Antes de empezar, debo decir que luego de ver Av. Larco, la película, me bajé el soundtrack de la obra teatral y lo he estado disfrutando todos los días, de inicio a fin. Salvo las canciones himnos del rock subte -a las que le falta fuerza, rabia en los vocales. No puedes cantar Narcosis como si fuese Arena Hash, pues- es un disco entretenido, muy feeling por momentos y si eres muy joven y no viviste esa época, es como una mini enciclopedia de rock peruano que automáticamente te hará interesarte por las bandas originales.
“Pero así no fue la movida de rock”, leo que muchos comentan. No pues, tal vez así no fue, pero oficialmente esta película es ficción, o sea: es mentira. Claro que trata de acercarse a hechos reales, pero parece que a veces necesitáramos constantemente el cartelito que sale al final de las pelis gringas: “Los eventos retratados en esta película pertenecen al mundo de la ficción y no ocurrieron en la vida real…”, etc. (Si realmente quieres alucinar la movida subterránea peruana, con documentos históricos, recomiendo los libros «Se acabó el show» de Carlos Torres Rotondo, «Desborde subterráneo» de Fabiola Bazo -recientemente lanzado junto a la muestra del mismo nombre. La muestra ya terminó, pero aquí pueden ver un un episodio de La Habitación de Henry Spencer sobre la misma-; y el recontra pajísima documental «El Grito Subterráneo»).
Dicho esto, yo me cagaba de ganas de que me encante «Av. Larco, la película» y la fui a ver con mucha, muchísima ilusión. Aquí 5 cosas que rescato de la cinta:
1. André Silva: André se roba la película, con roche. Cada intervención suya está repleta de fuerza, de honestidad. Y cada interpretación, caracho, cada interpretación de los temas clásicos de Los Mojarras –él de alguna manera haciendo las veces de ‘Cachuca’ en la cinta- está llena de fuerza, pero sobre todo de rabia. No puedes cantar esas letras de Los Mojarras sin estar un poco bastante asado y André Silva lo hace de la putamadre. Mi felicitación y admiración para él. (Hablando de Los Mojarras y hablando de estar asado, escuchen «Catalepsia», una de las mejores canciones caletas de la banda de El Agustino).
2. Ramón García: (¿Tengo que decirle ‘Chapana’, ¿no?). Nuestro tremendo actor tiene una corta intervención junto a Juan Carlos Rey de Castro, el protagonista, y en pocos segundos nos regala uno de los más memorables momentos de la cinta.
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3. Julio Pérez: ¿Por qué eres tan paja, Julio Pérez? El cantante de La Sarita, quien hace del Capitán Barragán en la cinta, interpreta su clásico «Más poder» en uno de los mejores momentos filmados de la película que supera, con creces, los demás momentos de coreografía. Además, la frase “En este país cagas o te cagan” ingresa automáticamente a la galería de frases memorables del cine peruano. Actorazo, querido Julio.
4. Los conciertos: Los shows en vivo, filmados en un local de la avenida Larco y en la Plaza de Acho, están grabados con tanta fuerza y feeling que a uno le da ganas de meterse a la pantalla a poguear, a levantar los brazos y formar parte del público. “Ya, pero si no pueden filmar bien un concierto, entonces ya están cagados”, me dijo un troll sobre la película. No pues, le expliqué, es ficción, todo es mentira. Ese público no es público y la banda ni siquiera está tocando. Hay que armar esas escenas, y están armadas, interpretadas, filmadas con mucha destreza.
5. Mayra Goñi: He leído un montón de reseñas con comentarios negativos sobre las escenas, cortas, que Goñi comparte con el protagonista, pero a mí me gustan, un montón. Quisiera haber visto más de Goñi, que crea una dinámica, una tensión especial que no vemos en los demás roles femeninos.
Sin embargo, es tranca que una película te guste por partecitas. Como dije más arriba, yo me moría de ganas que «Av. Larco» me recontra encante, pero también entiendo que estamos en un proceso de aprendizaje. Tampoco han pasado 100 años desde que se estrenó «Asu Mare» y el público peruano comenzó a interesarse nuevamente por el cine peruano. Han pasado 4 años, con muchos errores, seguramente, pero también con aciertos, y hay que tomar las críticas con humildad, hasta las más rabiosas, las que a veces duelen leer por la cantidad interminable de trolleos, porque algo, alguito podemos rescatar, aprender, tomar como lección para nuestra próxima película. Aprender. ¿De eso se trata, no?
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