relativiza la realidad. Se parte de la necesidad y urgencia, como mucho del cine latinoamericano, haciendo énfasis en la contradicción, la mayor de las pugnas que se viven en este continente.
Todo el proceso fue cuestionado dentro del equipo constantemente y eso resulto en tener una versión final que ni nos podríamos haber imaginado al principio. Creo que todo el equipo asumió el gran reto de reinterpretar la realidad y varios de sus símbolos, mientras se cuidaba el hacer crítica con justicia a la historia que se cuenta y los actores involucrados. Por ejemplo, el documental utiliza mucho material de archivo en el estado en el que se encontró. Dando paso a que las imperfecciones formen parte del lenguaje, no como errores, sino más como propuesta narrativa. Creo que el formato y calidad de los mismos han traído, en sí mismos, un mensaje sobre las diferencias que existen entre los temas que tienen recursos para ser contados, en comparación con otros, nacidos de la mismísima lucha y necesidad.
El proceso mismo de darle un final al documental fue tal vez una de las partes más difíciles para mí. Recuerdo que durante la semana del taller teórico, José Balado dijo que “el no tener respuestas es revolucionario”. Creo que yo termino interpretando esto a mi manera y así, el documental termina con una reflexión y una pregunta, que invita a muchas otras. Salgo muy agradecida de este proceso y con mucho más por cuestionar y aprender. Si después de ver los documentales que se generaron en el taller, los espectadores salen con algunas preguntas y ganas de googlear datos, creo que hemos cumplido con nuestro objetivo.
Gabriela Concha, directora de «Cenando flores»
Durante el taller EOD he tenido la oportunidad de llevar a cabo un proyecto sobre el aborto en el Perú, que por su clandestinidad es un procedimiento que causa la muerte a miles de mujeres cada año.
Nuestro equipo tuvo la gran oportunidad de entrevistar a cuatro mujeres que habían pasado por este proceso y que ofrecieron su testimonio personal para el documental. Ha sido un proceso muy catártico para todo el grupo, y creo que nos hemos enriquecido enormemente compartiendo con nuestras colaboradoras su dolor y lucha contra un sistema que puso sus vidas en peligro.
El aprendizaje durante el taller ha sido muy gratificante y creo que nos ha recordado a todos los participantes cuál es el objetivo principal de la educación: comprometernos con nuestro entorno y darle una voz a quienes con urgencia necesitan de ella. Apostar también por el medio documental para compartir nuestra historia y transformarla en una herramienta de cambio y de unión.
Antonio Alvarez, director de «Macedo»
La noche de la proyección del documental, inspirado en sus días actuales, Lucho Macedo fue aplaudido quizá con la misma euforia de sus más importantes presentaciones a lo largo de su vasta carrera musical. Luchito -como lo llamamos de cariño los miembros del equipo a cargo del rodaje- se puso de pie en cinco ocasiones y con la misma humildad de siempre atinó a levantar la mano y a sonreír al público presente en el C.C. CAFAE.
Esa fue siempre la actitud que tuvo con nosotros los cuatro días que estuvimos en su casa grabando el documental. Pese a sus 86 años, nuestro personaje estuvo disponible para cada recreación de los momentos. Eso fue importante para nosotros ya que si bien conocíamos el tema a trabajar y las escenas a registrar, no teníamos muy en claro el guion que sería nuestra hoja de ruta durante todo el proceso.
Al ser yo periodista y tener a cargo la dirección del documental, José Balado, director de Docuperú, me puso como reto evitar acercarme al reportaje y propuso buscar una forma distinta de contar la vida de un experimentado pianista, un músico que había compartido tarima con Daniel Santos, Johnny Pacheco, Celia Cruz, Tito Rodríguez y demás luminarias de la música latina. ¿Cómo hacer eso? Me rompía la cabeza mañana, tarde y noche, buscando la manera.
