En la 22ª edición del Festival de Cine de Lima, la película paraguaya “Las herederas” se llevó cuatro premios: mejor actriz (Ana Brun), mejor ópera prima, mención especial del Jurado de la Crítica Internacional y mejor película de Apreci – Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica.
Días antes de la premiación, conversamos con el director Marcelo Martinessi sobre esta película que tuvo un gran impacto cuando ganó tres premios en el Festival de Berlín a inicios de año, sobre el universo femenino que describe en la película, el proceso de casting, la mirada de los festivales europeos sobre el cine latinoamericano y la situación actual del cine paraguayo.
Marcelo, ¿cómo nació la idea de contar esta historia de una pareja de mujeres mayores que pasan por una crisis económica?
Yo había hecho cortometrajes y adaptaciones literarias. Cuando me senté a escribir una historia propia para mi primer largometraje, lo primero que me vinieron a la cabeza fueron los chismes y las experiencias que tenía al haberme criado en una sociedad en la que la mujer tiene un peso muy fuerte. También tengo una profunda admiración por un escritor paraguayo que se llama Gabriel Casaccia, quien escribe mucho a partir del chisme. Luego, empecé a pensar que la manera de narrar Paraguay también tenía que ver con las mujeres, pues a partir de las guerras, las mujeres tuvieron una presencia muy importante, entonces me parecía que era la única forma de contar una historia sobre mi país. Después, al crear a la pareja protagonista sentí que todos los personajes que están en la película son de alguna forma parecidos a gente que yo conocí. En algún momento pensé que podía ser una pareja de hombre y mujer, pero después opté por no meterme en un tema de género, porque en la sociedad paraguaya hay una lógica de protección – represión que está presente en todos lados. Entonces me parecía que si podía contar la historia a partir de la relación entre dos mujeres, iba a ser mucho mejor e iba a aflorar de una manera más fácil. También admiro mucho el cine de mujeres, me encantan los personajes de Gena Rowlands y las películas de Fassbinder y Todd Haynes, siempre cito a esos directores que dirigen actrices; me siento sumamente cercano al trabajo que ellos hacen.
En “Las herederas” los hombres son solo extras o personajes de paso. ¿Fue una idea consciente dejar a los hombres fuera del relato?
Me fui dando cuenta en el camino. Incluso una persona me dijo: “Esto parece ciencia ficción, como si ya no existieran más los hombres en el mundo”. Me parece que este era un mundo poblado de mujeres, nunca me planteé como algo radical “Vamos a dejar a los hombres fuera”, sino que en las vivencias cotidianas de Chela y Chiquita, los hombres tienen una presencia marginal. Estamos hablando de mujeres que vienen de una sociedad y una generación sumamente reprimida, en la que las cosas no se dicen en la cara, en la que es mucho más importante lo que hay detrás de lo que una persona quiere mostrar. Todo esto se va dando cuando uno trabaja el guion y va descubriendo que la esencia de la historia quizá no consiste en adaptarla a una receta y que no es necesario mostrar a los personajes haciendo el amor para explicar que son lesbianas.
Todos los personajes son mujeres, provienen de una clase social media alta venida a menos y tienen una relación gay. Son temas que no se ven mucho en el cine latinoamericano. ¿Consideras que esos elementos te han servido para que la película haya sido vista con más atención en un festival como la Berlinale?
Los cortometrajes que dirigí antes de esta película casi siempre eran rurales o guaraní parlantes y en el recorrido que tuve con esos cortos me di cuenta que los festivales y los fondos europeos están moldeando nuestro cine a lo que ellos necesitan o esperan ver de América Latina: exotismo, historias donde se vea el campo y donde hablen idiomas extraños. En principio, eso no está mal, yo creo que es una mirada sobre el cine y hay películas maravillosas que se inscriben en esos parámetros. Ahora bien, yo empecé a escribir “Las herederas” en el año 2012, después de un golpe de Estado en Paraguay que me separó totalmente de la clase social de la cual yo vengo, porque siento que la clase privilegiada de Paraguay es la que provocó ese golpe de Estado. Entonces empecé a escribir “Las herederas” pensando en qué le servía a mi país, de qué manera yo podía contar una historia dentro de esa clase social, pero con esos conflictos que heredamos de otras generaciones y que no nos permiten avanzar, y con esa cuestión de protección – represión que para mí está en la escuela, en la universidad, en la familia, en todos lados. Ahora, me encanta que la película aborde cosas que uno no esperaría del cine paraguayo, eso me parece genial.
¿Cómo fue el proceso para elegir a las protagonistas?
Yo necesitaba mujeres paraguayas que entiendan esta sociedad y que la lleven debajo de la piel. Realmente hice muy poco casting. Vi no más de 12 mujeres. Un amigo que leyó el guion me recomendó a Ana Brun y cuando la elegí para el rol protagónico, le pedí a ella que me acompañe a hacer el resto de los casting, porque Ana es muy visceral en su trabajo y sabía que ella tenía que tener sentimientos fuertes por cada uno de los otros personajes. En ningún momento me planteé hacer un casting grande, porque para mí es una historia en la que las mujeres debían entender esas clases sociales y debían moverse dentro de ese circuito.
¿Cuál es la experiencia previa de Ana Brun? ¿Había hecho cine antes?
