Uno de los cineastas más representativos de la cinematografía peruana contemporánea es Aldo Salvini Freyre. A sus 54 años lleva encima muchos rodajes y experiencias vividas en el mundo del audiovisual.
Reconocido principalmente por su trabajo en el cortometraje durante los años 90, películas con las que estableció su ya reconocible marca de estilo: esa preferencia por un cine visceral, recargado y vertiginoso, de personajes desbordados e inolvidables. El 2001 logra sacar adelante luego de mucho esfuerzo su primer largometraje, «Bala perdida». Tras esa dura experiencia, y mientras trabajaba en su siguiente proyecto de ficción, se encuentra con el singular personaje que se convertiría en el protagonista de su documental «El caudillo pardo» (2005).
Desde entonces, y viendo frustrados sus constantes intentos por concretar sus siguientes proyectos en cine, Aldo se dedica a la realización televisiva, en telenovelas y series. Hasta que llega este 2018, año en que se le aparecen nuevas oportunidades: primero, la de poder dirigir la secuela de la muy popular «Django», una segunda parte que logró cubrir las expectativas de los fans del filme original, así como de la crítica y los seguidores del cine de Salvini. Y segundo, Aldo encontró la posibilidad de hacer realidad su nuevo proyecto personal, «El corazón de la luna», gracias a la flamante productora audiovisual de la Universidad de Lima: Un personaje solitario, sus desvaríos, una hormiga y un robot (!), recorriendo rincones de una Lima que los ha abandonado. Esta esperada película también reviste especial importancia porque significará el primer protagónico para una veterana del teatro, la televisión y el cine nacional, la gran Haydeé Cáceres.
Semanas atrás visitamos uno de los últimos días de rodaje de la película, en locaciones del Cementerio Presbítero Maestro. Entre lápidas y mausoleos, nos sentamos a conversar a profundidad con Aldo Salvini, sobre su nueva película, también sobre su experiencia en la reciente «Django 2», y sobre su visión del cine nacional en general. La entrevista, a continuación:
Aldo, ¿nos puedes contar de qué va “El corazón de la luna”, y cómo se origina la historia?
Esta es una historia sobre la soledad, sobre el abandono social y psicológico de una señora, que es el que sufren algunas personas en nuestra sociedad. Es la historia de esta persona, toda la película es ella. En un momento, dentro de su fantasía aparece un robot que se convierte en su salvador.
Es una película sobre la marginalidad mental y el abandono que sufren por parte de nosotros. Dentro de un país que vive en «bonanza», existe gente que es desplazada y olvidada. En Lima, en lugares donde hay mucha modernidad puedes encontrar, no una persona sin hogar como en otras partes, sino una persona verdaderamente abandonada, gente esquizofrénica, que está tirada por ahí. La película muestra además que, de alguna manera, es mucho más fácil ayudar a un perro o a un gato vagabundo que a una de estas personas.
¿Este proyecto lo desarrollaste recientemente?
Lo hice hace como 5 años. Empezó como un corto y luego pensé que podía ser un largometraje. Lo presenté a un concurso de guiones en España, ahí no pasó nada, pero fue un aliciente para escribirlo como un largo. Es una película que no tiene diálogos, no hay ninguna palabra en toda la película, la señora no dice ni un monosílabo, solo emite algunos sonidos.
Cuéntanos sobre el reparto.
Está Haydeé Cáceres, la protagonista, un niño (Sergio Velasco) que aparece como una imagen, y el robot que lo interpreta Bruno Balbuena, que es un pata de 2 metros. Hace de un robot medio cruce japonés con precolombino, es bien paja, creo que visualmente funciona muy bien. Después aparecen otros personajes o imágenes que son medio diabólicas dentro del mundo de la señora.
Y luego tenemos algunas escenas en stop motion, porque quería que tuviera una onda a lo Harryhausen, porque la señora ve un programa de televisión antiguo, un robot que pelea como Ultraman con unos monstruos, y ahí se le aparece a ella en la ciudad. Entonces, esas peleas quiero hacerlas en stop motion, que es bien artesanal.
