¿Ya nos estaremos saturando de películas de superhéroes? Estoy seguro que muchos críticos y cinéfilos pueden pensar que sí, pero siendo un geek respetable, no llego a sentir que este tipo de películas me estén cansando. De hecho, este año hemos tenido la oportunidad de ver producciones de gran calidad dentro del género, como la notable “Logan”, la entretenida “Spider-man: De Regreso a Casa”, y la graciosa y sorprendentemente emotiva “Guardianes de la Galaxia: Volumen 2”.
Desgraciadamente, “Thor: Ragnarok” no alcanza ese mismo nivel. Resulta novedosa porque, de manera similar a “Deadpool”, es más una comedia que otra cosa, pero narrativamente hablando, carece de sorpresas, o de cualquier elemento dramático que pudiese diferenciarla de cintas anteriores. “Thor: Ragnarok” es una película innegablemente entretenida, pero que no llegó a emocionarme de la misma manera que otros productos de la factoría Marvel. El filme es como un almuerzo de McDonald’s: sabroso en el momento, pero a la larga, insatisfactorio.
Evidentemente no puedo exigirle a todas las películas de Marvel que resulten ser tan divertidas como “Los Vengadores”, o tan complejas como “Capitán América y el Soldado de Invierno”, pero considerando lo cerca que estamos a los eventos de “Avengers: Infinity War”, definitivamente esperaba algo más que una aventura plana y que, a final de cuentas, se siente inconsecuente. “Thor: Ragnarok” es una historia de caricaturas en donde la tensión es inexistente, los gags son frecuentes (e hilarantes), y las secuencias de acción parecen más secuencias de videojuegos que momentos protagonizados por actores de carne y hueso. Lo único que el filme logró generar en mi fue risas; lamentablemente, una cinta de este tipo necesita mucho más que eso.
Al comenzar “Thor: Ragnarok”, nos enteramos que Loki (Tom Hiddleston) no murió (para sorpresa de nadie). De hecho, está en Asgard, haciéndose pasar por el Rey Odín (Anthony Hopkins), a quien mandó a vivir a un asilo de ancianos en la Tierra. Al enterarse de esto, Thor (Chris Hemsworth) va a buscarlo junto a su hermano, pero este les revela un misterio que ninguno de los dos esperaba: tienen una hermana llamada Hela (Cate Blanchett), la diosa de la Muerte. Hela no se hace esperar, lo cual resulta en los dos hermanos separándose, y en nuestra nueva villana llegando a Asgard para invadir, conquistar, y destruir.
Abandonado en un planeta lleno de basura, Thor se ve involucrado en una pelea intergaláctica de gladiadores manejada por el Gran Maestro (Jeff Goldblum, actuando como Jeff Goldblum). Es ahí donde conoce a una Valquiria (Tessa Thompson), y donde se entera que su más grande rival en los eventos del Gran Maestro es Hulk (Mark Ruffalo), quien no parece estar muy contento de encontrarse con su amigo. Pero no hay de qué preocuparse; Thor no tarda en convencer a su verde amigo y a su nueva compañera (o hasta interés amoroso) de que tienen que escaparse para ir a Asgard y evitar que Hela traiga consigo el Ragnarok: el fin del mundo (o al menos la destrucción de su hogar).
Si muchos críticos y fanáticos ya se han estado quejando por un buen tiempo que las películas del Universo Cinematográfico de Marvel son demasiado jocosas, “Thor: Ragnarok” no hará absolutamente nada para callarlos. De hecho, fuera de las cintas de “Guardianes de la Galaxia”, “Thor: Ragnarok” es uno de los filmes más abiertamente cómicos de la franquicia. Se trata de un cambio de tono, francamente, refrescante (especialmente luego de la sosa “Thor: El Mundo Oscuro”), el cual hace que la cinta sea entretenida, y por momentos, hilarante. Tenemos personajes que han sido claramente incluidos solo porque son chistosos (como el Gran Maestro de Goldblum, o el alienígena rocoso interpretado por el director de la cinta, Taika Waititi), pero incluso el mismo Thor, anteriormente un guerrero serio y valiente, se ha unido a la diversión.
