Siempre he sido un gran fanático de la saga de Star Wars; es mi franquicia cinematográfica favorita desde que tengo once o doce años. Pero esto no quiere decir que sea incapaz de disfrutar las películas pertenecientes a su más importante “rival”, Star Trek. A pesar de lo que muchos fanáticos acérrimos de ambas sagas puedan creer, es posible disfrutar de las dos sagas sin tener que compararlas directamente. Y aunque he visto algunas de las mejores películas clásicas de Trek —incluyendo la magistral «La Ira de Khan»—, admito que comencé a seguirlas más de cerca cuando J.J. Abrams decidió introducir un nuevo comienzo en el 2009.
Sus dos primeras cintas pertenecientes a esta nueva continuidad del universo de Star Trek, en la cual los personajes clásicos de la serie y películas originales son interpretados por nuevos actores, no manejan tramas muy intelectuales, lo cual decepcionó a algunos fanáticos. Pero a mi parecer, lograron mezclar elementos clásicos de ciencia ficción con grandes efectos especiales y actuaciones carismáticas, para introducir al Capitán James T. Kirk y compañía a nuevas generaciones.
Felizmente el director Justin Lin («Rápidos y Furiosos») sigue esta línea. Podría argumentarse que esta tercera entrega, «Star Trek: Sin Límites», continúa con la blockbusterización de la franquicia, favoreciendo las secuencias de acción frenéticas y los efectos digitales por doquier. Pero también es cierto que el guión de la cinta, escrito por Simon Pegg y Doug Jung, cuenta una historia similar a lo que uno podía disfrutar con la serie original, manejando temas relacionados a la exploración especial, el descubrimiento y la salvación de seres pertenecientes a diferentes mundos. No es un filme ambicioso, pero debería bastar tanto para calmar las preocupaciones de los fanáticos, como para entretener al público en general.
Toda la tripulación del USS Enterprise está de vuelta: el Capitán James T. Kirk (Chris Pine); el Comandante Spock (Zachary Quinto); el Doctor McCoy (Karl Urban); la Lugarteniente Uhura (Zoe Saldana); el Ingeniero Scotty (Simon Pegg); Sulu (John Cho) y Chekov (el tristemente fallecido Anton Yelchin). Esta vez, luego de haber estado en un viaje de exploración en el espacio profundo por más de tres años, tendrán que enfrentarse a un enemigo llamado Krall (Idris Elba), quien amenazan con ponerle fin a todo lo que la Federación Galáctica representa.
Para ello, obtendrán la ayuda de una aliada extraterrestre llamada Jaylah (Sofia Boutella). Pero nuestros personajes también tendrán que lidiar con sus propios dramas: Kirk no está seguro si debe continuar trabajando con capitán; Spock está considerando viajar al Nuevo Vulcan para ayudar a su gente; y Uhura tiene que decidir si debe continuar o no su relación amorosa con Spock. Mientras que McCoy protagoniza algunos de los momentos más cómicos de la historia, al igual que Scotty.
«Star Trek: Sin Límites» es la entrega visualmente más espectacular de la saga hasta ahora. Abrams utilizó efectos digitales y sets reales en las dos cintas anteriores para desarrollar con verosimilitud un mundo idealizado y futurista, y Lin continua con el mismo trabajo. Las imágenes generadas por computadora son impresionantes; desde las naves hasta la nueva estación espacial de la Federación, todo diseño realmente logra causar un gran impacto en el público. El trabajo de maquillaje en los alienígenas —cosa que ya no se ve tan a menudo en blockbusters contemporáneos— es excelente.
Mucho se dijo sobre el abuso de los lens flares en las dos cintas de Abrams. Aunque Lin se copia un poco del estilo del director de «El Despertar de la Fuerza», casi no vi dichos flares durante esta película. Las escenas de acción son intensas; secuencias como el ataque al Enterprise o el enfrentamiento climático contra Krall logran desarrollar mucha tensión, haciendo que nos preocupemos por Kirk, sus amigos, y el resto de tripulantes. Lin abusa por momentos de las cámaras en mano y los cortes rápidos, pero no tanto como para que dichos momentos se tornen incoherentes.
Las interacciones entre personajes en las dos películas anteriores funcionaban, pero aquí son desarrolladas más a profundidad, lo cual resulta en escenas divertidas y conmovedoras. Vemos, por ejemplo, más interacciones entre Spock y Bones, lo cual le permite entender al público con mayor facilidad la dinámica entre ambos. Dichos personajes no podrían ser más diferentes, pero comparten una breve escena que los une, al menos por un momento, y hace que sea más fácil entender porqué son amigos. Scotty tiene mucho más qué hacer acá que en «Star Trek: En la Oscuridad», demostrando porqué es considerado como uno de los mejores ingenieros de la flota. Sulu y Chekov tienen un par de momentos para brillar, pero Uhura, lamentablemente, no tiene mucho qué hacer.
Chris Pine sigue demostrando porqué merece ser el sucesor de William Shatner como Kirk. Interpreta al capitán del Enterprise como alguien valiente, algo temerario, pero que se preocupa por sus amigos y el resto de la tripulación de su nave. A diferencia de las dos cintas anteriores, no tiene un arco de personaje muy profundo por el cual atravesar, pero el trabajo de Pine es lo suficientemente bueno como para compensar esto. Quinto todavía no es capaz de hacernos olvidar a Leonard Nimoy —especialmente porque apareció en las dos primeras entregas, y es mencionado un par de veces, como Spock Prime, aquí— pero hace un buen trabajo. El siempre subvalorado Karl Urban es hilarante como el sarcástico y gruñón Bones, al igual que Pegg como Scotty. Sofia Botuella destaca como la aguerrida Jaylah.
Pero si hay alguien que está desperdiciado, es el gran Idris Elba. El talentoso actor británico tiene el rol ingrato del villano genérico con prótesis alienígenas, que quiere vengarse de la Federación y destruir a todo el mundo. Es un personaje plano con motivaciones imprecisas; incluso la revelación final sobre sus orígenes no llega a convencer. Elba hace lo que puede con Krall (especialmente durante sus primeras apariciones), y aunque logra otorgarle algo de intensidad, el personaje no está lo suficientemente bien escrito como para que pueda convertirlo en alguien intrigante o intimidante. Una pena.
«Star Trek: Sin Límites» es un blockbuster ejemplar, lleno de efectos visuales de primera calidad, tensas secuencias de acción, mucho humor (ciertamente más que en la sombría «Star Trek: En la Oscuridad») y momentos de brillante interacción entre personajes. El villano de turno no convence y la trama podría haber sido más compleja (con más elementos de “ciencia” que de “ficción”, como le hubiese gustado a varios fanáticos), pero resulta siendo muy divertida. Rápida, entretenida y hasta emotiva, «Star Trek: Sin Límites» es una sólida continuación del “reseteo” de la franquicia.
Estaré esperando con ansias las sorpresas que nos traerá la siguiente entrega, en la cual seremos testigos del retorno del padre de Jim Kirk, interpretado por Chris “Thor” Hemsworth. Eso estará interesante.
Nota final: aparentemente, los Beastie Boys serán considerados como “música clásica” en el futuro. Bueno saberlo.
Deja una respuesta