¿Cómo van a trabajar esa animación?
Lo haremos con Juan Carlos Yanaura, él hace ese tipo de trabajo de animación. Es un trabajo de harta paciencia, milímetro a milímetro. Serán 3 minutos en total de stop motion, que será como un mes y medio de chamba.
¿Puedes comentarnos un poco sobre tu equipo de realización?
La dirección de fotografía la hace Micaela Cajahuaringa, y la dirección de arte Hiromi Shimabukuro. En sonido directo está John Figueroa, la producción es de Macarena Coello, que es una ex alumna de la universidad, ella trabaja con varios chicos. Macarena antes trabajó en «Todos somos marineros» de Miguel Angel Moulet, como productora de campo. Y en la edición está Sandra Rodríguez.
La idea de la Universidad de Lima, que es la productora del filme, es que participen alumnos o exalumnos, aunque también tenemos gente de afuera.
¿Cómo es su presupuesto? Comparándolo con otras producciones que has hecho.
Va por ahí, no es una película barata. Lo que pasa es que la universidad pone una parte en efectivo pero otra parte son instalaciones, equipos, gente. Entonces cuando terminas y haces el presupuesto general, no sale una película barata. Tampoco es una película Tondero de un millón, ¿no?
Más bien, como las que hacía antes Tondero…
Sí, las que hacía antes, ahora no [N.E.: Al respecto, leer la entrevista con el gerente de Tondero]. No puedes hacerlo ahora, solamente con “Asu mare” puedes invertir eso y sabes que puedes tener tres millones de espectadores, pero invertir un millón de dólares para hacer 700 ó 800 mil espectadores, eso sería un éxito a nivel de público pero no a nivel de plata. Si “Django 2” hubiera hecho 800 mil espectadores, imagínate. Y eso que “Django 2”, para ser una película para mayores de 18 años, creo que tuvo un éxito considerable, llevó más de 400 mil personas.
La primera película de ficción producida completamente por una universidad
¿Cómo llegaste a la U. de Lima para producir tu película?
Prometeo Media Lab, esta productora de la U. de Lima, antes estaba a cargo de Gerardo Arias, un amigo mío. A él le presenté el proyecto y le gustó pues quería que así fueran el tipo de películas que hicieran ellos. Luego entró Julio Wissar quien ha tomado la batuta del Centro de Producción Digital.
Mi proyecto estuvo evaluado por un buen tiempo por la universidad, antes que lo aprobarán. Y nos están financiando completamente todo el rodaje. Luego queremos aplicar a DAFO para posproducción, distribución, etc. Pero por ahora todo está realizado con equipos de la universidad.
La universidad entonces asume el reto y riesgo de producir esta película. Eso tiene pocos precedentes, ¿no?
Sí, no hay ninguna universidad local que tenga una productora y que produzca películas.
En la región está el ejemplo de la Universidad del Cine, de Buenos Aires.
Ojalá que la Universidad de Lima cumpla ese rol en el Perú y que otras universidades también quieran entrar en el rubro y producir, porque obviamente es parte también de la educación.
En Perú tenemos los concursos del Ministerio de Cultura y las producciones comerciales. Y en medio ahora aparece esta opción de la Universidad, eso es algo muy importante.
Yo creo que sí, he tenido la suerte de que mi proyecto sea el primero producido por la universidad. Además es un proyecto difícil de financiar porque no es una película comercial. Pero si la universidad continua en esto y otras universidades toman la idea y también empiezan a producir, sería genial.
Esta asociación con la Universidad, comparando con las otras experiencias, ¿te restringe más?
Todo lo contrario, la limitación no ha existido, las limitaciones en todo caso te las pones tú mismo. Porque es una cuestión de dinero, toda película tiene un presupuesto y sabes que no puedes pensar en algo que no vas a poder costear o que acá en el Perú no se puede realizar. El apoyo del Centro con respecto a la parte creativa de mi chamba ha sido increíble. En ese sentido yo estoy feliz. Se está haciendo lo que se quiso desde un principio, y todo el equipo es bien punche, bien apasionado.
Viendo los precedentes, la Universidad de Lima ya había participado en «Como en el cine».
