Jake Gyllenhaal es un actor que no teme asumir riesgos y encarnar personajes complejos, siempre a punto de perder el control. Si en la década pasada destacó en las memorables «Donnie Darko» y Brokeback Mountain, esta década ha entregado actuaciones sólidas en proyectos tan distintos como «Enemy», «Nightcrawler», Southpaw y ahora «Demolition», que tenemos actualmente en cartelera.
Davis (Gyllenhaal) es un exitoso ejecutivo que pierde a su esposa en un accidente automovilístico. Incapaz de exteriorizar sus sentimientos, Davis encuentra una liberadora catarsis al destruir y desarmar objetos, mientras que forma una amistad con Karen (Naomi Watts), una operadora de atención al cliente y su hijo adolescente Chris (Judah Lewis).
El director canadiense Jean-Marc Vallée continúa poniendo a sus personajes frente a situaciones límite, eventos que los obligan a replantear su vida, como ocurrió con Matthew McConaughey en Dallas Buyers Club y con Reese Whiterspoon en «Wild». En «Demolition», al enviudar, Davis le da un giro de 180° a su rutina de banquero analítico y encuentra en la demolición de objetos la única terapia que le permite «sentir» algo y conectarse consigo mismo.
Vallée y el guionista Bryan Sipe aciertan al evitar lugares comunes de este tipo de cintas sobre el duelo y la superación de un trauma. Lejos de regodearse en el sentimentalismo, apuestan por mostrar el bloqueo emocional de una persona en crisis y cómo encuentra maneras inesperadas de exorcizar su dolor. También evitan caer en la trampa de crear un romance que se convierta en la tabla de salvación del protagonista.
Sin embargo, en su afán de encontrar rutas nuevas, el guion termina tomando algunos desvíos innecesarios. A través de una serie de cartas que Davis intercambia con Karen, se abusa del recurso de repetir en voz alta la última palabra de una frase, para subrayar su importancia y avisarle al espectador «Ojo, esta es una metáfora».
Jean-Marc Vallée demuestra una vez más su gran habilidad para obtener lo mejor de sus actores al motivarlos a exponer su vulnerabilidad. Jake Gyllenhaal se entrega con total convicción a la construcción de un personaje que pasa de la insensibilidad a la búsqueda de nuevas sensaciones.
Por su parte, el joven actor Judah Lewis sorprende en el rol de Chris, un adolescente que forma un vínculo especial con Davis. Al igual que él, Chris también se defiende con una armadura de aparente rebeldía para esconder todo el torbellino emocional que pugna por salir a la superficie. La resolución de su conflicto interior es uno de los puntos altos de la película.
«Demolition» tiene un sólido inicio, un interesante desarrollo y un desenlace más bien convencional, menos arriesgado que los dos primeros tercios. Sin embargo, incluso cuando el guion no convence en algunos tramos, Jake Gyllenhaal carga la película sobre sus hombros y logra que estemos de su lado en todo momento, viendo cómo destruye todo para volver a construirse a sí mismo.
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