[Crítica] «Margarita» es una película honesta e inofensiva


Frank Pérez Garland es uno de los directores nacionales que ha ido desarrollando un estilo propio, una voz propia a la hora de elegir y dirigir sus películas. Independientemente de lo que uno opine de sus productos finales, la mayoría de sus filmes (a excepción de La cara del diablo, la cual hizo por encargo de Star Films) cuentan historias sencillas pero, en general, realistas, sobre relaciones interpersonales, y son protagonizadas por personajes de clase media alta.

Puede ser que para algunos espectadores estas películas no reflejen la compleja realidad del Perú (afirmación difícil de refutar), pero posiblemente sean el tipo de historias con las que Pérez Garland se pueda identificar, las que conoce y sabe contar. Entonces, ¿por qué no debería contarlas? Y en todo caso, resulta refrescante que, con Margarita, haya situado su historia en un mundo similar al de Un día sin sexo o Ella y Él, pero visto a través de ojos más inocentes, más amables. «Margarita» en líneas generales resulta ser divertida y hasta por momentos, encantadora.

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Giovanni Ciccia interpreta a Rafo, un padre divorciado y cuarentón que vive como si estuviese en sus veintes, tanto así que mantiene una relación (no tan seria) con una chica bastante más joven que él, Thalia (Maria Grazia Gamarra). Sin embargo, un día suena el timbre y aparece su hija de once años, Margarita (Francisca Aronsson), quien procede a instalarse en su casa. Poco después, su ex esposa Sandra (Vanessa Saba) le informa que se mudará a otro país, pero que Margarita no la quiere acompañar, por lo que tendrá que quedarse con Rafo por un tiempo. Inicialmente, nuestro protagonista se rehúsa a cumplir el rol de padre responsable, pero poco a poco, la niña irá cambiado su vida, y la de gente como Claudia (Melania Urbina), su vecina, o Charlie (César Ritter) su mejor amigo.

El guión escrito por Vanessa Saba toma como referencia incontables sitcoms (comedias de situaciones hechas para la televisión) y comedias ligeras estadounidenses para desarrollar una historia divertida y completamente previsible. Uno no va a ver una cinta como «Margarita» para maravillarse con los giros de la trama o quedar en shock con revelaciones de último minuto; el encanto de esta película está en sus personajes, y en el humor que se desarrolla a lo largo de las diversas situaciones disparatadas en las que estos se involucran. «Margarita» no ganará ningún premio por originalidad, pero la honestidad del guión lo compensa.

Líneas arriba mencioné el estilo de Pérez Garland, y esto tiene que ver mucho con la honestidad de las historias que cuenta. Desde filmes como «Ella y Él» (desgarradora a la hora de mostrar una relación de pareja complicada y llena de altibajos) o «Cuatro», Pérez Garland elige proyectos muy personales, guiones en los que puede encontrar momentos que posiblemente haya vivido. «Margarita» no es la excepción —se entiende que, a través de este filme, tanto él como Vanessa Saba querían decirnos algo sobre las relaciones entre padres e hijos, y sobre lo difícil que es criar a una hija, hacer crecer una familia y perdonar a aquellos que quizás no estén disponibles cuando uno los necesita. El guión utiliza mucho el humor, la farsa, para transmitir un mensaje que se siente honesto, verdadero.

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Felizmente las escenas más disparatadas funcionan; de lo contrario, ni el mensaje más bienintencionado del mundo serviría para salvar la película. El código de actuación de la mayoría de protagonistas, desde Ciccia hasta Saba, está en lo exagerado, casi caricaturesco; gags como las repentinas ‘siestas’ del narcoléptico Charlie, o los enredos que causa Margarita, dan risa porque sabemos que la película no ocurre en un mundo completamente igual al nuestro (y porque están actuados con un buen ritmo cómico, por supuesto). He reído más de lo que esperaba con «Margarita», especialmente en las escenas que involucran a César Ritter, quien parece haber improvisado muchas de sus líneas de diálogo, o al perro Pinocho, quien se roba la película.

No obstante, los momentos más serios sirven para aterrizar un poco la historia y hacer que el drama funcione. En esas escenas uno se puede identificar con los personajes y sus conflictos, y contrastan de maravilla con las secuencias más exageradas (de paso sirven para que estas últimas no terminen por desesperar al público). Una escena temprana entre Sandra y Margarita, por ejemplo, sirvió para humanizar a la primera, y darle a entender al espectador que, a pesar de ser una comedia, el filme se tomará en serio sus temas centrales y las relaciones (inicialmente rotas) entre la niña y sus padres. Es una excelente decisión de guión, dirigida con buen tacto por Pérez Garland.

Lo cual no quiere decir que el filme no tenga sus tropiezos. De hecho, a pesar de que la novel Francisca Aronsson es creíble como Margarita, no me terminó de convencer la manera en que el personaje está escrito. Especialmente cuando le causa problemas a su padre o lo trata de manipular emocionalmente. Por otra parte, a pesar de no caer en el melodrama durante la mayor parte de su duración, existe solo una escena que me resultó totalmente falsa y cursi. (Solo mencionaré que se desarrolla en el estacionamiento del aeropuerto).

A nivel técnico, «Margarita» continua lo comenzado por Pérez Garland en filmes como «Ella y Él». Al igual que en aquel drama, aquí favorece el uso de lentes largos para crear fondos desenfocados y permitirle al espectador concentrarse en el rostro de sus personajes, sus expresiones, sus miradas. Sin embargo, usa menos la cámara en mano, presentando un estilo visual menos caótico, más tradicional. La dirección de fotografía de Roberto Maceda (quien últimamente parece estar en todas partes. También es el DF de La hora azul) le da un look muy colorido y alegre a la cinta; al ser una comedia inocente, «Margarita» está trabajada en clave alta, e incluso en los momentos más tristes o emotivos, jamás se torna demasiado oscura o deprimente (tanto literal como figurativamente).

«Margarita» es una entretenida fantasía cuyos personajes tienen trabajos poco definidos (por lo que pude observar, Rafo estaba involucrado en publicidad o en creatividad, y Claudia era una artista que podía costearse un departamento amplio y bien decorado), los mejores amigos son niños-hombre graciosos y enamoradizos, y el amor lo puede superar todo. No es un filme especialmente original, y algunos podrían acusarla de “agringada” o plástica, pero si su objetivo era entretener con una historia honesta, divertida e inofensiva (aquí nadie dice malas palabras y las peleas no causan ni un moretón), pues entonces lo cumplió.

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5 respuestas

  1. […] Pérez Garland (FPG): Vanessa en esa época estaba escribiendo la primera “Margarita”. Como a la mitad de ese proceso, que tomó como dos años, veníamos hablando de la pena de muerte, […]

  2. […] en “Cebiche de Tiburón”. La talentosa Francesca Aronsson (destacó en su debut en Margarita) tiene un antipersonaje, casi tan irritante como el otro niño. Lucho Cáceres aparece por cinco […]

  3. […] eso tanto, hasta ahora que aparece en dos o tres comedias [N.E.: Este año ese tema es central en Margarita, y también se asoma en “La peor de mis bodas”]. Creo que sera un tópico que veremos un […]

  4. […] que no se siente para nada merecido. ‘Calichín’ quiere ser un drama, algo así como un Margarita futbolístico, lo cual no termina de funcionar porque el protagonista jamás fue introducido como […]

  5. Información Bitacoras.com

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