Como un político en campaña, la película «El candidato» ofrece promesas pomposas y se presenta como una alternativa refrescante. Promete parodiar a nuestros políticos y periodistas, promete tomar el pulso de los procesos electorales, promete ridiculizar a aquellos personajes patéticos que se pelean por el poder. Sin embargo, las promesas se quedan en pálidos esbozos y la audiencia es subestimada con propuestas improvisadas.
Cuatro candidatos empatan en la primera vuelta electoral logrando exactamente el mismo porcentaje de votos (¡!) y pasan a la segunda vuelta: el actual presidente Ego Pereira (Manolo Rojas), el ex presidente Napoleón Córdoba (Hernán Vidaurre), el militar Amaru Huapaya (Alberick Garcia) y el bibliotecario Honorato Contreras (César Ritter).
Los tres primeros y sus respectivos equipos de asesores recurren a las más variadas estrategias para subir en las encuestas y atacar a sus oponentes, mientras que Contreras peca de ingenuo al ofrecer propuestas alejadas del populismo. Mientras tanto, dos narradores de noticias (Bernie Paz y Patricia Portocarrero) comunican las incidencias del proceso electoral y van dejando entrever sus propias preferencias.
Los tres últimos presidentes del Perú (Toledo, García y Humala) sirven de inspiración para construir los caricaturescos personajes de estos candidatos presidenciales. Algunos de los escándalos que cada uno ha protagonizado son insertados a la fuerza en el guion, para permitir la rápida identificación del político parodiado con el personaje “ficticio”. Se acumulan sketches que recuerdan tal o cual situación de estos políticos, pero sin espontaneidad ni irreverencia alguna.
El director y guionista Álvaro Velarde sorprendió hace ya trece años con la divertida y original comedia El destino no tiene favoritos, que parodiaba las telenovelas y el efecto hipnótico que estas producían en los televidentes. Sin embargo, aunque esa comedia manejaba un humor absurdo, lo hacía con la suficiente inteligencia para generar situaciones inesperadas, ambiguas e hilarantes.
En cambio, en «El candidato» no queda ni rastro de ese humor inteligente y provocador. Solo hay un burdo aprovechamiento de episodios recientes de nuestra historia política, mezclados con situaciones absurdas que parecen arrancadas del guion de una película de otro género. Por ejemplo, ¿qué tiene que hacer en esta cinta sobre la política peruana una vidente que es poseída por un demonio en pleno set de TV y que debe ser exorcizada?
El elenco está conformado por algunos actores cómicos provenientes del programa de radio “Los Chistosos”: Hernán Vidaurre, Manolo Rojas, Guillermo Rossini y Giovanna Castro. Mientras que en la radio sus bromas e imitaciones funcionan mejor por su brevedad y por la inmediatez con que parodian las noticias, aquí estos actores quedan acartonados por culpa de un guion que les pide repetir una y otra vez las mismas bromas sin gracia, que hacen referencia a anécdotas tan antiguas que ya agotaron su potencial cómico hace años.
De manera similar, algunas actrices que han demostrado su vena cómica en otras producciones, como Saskia Bernaola o Patricia Portocarrero, aquí terminan echadas al abandono con personajes unidimensionales que prácticamente desfilan por la pantalla para soltar algún disparate y volver a confundirse con la escenografía.
Una mención aparte merece la pésima recreación de las escenas de mítines al aire libre. Se nota a leguas que fueron filmadas en un estudio con pantalla verde, pues resulta más que evidente que el cielo y el resto del paisaje de fondo fueron copiados y pegados digitalmente en el encuadre sin el más mínimo cuidado técnico. A estas alturas, errores como esos son imperdonables.
El resultado de lo que propone El candidato podría resumirse perfectamente en una escena cumbre en la que el personaje de la vidente poseída (Elena Romero) apunta hacia la cámara y vomita. Eso es lo que nos deja esta comedia fallida: una falta de respeto hacia el espectador, representada en ese chorro que evidencia la incapacidad de digerir algo descompuesto.
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