Pasamos dos días haciendo y deshaciendo ideas. Hasta que por fin la ilación la encontramos al momento de la edición. Bastó prender la mecha para poder continuar con el resto de la historia. Así pues, terminamos un trabajo que en sus poco más de 15 minutos de duración, el protagonista no habla, mas sí lo hacen los objetos de su casa: cuadros, discos e instrumentos musicales.
Quisiera concluir estas líneas agradeciendo a mis compañeros de equipo que hicieron posible “Macedo”, el documental, y a todos los muchachos de Docuperú que siempre nos asistieron en lo que necesitábamos.
Bonus
Para completar este artículo dedicado al EOD2016, quisiera dedicarle unas líneas a ArSu, la casa que nos alojó durantes las semanas del taller. ArSu es una escuela muy singular ubicada en el corazón de Jesús María, un espacio que realmente invita a aprender, una casa en la que comprobamos que el conocimiento y el aprendizaje no tiene porque estar reñido con la diversión y la libertad de espíritu. Le pedí a Pavel García, director de ArSu, que nos cuente más sobre este Árbol de Sueños:
Educación, diversidad, cultura
Posted by Árbol de Sueños on Saturday, November 21, 2015
¿Qué es ArSu?
Es una asociación educativo-cultural que nace de la necesidad de creer que se pueden fomentar espacios de formación distintos, con aroma y formas que representen las tradiciones populares del Perú y de nuestra América Latina. Es una idea que ha ido cobrando fuerza desde su inicio, el cual, mirando con rigor data de nuestra infancia en Breña (Roberto Mosquera ‘Tito’ y yo). ArSu, es la suma de sustantivos: ArBol = naturaleza, proceso, dedicación, vivienda, inspiración / SueÑos = proyectos realizados desde la firme creencia en ideales hermanados con la(s) realidad(es).
¿Cómo nace este árbol de sueños?
Hay varios nacimientos. El primero fue la necesidad de valorar las tradiciones de nuestra cultura popular. Los sectores populares no somos solo un dato económico llamado pobreza. Somos, sobre todo, realismo danzante, colorido, juego, hermandad, ingenio, lealtad, trabajo colectivo, vecindad. Eso que occidente llamó “realismo mágico”. Otro nacimiento fue nuestro primer taller en un populoso barrio barranquino, cerca de Malambito: “Aprendiendo a aprender” (con el Chulo, la Fer, Tito y yo, Pavel). Otro nacimiento fue la Puerta L, espacio de formación por las tardes (con la Ali, el JuanMa, Tito, Marina, Chiarita y yo). Nuestro último nuevo nacimiento es la Casa ArBol, con su Comunidad de aprendizaje (escolaridad en casita con calle, con barrunto y con la batería, con nuestro ayllu urbano). Así también hemos iniciado una nueva ruta con los colegas del Averno, el emblemático grupo de hombres y mujeres que impulsaron aquel bastión libertario cultural en el jirón Quilca, y ahora con los Docuperu, liderados por José Balado, un waiki de la vida, quien me impulsó a la aventura de la comunidad de aprendizajes dándome la responsabilidad gigantesca de acompañarlo a él y a Milagros a educar a su Gabo querido.
¿Cuáles son sus objetivos a futuro?
El objetivo próximo es seguir materializando sueños como poder brindar nuestros saberes a más hombres y mujeres de nuestra tierra, seguir aprendiendo a vivir en nuestras diferencias, continuar trabajando “duro y parejo” –como dicen en San Breña- para ser actores activos de las transformaciones de nuestra vida, de nuestra sociosfera. Esperamos convertirnos en una Casa de puertas y ventanas abiertas, esperamos poder ser una alternativa para que colectivos y comunidades se expresen, esperamos ser parte de una nueva manera de comprender nuestra identidad y el valor testimonial de ella para el desarrollo de la humanidad en tiempos de postmodernidad, esperamos seguir siendo un espacio con una pedagogía del devenir, esas son nuestras pedagogías integradas.
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