Hace una década, X-Men: Apocalipsis hubiese sido uno de los estrenos más esperados del año, pero en un 2016 lleno de películas de superhéroes, producciones tan anticipadas como Batman vs Superman o Capitán América: Civil War, la más reciente aventura de los mutantes de Marvel (y Fox) fue opacada. Tampoco ayudó el hecho de que sus primeras imágenes y trailers no fueron bien recibidas por los fanáticos de los cómics —la apariencia de Apocalipsis, el villano principal de la historia, simplemente no convencía, y fue comparado múltiples veces con Ivan Ooze, el villano de la película de los Power Rangers de los años 90.
A pesar de que ningún trailer me terminaba de convencer, fui a ver «X-Men: Apocalipsis» con una actitud cautelosamente optimista. Le tenía fe tanto al director, Bryan Singer (X2, X-Men: Días del Futuro Pasado) como al gran reparto (Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, James McAvoy, y especialmente Oscar Isaac, difícilmente ofrecen malas actuaciones), pero sabía que el guionista Simon Kinberg también fue el responsable de la historia del nefasto reboot de Los Cuatro Fantásticos. Entrando a la sala de cine, realmente no sabía qué esperar de esta cinta.
La buena noticia es que «X-Men: Apocalipsis» no es terrible. Definitivamente es superior a las entregas más decepcionantes de la saga, X-Men 3 y X-Men Orígenes: Wolverine. Pero la mala noticia es que es la peor cinta dirigida por Bryan Singer y, en general, una decepción, especialmente en comparación a otros filmes de superhéroes que se han estrenado este año, como Deadpool (también de Fox, y perteneciente al mismo universo) y Capitán América: Civil War.
Al inicio de la película, un prólogo nos lleva al Antiguo Egipto. En él, vemos a Apocalipsis (Oscar Isaac), el primer y más poderoso mutante, transfiriendo su conciencia a un cuerpo joven y con más vitalidad, proceso que es interrumpido por un grupo de traidores que terminan matando a todos los guardaespaldas mutantes del poderoso ser. Sin embargo, la transferencia logra completarse… pero Apocalipsis queda inconsciente y atrapado debajo de las ruinas de su antigua pirámide.
Siglos después, en la década de 1980, un grupo de fanáticos descubre las ruinas de la pirámide y logran revivir a Apocalipsis. Consciente de que la Tierra está siendo gobernada por humanos y no por mutantes, planea reunir a sus Cuatro Jinetes (Tormenta, interpretada por Alexandra Shipp; Magneto, interpretado por Michael Fassbender; Angel, interpretado por Ben Hardy, y Psylocke, interpretada por Olivia Munn) para desatar el fin del mundo e invitar a los mutantes sobrevivientes a su nuevo reino. Por su parte, la agente de la CIA Moira Mactaggert (Rose Byrne) es testigo de la reaparición de Apocalipsis y, junto con el Profesor X (James McAvoy), planea detener al poderoso mutante. Sin embargo, Xavier es raptado por Apocalipsis y la Mansión X es destruida. Solo los mutantes restantes, Jean Grey (Sophie Turner), Nightcrawler (Kodi Smit-McPhee) y Cíclope (Tye Sheridan) serán capaces de rescatar a sus amigos y vencer a Apocalipsis.
El principal problema de X-Men: Apocalipsis es que le da demasiado énfasis a algunos personajes, dejando de lado a mutantes potencialmente interesantes. Entiendo que tener a un grupo tan grande de protagonistas puede ser problemático para el guión, pero la falta de caracterización en Angel (quien es tratado tan mal como en X-Men 3) y la personalidad casi nula de Psylocke (quien, al parecer, pierde ropa a la hora de convertirse en uno de los Jinetes) simplemente no tiene excusa. Con X-Men y X-Men 2, Singer probó que tenía la capacidad de balancear muy bien un reparto grande, por lo que los personajes planos y con motivaciones poco claras en «X-Men: Apocalipsis» resultaron ser una decepcionante sorpresa.
