A fines de septiembre en Islandia, se celebró la edición 14 del Reykjavík International Film Festival – RIFF, al que tuvimos la suerte de asistir. Este año el RIFF presentó una sección dedicada al cine del Ártico, con películas provenientes principalmente de Finlandia y Suecia que han empezado a cuestionar cómo se construyó la Europa de hoy. Es en los países nórdicos, especialmente los territorios más cercanos a la zona del Ártico, donde se halla la mayor población indígena. Se estima que aún existen 40 grupos étnicos que constituyen el 10% de la población del Ártico.
El primer pueblo indígena conocido de esta región polar son los Sami o Pueblo Lapón, un grupo nómade que vivía principalmente de la cría y caza de renos, y su principal forma de expresión cultural son los cantos Yoik, melodías improvisadas que hablan del mundo personal de los Sami o su relación colectiva con la naturaleza.
«Sami Blood» (Suecia, 2016) de la directora Amanda Kernell, cuenta la historia de Elle-Marja, una adolescente sami que sufre discriminación y violencia. Para cambiar esta situación, decide negar su pasado y olvidar su cultura sami para asimilarse a la sociedad sueca. La historia está influenciada por la vida de la abuela sami de la directora.
Luego de siglos de asimilación forzada del pueblo Sami a la denominada Civilización europea, este ha empezado a ser revalorado en años recientes, pero enfocado más en su ‘místicismo’. Sumarlidi Ísleifsson, profesor de la Universidad de Islandia, critica que este nuevo enfoque ha nacido en parte por la demanda turística de “buenos salvajes”, sean estos ‘salvajes’ samis, vikingos u otras poblaciones vulnerables.
Más allá de las poblaciones originarias, el Ártico en su conjunto ha conservado –o al menos no ha olvidado por completo- costumbres, tradiciones, cantos y danzas folklóricas, quizá por su clima más frío y su lejanía. Este conjunto de factores le ha valido los prejuicios de “primitivos” y “no civilizados” a los ojos del resto de Europa y el mundo.
Islandia no ha estado exenta de los prejuicios construidos contra el Ártico. Aquí algunos extractos de los paneles de discusión realizados en el Festival sobre las poblaciones y la cultura en el ártico:
Panorama de cine islandés
Gracias al fomento de las industrias creativas desde el Estado, el cine islandés está experimentando un boom en su producción. Los cortometrajes de jóvenes islandeses en la edición de este festival varían en todos los géneros volcando sueños y frustraciones derivados de vivir en un pueblo pequeño, denunciando silencios y confrontando roles de género, y también recreando e inventando escenas de violencia –escenas que son las más forzadas y poco creíbles. Los paisajes no están dominados por volcanes o la aurora boreal, como es común en producciones extranjeras, pero en una escena rural no suele faltar una o dos ovejas cruzando una pista o un campo.
«Cut» de Eva Sigurdardóttir critica el slut-shaming hacia una joven víctima de porno de venganza que trata de ser fuerte y mantenerse en pie frente a toda la sociedad, que le da la espalda.
«Thick Skin» de Erlend Sveinsson es una sentencia contra la cultura de la violación. Dos adolescentes se conocen en una fiesta y tienen relaciones sexuales. Nada se ve fuera de lo normal hasta que la policía llega a casa del chico y lo detiene por violación. Entonces se ve confrontado consigo mismo tratando de descifrar en qué momento se equivocó.
«Munda» de Tinna Hrafnsdóttir es una mujer sacerdote de avanzada edad que ha llevado una vida muy solitaria. Se ve forzada a salir de fiesta y expresarse cuando en la iglesia le recomiendan que socialice, pues sus sermones son muy juiciosos y no van acordes con los tiempos modernos
En «Three Men» de Emil Alfred Emilsson, un padre aprende a comunicarse mejor con sus hijos al ver que sus vidas corren peligro. Es entonces que expresa su angustia y preocupación de padre en lugar de dejarse llevar por la ira usual que le pide su lado masculino. El director comentó que quiso volcar en la historia su crisis personal, al sentir que para él ser hombre no significa necesariamente ser o aparentar ser fuerte.
«Donde caen las sombras»
Entre las poblaciones y comunidades desterradas de la historia oficial de Europa están los Yenish, llamados «gitanos» en sentido amplio, por ser una población nómade e itinerante. Hace cuatro años la cineasta italiana Valentina Pedicini se topó con un libro escrito por Mariella Mehr, una de las pocas sobrevivientes conocidas del genocidio aún no reconocido por el gobierno suizo contra la comunidad Yenish durante gran parte del Siglo XX.
Mariella fue separada de sus padres Yenish y pasó por un sinnúmero de orfanatos, reformatorios e instituciones mentales para borrar sus orígenes y memoria, y transformarla en una buena ciudadana suiza; pues se creía que el nomadismo era una enfermedad mental, que estos niños eran idiotas y retardados, que sus padres eran vagabundos e inútiles y sus madres, prostitutas.
«Dove cadono le ombre» (Donde caen las sombras) es la película de ficción de Valentina Pedicini que recoge esta historia real y la convierte en una historia universal y en un contexto en italiano. La directora responde ante esta decisión: “Creo que esta historia sucedió en Suiza pero es una historia universal, y es por esta razón que decidí no hacer un documental. Con un documental puedo filmar un testimonio de lo que sucedió en Suiza, pero mi idea era decir que esto pudo haber pasado en todo el mundo, que esta historia efectivamente ocurrió; y que ésta no es una historia antigua, que es un evento que puede volver a suceder”.
La película se sitúa en un presente que se pregunta qué pasó con estos niños y cómo es su vida ahora. Muchos desaparecieron, se suicidaron, o resultaron efectivamente con problemas mentales a causa de los experimentos y también muchos de ellos, luego de sobrevivir a estas torturas sistemáticas, decidieron borrar completamente su pasado y negar esta experiencia.
“Es una pequeña luz entre toda la oscuridad de la memoria de Suiza, y de Europa”. Es lo que nos ha enseñado esta y otras películas sobre los originarios backpackers europeos, durante el Festival RIFF.
Entrevista con la directora Valentina Pedicini:
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