Gozar de una conciencia política es signo de madurez, o al menos eso lo que se interpreta en Maturità (2016), lo nuevo del argentino Rosendo Ruiz. Su película, sin embargo, no se ve en la necesidad de ajustarse a un filme de corte político. La política aquí sirve más bien como plano de fondo a una historia que invita a que el espectador pueda relacionar el comportamiento de su protagonista principal en base al debate coyuntural que se está generando por aquel entonces. Por algo la película inicia con la frase y pregunta: “¿Qué es el peronismo?”. Esta no se responde, pero se entiende que lo que venga en adelante de alguna forma asistirá a esta consulta. Lo curioso llega a la continuación del relato, y es que dicha tarea parece ser asignada a una adolescente envuelta en un cliché “muy colegial”; tal vez la menos indicada para desarrollar esa seria interrogante.
Maturità, de forma ingeniosa, va desmitificando prejuicios o desarmando sus propios conflictos. Esto está en relación a los repentinos cambios de comportamiento de su protagonista principal, quien por cierto no permite que se arme un alboroto en torno a lo que ella está viviendo. Sus acciones o berrinches aparentan impulsividad juvenil o hasta rebeldía; sin embargo, los resultados o consecuencias obtenidas se asientan a la línea del juicio. Por otro lado, el conflicto de la película es cambiante. La relación a escondidas entre una alumna y su profesor nos hace soltarnos bruscamente de esa idea de que la historia se postraría a una temática política, luego de ver el rostro de Mauricio Macri en una reunión de políticas juveniles. Más adelante el romance sale de escena, y entonces la historia trata sobre una búsqueda; o es que siempre fue así.
Maturità es una película sobre el tránsito a la adultez. Una adolescente, a puertas de cumplir los dieciocho años, internamente debate sobre su coyuntura; la personal y la social. Sus sentimientos, su moralidad, su elección y el destino de vidas ajenas, están en juego. De pronto, su relación amorosa no está lejos de lo que pueda provocar su fallo electoral. Ambos la implican a ella, al igual que a un resto de personas. Ante la falta de una clara respuesta, tal vez sea eso lo que obliga a este personaje a huir.
Esto último no como un acto de cobardía, sino como acto de confusión o búsqueda. Entonces, se va formando la conciencia y, en paralelo, el compromiso. Rosendo Ruiz para ello amplía el “patio” de este personaje. Es la forma más apropiada para que su protagonista halle esa respuesta, en base al reconocimiento frontal (dejando de lado su distancia amateur), a fin de alcanzar esa horizontalidad política que mencionaba. Para cuando la estudiante experimente sus vivencias oníricas, cruzando pasajes inundados por llamaradas, entonces se da pie al retorno y la madurez queda implícita.
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