Luego de haber trabajado exclusivamente como guionista durante años, el gran Aaron Sorkin finalmente se ha animado a dirigir un largometraje, y el resultado es la notable “Apuesta maestra”, un filme basado en el libro autobiográfico de la Princesa del Póker, Molly Bloom. Rápida, intensa e impecablemente actuada, esta película es todo lo que uno esperaría de una historia escrita por Sorkin; desarrollada de manera intrigante, compleja, inteligente y por momentos acelerada, haciendo que uno se pregunte si todo lo que se presenta en pantalla ocurrió en la vida real.
El filme transcurre a través de dos líneas de tiempo paralelas. En la primera, vemos a una Molly Bloom (una excelente Jessica Chastain) en el presente, tratando de deshacerse de una serie de acusaciones por parte del FBI; según ellos, ha colaborado con la mafia rusa a través de sus juegos de póker. Para defenderse, contrata a un abogado supuestamente honesto, Charlie Jafey (Idris Elba), quien, a pesar de dudar de ella inicialmente, poco a poco se irá dando cuenta que se trata de alguien que merece recibir sus —costosos— servicios.
Por otro lado, los flashbacks comienzan con una Molly mucho más joven (interpretada por Samantha Isler). Es en estas primeras escenas que vemos cómo su exigente padre, Larry (Kevin Costner) le permitió convertirse en una campeona mundial de ski, pero también la transformó en una chica rebelde. Desgraciadamente, luego de un fuerte accidente, Molly decide retirarse de los deportes competitivos, lo cual la lleva a mudarse a Los Ángeles, donde poco a poco irá formando su negocio de juegos de póker con celebridades y atletas. Su época dorada en dicha ciudad no dura mucho; un Jugador X (Michael Cera) se encarga de arruinarla, lo cual la obliga a mudarse a Nueva York, en donde comenzará desde cero —desgraciadamente, la Gran Manzana es mucho más exigente con Molly, lo cual hará que se codee con todo tipo de gente millonaria, incluyendo, obviamente, a la mafia rusa.
El ritmo de “Apuesta maestra” es implacable. Los diálogos escritos por Sorkin, en boca de sus talentosos actores, dictan la velocidad con la que se mueve la película, pero estos fluyen de tal manera que nunca se siente como un recurso gratuito o exageradamente expositivo. De hecho, Sorkin siendo Sorkin, comete muchos de los errores que cualquier dramaturgo o profesor de guion le diría a sus estudiantes que eviten: una narración extensa —por parte de Chastain—, monólogos, escenas de conversación pura, y exposición por doquier. Sin embargo, logra que todo funcione, lo cual resulta en una cinta fascinante, en la que la manera en que los personajes se expresan e interactúan entre ellos a través de las palabras hace que uno se quede pegado a la pantalla grande.
La historia de Molly está llena de revelaciones repentinas y giros inesperados. Independientemente de la verosimilitud de su relato —y por ende, del libro en el que está basado el filme—, «Apuesta maestra» es un sólido estudio de una mujer con poder, que tenía la rara oportunidad de dominar a hombres de mucho dinero y alcance a través de su ambición. Esto queda claro a la hora que entra a tallar Douglas Downey (un genial Chris O’Dowd), un apostador patético que termina siendo mucho más importante para el futuro de Molly de lo que ella esperaba.
Jessica Chastain es magnética como Molly. Entiende a la perfección el guion de Sorkin —cómo recitarlo, qué ritmo darle, cuándo ser intensa y cuándo no—, lo cual convierte a las escenas más verbosas en verdaderas clases de actuación. A pesar de todo lo que hace, uno jamás siente que Molly sea una mala persona; se trata, más bien, de una mujer con mucha ira, con problemas personales sin resolver, que encuentra una oportunidad y la explota al máximo gracias a su gran intelecto y sus talentos natos. Idris Elba es sólido como Charlie; Kevin Costner presenta un Larry algo odioso, como el padre de Molly, y hasta el a veces patético Michael Cera da una interesante actuación como el infame Jugador X.
“Apuesta maestra” se concentra más en la manera en que Molly juega con sus clientes y con su negocio, sin darse cuenta de que podría estar acercándose demasiado a gente extremadamente peligrosa. Las diferencias entre Los Ángeles y Nueva York son claras, pero a diferencia de lo que uno podría esperar de una cinta de este tipo, la historia de Molly no está llena de sexo o infidelidades. Molly se convirtió en una adicta al trabajo; su mayor problema era su adicción a una serie de drogas, lo cual la dejaba sin tiempo para establecer relaciones significativas con otras personas. Sus vestidos reveladores o con grandes escotes servían solo para distraer a sus clientes mientras hacían grandes apuestas. Todo era parte de un disfraz, de una máscara.
Este es un excelente ejemplo de lo que se puede hacer con una historia con mucho potencial, y con un guion expertamente estructurado y lleno de diálogos notables. Chastain carga la película sobre sus hombros —y sale muy bien parada—, pero recibe la ayuda de actores de la talla de Elba, Costner, y hasta Cera y O’Dowd, en su mejor momento. “Apuesta maestra” nos cuenta la historia de una mujer que creía en su negocio y que se rehusaba a vender sus principios —o arriesgar las vidas de gente que afectó a través de los años. Una película muy oportuna para el actual clima político y social.
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