La Última Noticia es una película que merece ser vista por la mayor cantidad de personas posible, pero que posiblemente vaya a pasar desapercibida por nuestra cartelera (todo se lo debemos a «Capitán América: Civil War», la cual disfruté mucho, pero que no podría ser más diferente a esta cinta). Esta película nacional probablemente salga de cartelera este jueves, después de haber estado proyectándose por tan solo dos semanas, lo cual de seguro no le dará ninguna ganancia significativa a sus productores.
No puedo imaginarme una situación más injusta. «La Última Noticia», el regreso del Grupo Chaski a la pantalla grande luego de más de veinte años, dirigida por Alejandro Legaspi, y protagonizada por Pietro Sibille, Julián Legaspi y Stephanie Orué, es más que un filme notable: es un filme importante. Se desarrolla en una época de nuestra historia que nadie debería olvidar, presentándonos con sutileza y realismo la manera en que Sendero Luminoso fue incursionando en la región andina del país, y las consecuencias que tuvo esa presencia.
La película se desarrolla en 1982, en un pequeño pueblo en la sierra peruana. Alonso (Sibille) es un locutor de radio, y su mejor amigo, Pedro (Julián Legaspi) es un profesor de colegio. Es a través de ellos que vemos como, poco a poco, su ciudad es invadida por Sendero, trayendo consigo violentas consecuencias —asesinatos en las calles, arrestos forzados, apagones— y haciendo que las Fuerzas Armadas reaccionen también con violencia. Junto con su familia y amigos, nuestros protagonistas se encontrarán en medio de una guerra de la cual entienden poco.
«La Última Noticia» funciona porque uno jamás siente que nos presente una historia de manera sesgada —al igual que Alonso, con su noticiero radial, la película trata de presentar hechos, dando a entender que tanto los miembros de Sendero Luminoso como las Fuerzas Armadas cometieron barbaridades. Arrestos violentos, torturas, amenazas —todas son acciones llevadas a cabo por gente de ambos bandos, y eran personas como Alonso y Pedro, sus respectivas familias y el resto de pobladores las que se encontraban en medio de todo. Eran ellos los que sufrían las consecuencias, o los que terminaban uniéndose a un bando u otro (como Yoni, uno de los alumnos de Pedro en el colegio).
La trama es simple, lo atractivo de «La Última Noticia» no está en la estructura de su guión, si no más bien en la manera en que desarrolla a sus personajes. El filme le permite a uno identificarse, y por lo tanto uno se preocupa por ellos cuando se ven involucrados en situaciones peligrosas, tanto con los militares como con los senderistas. Es a través de escenas de diálogo, actuadas de manera muy natural, que vamos viendo cómo piensan, cómo van percibiendo el surgimiento de la violencia política. Al inicio, Alonso no cree que se trate de algo demasiado grave, pero Pedro piensa lo contrario —es interesante ver cómo la perspectiva del primero va cambiando a lo largo de la película.
Pietro Sibille es muy bueno como Alonso —su relativa inocencia al principio de la cinta contrasta a la perfección con su actitud más decidida y valiente hacia el final de la historia, lo cual nos dice mucho sobre cómo la gente cambiaba durante esta época. Sibille le otorga carisma y fuerza al personaje. Como Pedro, Julián Legaspi es un poco menos expresivo, pero protagoniza momentos para recordar (la mayoría relacionados al anteriormente mencionado Yoni). Stephanie Orué tiene un rol que me parece ingrato —el de la esposa preocupada y abnegada, con escena de desnudo gratuito y todo. Y como se trata de una película nacional, uno de mis actores favoritos, Lucho Cáceres, tiene una aparición breve pero importante. Él sí está en todas.
«La Última Noticia» maneja un buen nivel técnico. Las escenas de interacción entre personajes son desarrolladas con planos fijos, a veces largos, favoreciendo el movimiento dentro del encuadre y las expresiones faciales de los actores, más que el movimiento de cámara. Pero es en las escenas más caóticas, más violentas (como el atentado durante una marcha) que Legaspi utiliza cortes rápidos y movimientos de cámara violentos para crear una palpable sensación de desorden, de desconcierto. La dirección de fotografía de Mario Bassino nos presenta a una sierra no de postal, si no más bien realista, por momentos bella, pero por otros oscura, ensombrecida.
Mucho se ha dicho sobre la música compuesta por Pauchi Sasaki, por lo que no me queda más que unirme a los elogios. La banda sonora de la película es excelente, enfatizando las emociones transmitidas por los actores de manera muy sutil. El debut en la actuación del cantante Daniel Lazo también es de destacar.
Soy un hombre de 25 años de edad, demasiado joven como para haber vivido durante la época del conflicto armado interno. No experimenté el terror que se vivió en los años 80 y a principios de los 90 —los coches bomba, los apagones, el miedo, la inseguridad, la violencia, las colas para conseguir alimentos, la inflación, y mucho más.
Eso por eso que películas como «La Última Noticia», bien escritas, excelentemente actuadas, tensas y dramáticamente emotivas, deberían ser mostradas a jóvenes de mi edad, y a menores: para que sepamos de nuestra historia, para no dejar que se vuelvan a cometer los mismos errores, para estar conscientes. «La Última Noticia» muestra la realidad de lo que se vivió en aquella época de manera muy exacta —según lo que he leído, y según lo que me ha comentado gente mayor que yo—, por lo que termina siendo una película memorable, triste y necesaria.
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