Ana Brun hizo teatro hasta hace unos 15 años, pero hizo pocas obras. En algún momento participó en un documental recitando un poema, pero no había construido un personaje en cine nunca. Esta es su primera película. Ella realmente no se llama Ana Brun, tiene otro nombre. Empezamos a trabajar con un año de antelación, hasta que un día vino y me dijo: “No puedo hacer este personaje. Tengo nietos que me preguntan cómo voy a hacer de lesbiana en una película”. Luego ella me propuso la solución: cambiarse de nombre, usando su primer nombre y su segundo apellido. En ese momento tampoco sabíamos que la película iba a tener tanta visibilidad, entonces dijimos: “Si se cambia de nombre, nadie se va a dar cuenta”. Yo cuento esa experiencia porque me parece que te muestra también la importancia de hacer esta película en una sociedad que está sumamente enamorada del pasado.
¿Las escenas de la prisión para mujeres fueron filmadas en una prisión real o simulada?
Toda la parte de la prisión fue filmada en la Correccional del Buen Pastor, que es una prisión de mujeres en Asunción. Primero hicimos un workshop con las internas para invitarlas a participar en el proyecto, veíamos cine y hacíamos un debate luego de las funciones, hicimos todo un trabajo con ellas para que realmente se involucraran en el proceso, porque era muy importante que eso sea lo más real posible. Y filmar allí realmente fue una ganancia grande para la película.
¿Han podido mostrar la película en esa correccional?
Sí. Yo no estaba en Asunción en ese momento lastimosamente, pero las actrices me dijeron que fue la sesión más linda, donde entendieron mejor la película. Estamos hablando de una película que tiene el encierro como eje y las internas tenían una gran capacidad de conectarse con muchos temas de la película, a pesar de ser personas que no ven todo el tiempo este tipo de cine.
¿Cómo fue llegar al Festival de Berlín?
Fue genial. Para nosotros, fue muy fuerte que la película haya tenido la posibilidad de hacerse en primer lugar. Y cuando supimos lo de Berlín, nos dimos cuenta que podíamos tener una visibilidad mucho mayor de la que nosotros podíamos esperar y creo que fue muy fuerte también en Paraguay. Tratamos que la película cuestione también a nuestra sociedad y tratamos de hacer entender que estamos haciendo una película que mira al futuro. En una sociedad que se niega a avanzar, el rol del cine es muy importante para poder proponer un debate y nuevos temas a la agenda pública.
“Las herederas” se llevó tres premios importantes en el Festival de Berlín. Cuéntanos cómo viviste esa experiencia.
Parece que yo no viví eso que me cuentas. En esos momentos uno está tan tenso, que lo que haces es tratar de pararte, no caerte, subir y decir algo coherente. Esos festivales son demasiado grandes e intimidantes, especialmente para mí que estaba estrenando mi primera película. Creo que cuando termine toda esta locura de viajes y promoción, pienso que voy a disfrutarlo más en la memoria. Cuesta mucho digerir el hecho de que todo es exageradamente grande, con todos esos grandes directores. Estar en Berlín implica un número grande de entrevistas y compromisos, también implica para todo el equipo representar a un país que en general es muy poco conocido, entonces era una oportunidad muy linda de visibilidad.
Además de Berlín, también recibiste un premio al mejor cortometraje en el Festival de Venecia por «La voz perdida». ¿Cuál consideras que es la mayor ventaja que ofrecen estos festivales al cine latinoamericano?
Los festivales te dan la posibilidad de que la película viva más, te da una plataforma de visibilidad muy buena, porque a veces se hace un cine latinoamericano muy interesante, pero si no tienes una buena plataforma de visibilidad, las películas se pierden y desaparecen. Hay obras maravillosas que se descubren recién después de 10 años. Por un lado, un festival grande te ayuda a que la obra exista con mayor fuerza y, por otro lado, te da un espaldarazo para poder financiar tu próximo proyecto. Viniendo de Paraguay, no tenemos todavía una gran posibilidad de financiamiento local, entonces dependemos mucho de afuera.
Son muy pocas las películas paraguayas que han llegado al Perú. ¿Cómo describirías la situación actual del cine paraguayo?
Estamos en un momento en el que hay mayor diversidad. Ya tuvimos una película de terror y una película de acción.
Eso a mí me entusiasma mucho, porque significa que no vamos a hacer un solo tipo de cine, sino que vamos a hacer un cine diverso, interesante y variado. Por otro lado, es muy importante una inversión seria del Estado. El 5 de julio pasado se aprobó por fin nuestra Ley de Cine por primera vez. Lo que esperamos ahora es que cuando eso se implemente, podamos tener un Instituto de Cine, una Cinemateca y podamos tener fondos regulares. Eso nos va a permitir producir más cine en Paraguay. Actualmente hacer cine es un esfuerzo titánico, a veces ganas los fondos destinados al arte y te pagan tres años después o a veces no te pagan nunca. Entonces hoy es una cosa muy desorganizada, pero esperamos que con esta Ley de Cine eso se pueda regularizar para que pueda haber más películas.
¿Cuáles son tus siguientes proyectos? ¿Estás trabajando en algún guion?
Realmente no. Promocionar una película conlleva hacer muchos viajes. Por el momento quiero descansar y ver bien qué valdría la pena hacer después. Tengo un guion que escribí previamente, con dos amigos peruanos que conocí hace muchos años en la Fundación Carolina, Daniel Vega y Fabrizio Aguilar. Aquel guion lo podría filmar en algún momento, pero primero quiero pensar bien. Creo que también me sirve el contacto con la gente que ve “Las herederas”, porque creo que cuando uno recibe retroalimentación de su trabajo, puede moldear algunas cosas en las que invertiste demasiada energía y por ahí que no trascienden, así como hay cosas que hacen que esas historias puedan reverberar en la cabeza de otras personas. Me parece que en ese sentido es muy rica la experiencia de viajar con la película, estoy aprendiendo mucho de este proceso.
Entrevista realizada por Juan Carlos Ugarelli y Laslo Rojas, en San Isidro el 9 de agosto de 2018.
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