Ahí solo fueron auspiciadores. Porque si vas a la universidad y pides [ayuda para tu película], te dan equipos, te dan una cierta cantidad de plata y sale un logo por ahí, pero nada más. En mi caso es distinto.
En octubre también se estrenará la comedia “No es lo que parece” que está auspiciada por la Universidad de Lima y por Alas Peruanas.
Si, lo que pasa es que la U. Lima también tiene casas que las presta. Son casas que después se van a demoler y construir. Yo tengo una locación que está en una de esas casas, que se ha ambientado. La vez pasada también estuvieron grabando ahí «La peor de mis bodas 2». La universidad facilita eso, lo cual está bien. Gente que quizás ha estudiado en la universidad, va y pide y le dan ese espacio que si lo tuvieras que pagar sería un gasto fuerte. Pero la idea de este Centro de creación audiovisual es que sea la universidad la productora o coproductora, ya no es solo un auspicio.
Una pregunta que habría que hacerse es cuál es el plan de sostenibilidad que tiene la universidad. ¿Cómo será su retorno de inversión, para seguir produciendo más películas?
Es que esta película, como es la primera, es un experimento también, hay que ver cómo funciona. Yo espero que le vaya bien en festivales, que se pueda mover y que la universidad pueda tener un retorno a nivel cultural, que pueda sonar a otros niveles. Y claro, si la película se llega a vender o tiene una cierta acogida con el público, esa plata entra y obviamente la idea es que entre para seguir produciendo otras cosas. Lo que quisiera es poder ir a festivales con esta película, si logra ser seleccionada en uno importante eso te ayuda con la publicidad.
Extras: En los años 80, la Universidad de Lima coprodujo un par de películas de ficción. En el libro “Un cine reencontrado” encontramos esta información: “Sonata soledad” (1987) de Armando Robles Godoy, fue coproducida junto con el Taller de Cinematografía y la empresa Telecine S.A. Mientras que “Amores desesperados” (1986), filme inédito de Alfredo Aguilar, fue coproducido con la empresa Panorama.
Recordemos también que el 2010 se realizó el documental chiclayano “¡Vivir!”, y el 2013 el documental «Proyección 19», ambos producidos por la Escuela de Comunicación de la Universidad Santo Toribio de Mogrovejo (USAT).
Asimismo, “Vidas paralelas”, película de ficción del 2008 fue coproducida por la Universidad Alas Peruanas y el Ejército Peruano, nada menos.
Y actualmente, la UCAL viene produciendo un documental sobre la hinchada peruana de fútbol, dirigido por Eduardo Mendoza.
Haydeé Cáceres y su primer protagónico en la pantalla grande
Volviendo a la película, ¿qué referencias podremos encontrar en ella?
Yo creo que es… lo mismo de siempre (risas). Uno cree que va hacer una cosa y en el camino te encuentras con cosas. Por ejemplo, no estaba previsto que en la película hubiera ningún tipo de iconografía religiosa pero al final las tiene, porque estamos grabando en un cementerio [el Presbítero Maestro], y el mercado donde grabamos también había un altar. Son cosas que aparecen, a mí me atraen y sigues ese impulso.
A nivel de referencias, yo veo la película y por momentos me parece una película japonesa. La veo a Haydée y me hace acordar un poco a Aristóteles, parece la mamá de “Capitán Neptuno”.
Tiene esa onda, es un personaje loco, y tienen facciones parecidas, Haydeé es media ‘jaladita’ como Aristóteles. Parece un personaje de película japonesa de locos, con los pelos parados. Haydeé está increíble, lo que está haciendo ella me parece excelente.
¿Cómo la elegiste a Haydeé Cáceres?
