Mucho se ha escrito sobre la falta de creatividad en Hollywood en los últimos años, pero siendo justos, esta temporada de blockbusters ha sido una de las mejores en mucho tiempo. Primero tuvimos a “Logan”, un filme maduro y sangriento que desafió todas las expectativas; luego, a “Dunkerque”, una cinta bélica minimalista y extremadamente tensa, y ahora tenemos a “El Planeta de los Simios: La Guerra”, una de las pocas terceras partes que logra superar a sus predecesoras con aplomo. Intensa, emocionante, y sorprendentemente inteligente, se trata de un magnífico cierre para una de las franquicias mejor manejadas de los últimos años.
Matt Reeves (quien a continuación dirigirá a Ben Affleck en “The Batman”) no está interesado en lo previsible. Como muchos venían pensando, la narrativa de “El Planeta de los Simios: La Guerra” nos acerca mucho a los eventos de la película original de “El Planeta de los Simios”. Por ende, lo más fácil hubiese sido desarrollar un filme de acción, en el que los simios se enfrenten con los humanos en una batalla campal. Esto hubiese sido muy emocionante, estoy seguro, pero ni se hubiera acercado a la complejidad emocional a la que llega Reeves con esta película. Utilizando alegorías inesperadas y manipulando los sentimientos del público, Reeves presenta una historia oscura, en la que suceden muchas cosas terribles, y donde el final feliz no siempre parece estar cerca.
Al igual que la película anterior, “El Planeta de los Simios: La Guerra” es narrada desde el punto de vista de César (Andy Serkis), el primero de los simios súper inteligentes. Él es el líder de los primates, quien luego de vencer a su temible rival, Koba (Toby Kebell), busca la paz con los humanos, viviendo escondido en un bosque con sus compañeros. El problema es que el Coronel (Woody Harrelson) está empecinado en aniquilar a todos los simios, objetivo que se ve ejemplificado en una serie de pérdidas terribles para César. Acompañado por Rocket (Terry Notary) y el orangután Maurice (Karin Konoval), nuestro protagonista viaja al norte en búsqueda del Coronel, para matarlo y acabar con la guerra de una vez. En el camino, se encontrará con una niña humana muda llamada Nova (Amiah Miller) y con el divertido y solitario Simio Malo (Steve Zahn).
Reeves continúa con el tono de tragedia shakespereana que utilizó en la película anterior. “El Planeta de los Simios: La Guerra” no es un filme deprimente, ni pretende serlo, pero definitivamente es más oscuro y serio de lo que mucha gente esperaría. Vemos de cerca el sufrimiento de los simios cuando son encerrados en un campo de concentración —las imágenes presentadas en estas secuencias han sido claramente inspiradas en la Segunda Guerra Mundial—, y las consecuencias del virus que le otorgó tanta inteligencia a los primates continúan desarrollándose, esta vez en los humanos. Reeves tiene mucho qué decir sobre el sacrificio, la venganza, y lo terrible que puede ser la guerra, y lo hace de manera sutil, metiendo a los simios en una situación difícil de escapar, causada —y empeorada— por los humanos.
Porque claramente, son los seres humanos quienes actúan como villanos en la cinta. Los simios solo quieren la paz; las personas, por otra parte, los ven como animales salvajes, y nada más. El Coronel de Woody Harrelson —que me recordó al personaje de Marlon Brando en “Apocalipsis Ahora”— es un contrincante sediento de sangre, despiadado y obsesivo, alguien que le tiene un odio tremendo a los simios, y que hará lo que crea necesario para aniquilarlos a todos, inclusive matar a algunos de los suyos. Acertadamente, Reeves le otorga una motivación creíble, pero se asegura de no empatizar demasiado con él; la idea es estar del lado de César. Harrelson, quien muchas veces interpreta a personajes carismáticos o graciosos, es muy intimidante en este rol.
El trabajo de captura de movimiento, y los efectos visuales en general, son espectaculares. Los simios de esta película son los personajes digitales más realistas que he visto en el cine reciente. Uno no duda que está viendo personajes reales, que respiran, que sienten, que interactúan con sus alrededores y con seres humanos de verdad. Y esto se debe, también, al gran trabajo de los actores. Steve Zahn es muy divertido como Simio Malo, por ejemplo, y Karin Konoval le otorga un aire de elegancia y empatía a Maurice.
Pero como deben estar imaginándose, Andy Serkis es quien más brilla en esta película. Su César es un personaje redondo, por quien logramos preocuparnos cuando se encuentra en peligro, o cuando sentimos que no está tomando las decisiones correctas. Como en toda buena tragedia, se trata de un personaje que comete errores, pero que poco a poco, encontrará el camino a la redención; se deja llevar por la sed de venganza, por la violencia, sacrificando el bienestar de sus compañeros de manera innecesaria. Serkis le otorga mucha emotividad a César; hay mucho detrás de sus ojos, en su lenguaje corporal, en las pocas palabras que dice. Es verdaderamente fascinante; ¡que le den su Óscar de una vez!
“El Planeta de los Simios: La Guerra” es un filme muy emotivo, y es precisamente el hecho de que tenga tanto corazón lo que la diferencia del blockbuster promedio. Reeves no está interesado en explosiones o en secuencias de acción “cool”. Sí, hay algunas escenas de batalla, y están expertamente realizadas, pero él prefiere contar una historia que favorece el desarrollo de los personajes y las relaciones interpersonales; prefiere los momentos callados, como cuando Luca le regala una flor a Nova, o las escenas que César comparte con su familia. Esto le otorga mucha más tensión a la película que cualquier explosiva secuencia de violencia, y hace del desenlace de la historia un momento verdaderamente memorable y agridulce.
Mucho se ha especulado sobre lo que Fox hará con la franquicia a continuación. Reeves concluye el viaje de César de manera perfecta, pero a la vez, personajes del filme original con Charlton Heston hacen su aparición de jóvenes (Nova y Cornelius son lo más destacados). Supongo que lo lógico sería hacer un nuevo remake de la primera cinta —desde el punto de vista de los simios, esta vez, siguiendo con lo que la franquicia ha venido haciendo desde “El Planeta de los Simios: (Re)volución”—, pero considerando que Reeves tiene que dirigir primero la película de Batman, quién sabe. El final de “El Planeta de los Simios: La Guerra” es suficientemente abierto como para justificar más secuelas, pero a la vez, no hace que se sientan necesarias.
Para este crítico, “El Planeta de los Simios: La Guerra” resultó ser una experiencia profundamente emotiva y visceral, una película que demuestra que, si se le pone empeño y dedicación en todo aspecto de producción, cualquier filme de gran presupuesto puede traer buenos resultados, por más que sea una secuela, precuela, remake o reboot.
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