Considerando todo lo que «The Post», lo nuevo de Steven Spielberg, tiene que decir sobre la libertad de prensa, así como sobre la lucha de las mujeres para hacerse escuchar, para hacerse valer en un mundo dominado por hombres, el estreno de esta película resulta más que apropiado. Pero de “The Post” no es solamente una lección histórica profeminismo o pro libertad de prensa; también es una película con una dirección y actuaciones impecables.
El filme nos cuenta la historia de cómo el Washington Post se hizo con los Papeles del Pentágono, documentos secretos que contenían todos los trapos sucios sobre la participación de diferentes gobiernos de los Estados Unidos en Vietnam. Si bien la publicación de dichos documentos podría resultar casi obligatorio para un diario como «The Post», la situación era más complicada de lo esperada; el gobierno de Nixon estaba empeñado en censurar a la prensa en todo lo que se refería a este tema, y la dueña del Post, Kay Graham (Meryl Streep), tenía muchos amigos en el gobierno que podían verse dañados por la publicación de dicha información.
El editor del diario, Ben Bradlee (Tom Hanks), tenía una idea distinta. Para él, era imperativo el mantenerse “en el juego”, compitiendo con periódicos como el New York Times (quienes fueron los primeros en obtener una porción del estudio de más de cuarenta mil páginas encargado por Robert McNamara, Secretario de Defensa de Lyndon B. Johnson) para convertirse en una empresa de importancia global, no solo local. Por ende, Kay tenía que tomar una decisión muy clara: ¿publicar la información obtenida, arriesgándose a ir a la corte y posiblemente a prisión, o dejarse censurar por un gobierno evidentemente corrupto?
Considerando la posición de Kay, no sorprende que sopese dicha decisión durante casi la duración entera de la película. Estamos hablando de inicios de los años 70, con una mujer que quedó a cargo de una publicación importante solo porque su padre se la había delegado tiempo atrás a su esposo, y quien se suicidó años antes. Kay está en una posición de poder no porque la sociedad esté de acuerdo con ello, sino porque no quedaba nadie más a quién dárselo. Kay vive en un mundo dominado por hombres, en el que su voz nunca es tomada en cuenta, y su opinión es considerada de poca importancia.
La manera en que Streep caracteriza a Kay es muy realista; comienza el filme como una mujer con poca confianza en sí misma, como alguien que poco más y susurra sus opiniones cuando está rodeada de hombres. Felizmente, el arco del personaje es muy satisfactorio, y la manera en que cambia realmente hace que uno la apoye al 100%; una escena en la casa de Bradlee, en la que poco más y manda al diablo a los miembros del directorio —sin perder su amabilidad, curiosamente— es estupenda.
“The Post” no es una película sutil, pero no necesita serlo. El desarrollo del personaje de Kay es claro y satisfactorio, y algunos momentos, como cuando sale de la corte y es recibida por un grupo de mujeres que claramente la apoyan y la consideran como un ejemplo a seguir, son importantes visualmente, pero felizmente no son mencionados en los diálogos o en una narración en off. Evidentemente se trata de una cinta con opiniones feministas, pero consideremos también que no se trata de una historia que debería ser alabada solo desde ese punto de vista. Recordemos que Kay era una mujer de clase privilegiada, por lo que su historia podría resultar poco relevante si se compara a las vidas de mujeres con menos recursos y oportunidades.
En «The Post» lo que resulta incluso más interesante es todo lo relacionado a la búsqueda de los Papeles del Pentágono, y a los problemas en los que tanto Kay como Ben se ven involucrados. Considerando que los Estados Unidos tiene ahora un presidente que se pelea con la prensa casi todos los días (¡vía Twitter!), el estreno de este filme no podría ser más relevante. Después de todo, EE UU podría estar a punto de vivir una situación similar —pero bajo otro contexto—, en el que la prensa podría comenzar a ser censurada por el gobierno.
La dirección de Spielberg es sólida y menos estilizada que la de filmes anteriores. Utiliza planos largos para favorecer los movimientos de sus actores, dándoles respiros para que sus acciones y los diálogos dicten el ritmo de las escenas, y no tanto la contraposición de planos o los movimientos de la cámara. De hecho, resuelve varias escenas de conversación sin muchos cortes, con una cámara estática o de movimientos sutiles. La dirección de fotografía de Janusz Kamiński es atractiva —y por fin no abusa de las fuentes de luz exageradamente brillantes—, y la música de John Williams es sorprendentemente sutil.
“The Post” es una película que resalta los beneficios y la importancia del periodismo de investigación a través de una historia fascinante que nunca se siente como un sermón o como un relato moralista. El filme se mueve a buen ritmo, la dirección de Spielberg es efectiva sin llamar demasiado la atención a sí misma, y las actuaciones del reparto son excelentes; aparte de Streep y Hanks, tenemos a Sarah Paulson (un poco desperdiciada), Bob Odenkirk (de “Breaking Bad” y “Better Call Saul”), Alison Brie, Carrie Coon, Jesse Plemons, David Cross, y Bruce Greenwood. “The Post” es la mejor película de Spielberg en años, y una experiencia que definitivamente vale la pena tener en una sala de cine.
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