Fue medio circunstancial, porque en el guion yo había pensado en Ana Cecilia Natteri, incluso estuvimos en pruebas de maquillaje, pero al final por motivos de tiempos no se pudo. Ahí salió la idea de Haydeé Cáceres, le mandé el guion y antes de seguir hablando me comentó el guion. Ella había entendido absolutamente todo lo que debes entender más allá de lo que está escrito. Yo dije, «esta tía tiene que ser» (risas). Le dije, va ser un personaje bastante fuerte, porque el personaje es una mujer mayor, de más de 70 años y que tiene que hacer acciones físicas fuertes y emotivas. Es una cargadora de sacos de papas, y sufre y llora. Emotivamente es bien fuerte para cualquier persona, pero Haydeé es guerrera, no le tiene miedo a nada, es muy entregada. Súper orgánica, tiene harta verdad. Yo estoy feliz con ella.
¿Este será su primer protagónico en cine?
Bueno, ella estuvo en «La familia Orozco» (1982), pero este su primer protagónico. Es una actriz de raza, muy metida en su personaje.
El cine de Salvini
Aldo, si bien se te conoce por tus trabajos en los cortos en los años 90, después parece como si no hubieras hecho nada, y que luego volviste con «Django 2». Pero no es así, tú has trabajado siempre, en televisión.
Sí, claro, ya llevo más de 20 novelas. Y sí, en un momento luego de los cortos después del 2001 que hice «Bala perdida» y el 2005 que hice «El caudillo pardo», he estado más metido en televisión. [N.E.: Recomendamos leer esta extensa entrevista con Salvini sobre «El caudillo pardo». Esa es además la primera entrevista que hiciéramos en Cinencuentro, en un lejano julio del 2005].
Sí he presentado proyectos a DAFO, pero ya me aburrí. Te presentas, te seleccionan para el pitching, y al final no pasa nada, y dices «qué tienes que hacer para ganar esta vaina». No entiendo. Entonces ya dejé de presentarme, ya no me interesa.
Ahora, Úrsula Vilca ha presentado [al concurso de DAFO] unos proyectos de ella que me pidió que yo los dirija, son sus guiones. Uno es un policial, y el otro es una historia de chicos outsiders, me parecen pajas esos temas.
Lo que mencionas es que los proyectos apoyados por DAFO suelen tener cierto corte, y el cine de género del tipo que tú haces, ¿no tiene cabida en estos concursos?
Yo creo que el cine fantástico o que tenga un filón de terror no les interesa. O un policial, a mí me encanta, viviría feliz haciendo policiales, pero si presentas eso a DAFO tendría que ser un policial quizás político para que les pueda interesar, pero no todos los policiales tienen que ser políticos, ¿no?
¿Por qué crees que se da esto, que el Estado busca temas “importantes” para premiar?
Yo he sido jurado en algunos concursos de DAFO de cortos y no había ninguna indicación de hacer esto o aquello. Creo que muchos de los jurados se quieren poner trascendentales, entonces ellos no pueden aprobar una cosa que tenga un filón de terror o que sea una película comercial.
Y ahora, como hay que ser políticamente correcto, entonces imagínate si premian una película fantástica o policial, luego les reclamarán «porqué premias eso y no premias cosas que tengan que ver con la realidad nacional». Pero creo que el arte va más allá de eso.
Todo sobre «Django 2»
Hablemos un poco de “Django: Sangre de mi sangre”, que es una película comercial pero con marcas distinguibles de un autor. ¿Cómo te involucraste en el proyecto?
Me llamaron Giovanni Ciccia y Gustavo Sánchez, me presentaron el guion de Yashim Bahamonde y me dijeron si me interesaba. Sucede que yo hace más de diez años, cuando me enteré que querían hacer “Django 2”, fui donde Gustavo y le dije: «Si vas a hacerla, yo la quiero dirigir». Pero nunca salió, y después de diez años, recién aparece esta posibilidad. Leí el guion y dije «bacán, yo lo hago». Pero presenté un documento de diez páginas diciendo lo que yo creía que tenía que tener el guion. Al final lo trabajé yo porque Yashim estaba complicado de tiempo y por eso en los créditos ambos firmamos el guion.
Con Gustavo y Giovanni, los productores, no hubo problema a nivel de lo que queríamos, estábamos sincronizados en gustos, en buscar un Django más trepidante, que sea una película comercial, que tenga humor, y que tenga lo que tenía la primera, porque Django de alguna manera es como una especie de marca. Con sexo, calle, ese tipo de cosas. Y a mí me gusta todo eso, porque me gusta el policial y me gusta el tema delincuencial, me atrae. Entonces logramos hacer una película con la que los tres estábamos contentos.