No obstante, esto trae consigo un grave problema: es casi imposible tomarse a la película en serio, incluso en las escenas que incluyen asesinatos, o la promesa de un pronto fin del mundo. Como todo es tan ligero, tan cómico, uno jamás siente que los protagonistas estén en peligro, lo cual le resta mucha tensión a las escenas de acción, muchas de las cuales resultan aburridas y terriblemente genéricas. Además, la película también sirvió para que me preocupe un poco por “Avengers: Infinity War”. Una de las mejores características de la primera película de los “Vengadores” fue la interacción entre los distintos héroes, y las diferencias entre cada uno. Pero si ahora hasta Thor, el Dios del Trueno, es un payaso (al igual que Tony Stark, Peter Quill y Ant-Man), sus interacciones con el resto de héroes en dicha película van a ser menos interesantes y más previsibles. Cuando todos son payasos, nadie es chistoso.
Además, entiendo que “Thor: Ragnarok” sea una película que se desarrolla, en su mayoría, en planetas alienígenas o en el espacio exterior. No obstante, y a pesar de presentar varios personajes digitales muy convincentes (como el mismísimo Hulk), muchos de los efectos visuales se ven demasiado falsos. Consideren, sino, las escenas de batalla entre naves especiales (se ven peor que varios de los enfrentamientos de las precuelas de “Star Wars”), o la masacre de soldados asgardianos por parte de Hela, en donde el personaje de Blanchett es, en varios planos, enteramente digital… ¡y se nota! “Thor: Ragnarok” luce más como un videojuego que como una película, lo cual hace que uno se involucre menos en la historia y en los problemas en los que se meten sus protagonistas.
En pocas palabras, las escenas de pelea debería ser tensas, emocionantes, y tener consecuencias; nada de esto se cumple en “Thor: Ragnarok”. Y lo que es peor, muchas de las escenas más dramáticas simplemente no funcionan porque Waititi no les da suficiente tiempo para respirar (unas cuantas muertes se me vienen a la mente…), o porque son interrumpidas por gags innecesarios. James Gunn, por ejemplo, es un director que sabe mezclar muy bien lo jocoso con lo emotivo en sus películas de “Guardianes de la Galaxia”. Waititi, por su parte, no supo hacer lo mismo en este filme.
De las actuaciones no me puedo quejar demasiado. A Chris Hemsworth se le ve mucho más relajado como Thor; es creíble en las secuencias de acción, como siempre, pero sus interacciones con Hulk (o con Mark Ruffalo haciendo de Bruce Banner) son lo mejor que tiene la película para ofrecer fuera de los chistes o algunos efectos especiales. El Loki de Tom Hiddleston ha sido reducido a un personaje secundario, Anthony Hopkins tiene poco qué hacer como Odin, y actores de la talla de Karl Urban o Idris Elba están desperdiciados en papeles menores. La Hela de Cate Blanchett es una villana sobresaliente (definitivamente superior al contrincante promedio de la MCU), pero quien me sorprendió más fue Tessa Thompson como Valquiria. Se trata de un personaje rudo, que no depende de gags forzados para caer bien, y que de convertirse en un interés amoroso para Thor, resultaría ser mucho más fascinante que la Jane de Natalie Portman (quien no aparece acá, y es mencionada en una sola línea de diálogo).
“Thor: Ragnarok” no es una película deficiente; está bien dirigida, y dentro de todo, entretiene. Pero no puedo evitar sentir que pudo ser mucho más que una simple comedia; pudo haber estado mucho más conectada a los futuros eventos de “Infinity War”, o pudo haber aprovechado algunos de los elementos más dramáticos de la trama (como el Ragnarok en sí, o la relación entre Thor y Loki) para desarrollar momentos emocionalmente honestos. O en todo caso, si Waititi y compañía simplemente querían hacer una comedia, debieron quitarle media hora de metraje. Dos (o más) horas es demasiado para un filme con tan sencillas ambiciones. Habrá que esperar hasta el estreno de “Black Panther” (¡del talentosísimo Ryan Coogler!) para disfrutar de un filme de superhéroes más atractivo.
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