Realizar una buena comedia romántica siempre es un reto; es necesario obtener un balance entre la comedia, el drama y el contenido sentimental, sin llegar a ser exageradamente meloso. Es muy fácil hundirse en un mar de clichés, convirtiendo a sus personajes en estereotipos andantes, y desarrollando una trama dolorosamente previsible.
No diré que “No me digas solterona”, la más reciente película de la directora Ani Alva Helfer sea un notable ejemplo de innovación y originalidad, pero sí se trata de un filme sorprendentemente honesto, el cual transmite un mensaje válido a través de una historia por momentos exagerada, pero en general, divertida e ingeniosa. Bien actuada y competentemente dirigida, “No me digas solterona” es una comedia romántica digerible que debería resultar entretenida tanto para los fanáticos del género, como para los miembros más cínicos del público.
El filme nos cuenta la historia de Patricia (Patricia Barreto), una joven limeña en sus 30 que parece tenerlo todo: un buen trabajo, amigas que la adoran, y un novio (Diego Carlos Seyfarth) con quien pensaba casarse. De hecho, nuestra protagonista ha estado obsesionada con el concepto del matrimonio incluso desde que era niña, por lo que la idea de pasar el resto de su vida con su pareja de catorce años la emociona sobremanera. Desgraciadamente, la cosas no salen como ella esperaba: él termina dejándola por una bella joven veinteañera (Flavia Laos). Es así que, deprimida y consciente de su edad, Patricia vuelve a pasar a las filas de las solteras. ¿Se le “pasará el tren” como dice su madre? ¿O encontrará el amor gracias a la ayuda de sus fieles amigos?
A pesar de que la cinta anterior de Alva, “El beneficio de la duda”, había resultado algo fallida pero interesante —llena de referencias al cine clásico y al cine negro, y capaz de generar cierto suspenso— fui a ver “No me digas solterona” con no muchas expectativas. Después de todo, se trata de una película totalmente diferente a su trabajo anterior, la cual, si era mal manejada, podría terminar siendo previsible y hasta machista. De hecho, si es malinterpretado, el título de la cinta podría hacernos pensar que se trata de una comedia acriollada más, aquellas que validan comportamientos machistas que han sido fomentados por nuestra sociedad durante años.
Felizmente, ese no es el caso de esta película. Sí, Patricia comienza la película como una mujer obsesionada con su propia boda, convencida de que lo mejor que puede hacer en la vida, fuera de tener un buen trabajo o de disfrutar memorables momentos con sus amigas, es encontrar el amor y contraer matrimonio. Las primeras escenas de “No me digas solterona” son tanto hilarantes como ligeramente perturbadoras; Patricia consulta el horóscopo obsesivamente para saber qué tal le irá con su pareja, se convence de que le propondrán matrimonio a pesar de que no tiene ningún tipo de evidencia que la respalde, y una vez que se entera de la verdad, entra en una etapa de depresión espectacular, la cual es escenificada de en una escena en donde se queda, por varios minutos, mirando al vacío mientras sus amigas y su madre (Angélica Aragón) hablan a su alrededor.
Pero es precisamente esta exageración —muchas veces utilizada para generar momentos cómicos bien logrados— la que ayuda a que uno vaya comprendiendo cuál es el arco tragicómico por el que tiene que atravesar el personaje de Patricia. El mensaje que Alva tratar de transmitir es válido, y está desarrollado de manera muy efectiva a través tanto de la trama como de la caracterización de Patricia: uno tiene que amarse a sí mismo antes de amar a los demás, y priorizar su propia salud y su propia felicidad por sobre lo que los demás puedan pensar.
Es esta idea central la que termina por elevar a “No me digas solterona” por encima de la comedia romántica promedio, ya que subvirte las expectativas que uno tenía de la película. La directora está más interesada en trascender los estereotipos, dándole una vuelta a la típica trama de rom-com. Es cierto que algunos personajes destacan precisamente porque se sienten más caricaturescos que el resto —el estereotipo gay interpretado por Adolfo Aguilar, aunque superficialmente inofensivo, simplemente no tiene lugar en un filme como este—, pero en general, el reparto hace un buen trabajo interpretando sus roles.
Previsiblemente, es Patricia Barreto quien destaca más, y me animaría a mencionar que sin su participación, “No me digas solterona” se desinflaría considerablemente. Barreto tiene una gran capacidad tanto para hacer reír, como para causar empatía en las escenas más emotivas. Es carismática, es divertida, y logra transmitir el arco de desarrollo del personaje de manera creíble y honesta. Con esta película, Barreto concreta un muy buen debut en el cine.
Diego Carlos Seyfarth interpreta al ex novio no el perfecto patán, si no como alguien desconsiderado y arrogante que, a pesar de tener genuinos sentimientos por Patricia, comete demasiados errores y termina manejando la situación de la peor manera posible. Ni siquiera su nueva novia, interpretada por la atractiva Flavia Laos, es demonizada; más que una robanovios, es presentada como una chica inmadura que no sabe lo que está haciendo. Anahí de Cárdenas es divertida como una de las mejores amigas de Patricia, André Silva es muy carismático como su nuevo compañero de oficina, y hasta Fiorella Rodriguez hace un buen trabajo, interpretando a una severa secretaria. Maricarmen Marín y Cristian Rivero, como una amiga del trabajo de Patricia y como un potencial novio, respectivamente, no tienen mucho qué hacer; podrían haber sido eliminados de la historia sin mayor problema.
A nivel técnico, “No me digas solterona” es cumplidora y sencilla. Alva no mueve mucho la cámara a menos que sea realmente necesario —como en un par de montajes, o haciendo uso de transiciones vistosas—, favoreciendo el movimiento de su personajes dentro del encuadre, así como sus enérgicas actuaciones. El uso de la música y el sonido directo es correcto. Lo que sí me llamó la atención fue la carencia de planos abiertos en varias escenas, especialmente las que se llevan a cabo en locaciones reales. No quisiera estar adivinando, pero sospecho que se debe a una falta de extras —y por ende, de presupuesto—, problema que se hace más evidente en secuencias como la del gimnasio, en donde no hay absolutamente nadie más aparte de los protagonistas.
“No me digas solterona” es una comedia romántica entretenida y ligera, que no se escapa de ciertos personajes clichés (ya hay que parar con los estereotipos gay), gratuitas tomas del trasero de Flavia Laos en la playa, escenas que se sienten incompletas o transiciones discordantes, pero en general, se trata de una gran mejora en relación al anterior filme de Ani Alva, y es sin dudas la mejor película producida por Big Bang Films hasta el momento. Como mencioné al principio de este texto: es difícil producir una comedia romántica, y aunque no me animaría a decir que se trata de una cinta ejemplar, “No me digas solterona” es de las mejores que se han hecho hasta ahora en nuestro medio.
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