Lo cual me lleva al personaje del título. Como Apocalipsis, Oscar Isaac hace lo que puede. Considero que el actor guatemalteco es uno de los mejores de su generación, carismático y extremadamente talentoso. Y es precisamente gracias a dicho talento que Apocalipsis no se convierte en uno de los peores villanos de la historia de las películas de cómics —porque por como está escrito, muy bien hubiese podido serlo. Las motivaciones del personaje no son nada claras —simplemente quiere destruir el mundo, al más puro estilo de un antagonista de los Power Rangers—, y el diálogo que tiene con los demás personajes es terrible; llenó de clichés y totalmente predecible. Si Apocalipsis funciona (y solo hasta cierto punto) es porque Isaac trata de darle algo de dimensión, pero lamentablemente el hombre no puede hacer milagros y convertirlo en algo marginalmente interesante.
El resto del reparto es aceptable, en su mayoría. Michael Fassbender podría dar una gran actuación hasta dormido —su Magneto es… magnético, gracias a la intensidad que le da a sus escenas más dramáticas (como la de la tragedia en el bosque). Simplemente no hay nadie mejor que Fassbender para transmitir emociones como tristeza, frustración u odio. Como Xavier, James McAvoy es carismático y divertido, cada vez pareciéndose más a Patrick Stewart tanto es aspecto como en manierismos.
Evan Peters resalta como Quicksilver (al igual que en Días de Futuro Pasado, protagoniza la mejor escena de la película); Tye Sheridan logra desarrollar a Cíclope mejor que James Marsden en la trilogía original; Alexandra Shipp interpreta al único Jinete con algo de personalidad; Olivia Munn podría haber sido reemplazada por un personaje digital y nadie se hubiese dado cuenta, y Jennifer Lawrence tiene más protagonismo como Mystique que en filmes anteriores. Claramente, Fox se ha dado cuenta que es la actriz con más “jale” de la película —lamentablemente, esto no beneficia ni a la historia, ni al desarrollo del personaje. Finalmente, la Jean Grey de Sophie Turner (Juego de Tronos) es una gran decepción —su interpretación carece de la intensidad y fuerza que Famke Janssen logró darle al personaje en cintas anteriores.
Algo que me llamó mucho la atención de X-Men: Apocalipsis (y que hasta cierto punto también se hacía evidente en X-Men: Primera Clase) es que muchos de los efectos visuales se ven incompletos. Es cierto, la escena de Quicksilver es espectacular (visualmente impresionante y muy divertida) pero el resto de la película tiene un aspecto poco pulido, como algo sacado de principios de la década pasada. Consideren una escena en la que Xavier, Apocalipsis y otros personajes se encuentran en la cima de una montaña con una vista de Egipto. Las piedras parecen estar hechas de cartón (quizás por el diseño de producción, o quizás debido a cómo están iluminadas) y el efecto chroma usado para el paisaje del fondo se ve completamente falso. Después de haber visto peleas épicas en Batman vs Superman, o una batalla que se desarrolla en un aeropuerto 100% digital (y realista) con un Spider-man también 100% digital (y realista), ver un blockbuster millonario con efectos especiales tan mediocres simplemente es inexcusable.
X-Men: Apocalipsis no es el bodrio que muchos quisieran hacernos creer: es entretenida, tiene actuaciones correctas, maneja un buen ritmo y presenta un par de escenas de acción bien logradas. No obstante, jamás llega a superar a las mejores entregas de la saga (ni a sus principales competidores estrenados este año); el guión es demasiado flojo y la dirección de Singer no es lo suficientemente enérgica como para causar una gran impresión. Quizás ya sea hora de reemplazar tanto a Singer como a Kinberg; el primero, luego de haber dirigido cuatro filmes de X-Men, ya no es capaz de otorgarle demasiada originalidad a la franquicia, mientras que el segundo ha demostrado, entre Los Cuatro Fantásticos y esta película, que no es un buen guionista para cintas de súperheroes. Los X-Men necesitan nuevos genes.
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