No le tengo miedo a hacer una película comercial, lo que se trata es que esté bien hecha y que esté bien contada y que tenga los elementos para que la gente reconozca un buen trabajo. Un trabajo con buena factura, con buenos actores. Yo creo que uno tiene que tener un auto respeto y también respeto por el público.
Hablando de los personajes, quizás uno de los más interesantes es el de Stephanie Orúe. ¿Cómo fue el trabajo con ella?
He trabajado con ella antes en novelas, entonces la conozco de bastante tiempo y la he visto chambear, me parece una súper actriz, de raza. Ella no es que llegue nomás, a ver qué pasa. Ella hizo un trabajo de campo con Emanuel Soriano, yéndose a lugares en el Callao, estuvo metida siguiendo a una chica más o menos de la onda de su personaje, venía y me traía videos, me contaba jergas y una serie de cosas. Así sacó toda esta onda súper callejera. Y además es una mujer muy atractiva. Entonces yo creo que hizo un trabajo de primera, al igual que Emanuel. Son actores que están metidos pues, logran eso porque hay un trabajo previo, si no tienes chamba previa por más talentoso que seas, no te sale.
Una cosa que se nota es que es un reparto más grande, con varios personajes con diálogos, hay varias líneas de desarrollo en la historia.
Sí, hay todo un universo. Hay un montón de personajes y también es complejo porque quieres que no estén parados ahí como árboles. La idea es que cumplan una función en la historia por más pequeña que sea, y que también enriquezcan el universo. Por ejemplo Oscar López Arias, Emilram Cossio, gente que aparece por ahí, los travestis, todo el mundo está ahí de alguna manera cumpliendo una pequeña función. Son detalles que hacen un todo, tú sacas esos detalles y a la película le empiezan a faltar cosas.
Luego está el tema de la fotografía, estos planos, encuadres, colores…
Si, conversamos bastante con Micaela Cajahuaringa, le dije lo qué quería a nivel de color, cosas bien contrastadas. Y yo tengo ese gusto por planos bien cerrados. Acá en “El corazón de la luna” los estoy usando un poco menos, porque es otro tipo de historia. Acá no hay cámara en mano mientras que en “Django 2” hay harto. En este rodaje hay más cuadros fijos y dolly.
¿Y cómo se financió “Django 2”?
El presupuesto lo buscaron Gustavo y Giovanni, allí el motor de alguna manera es Giovanni, porque él venía con esta idea, lo convenció a Gustavo y empezaron a ver de dónde sacaban el dinero. Entró Civa, Rústica, los hermanos Pinasco también y Giovanni y Gustavo cada uno con la suya. Así se fue juntando el presupuesto.
Lo nuevo de Salvini
¿Qué otros proyectos tienes a continuación?
Ahora justamente tengo que empezar a escribir el guion de «Django 3». En paralelo a la edición de “El corazón de la luna” empiezo a escribir ese guion.
Será la historia de Salvador, este chiquillo tiene una carga, tiene 15 años y ya ha matado a alguien. Su padre tiene cuarenta y tantos y no ha matado a nadie. Ese es el orgullo del verdadero Django, que nunca mató a nadie. Es una de las cosas que han quedado de la historia real, que es un tipo que no ha asesinado. Ha robado, ha hecho pendejada y media, pero no ha matado.
Por eso al final de «Django 2», Ciccia no mata al personaje de Miyashiro, es como que le dice «yo no te mato, te matan los demás». Igual, es un asesino indirecto pero no consuma el crimen.
Pero este chibolo de 15 años ya tiene una muerte en sus espaldas, tiene un padre en la cárcel, tiene un hermano muerto que se convierte en leyenda en el Callao, tiene toda una carga. Y a la vez, tiene un padre putativo que es el personaje de Galliani, que es un policía honesto, por eso el tipo no ha ascendido más porque no ha estado metido en huevadas. De alguna manera es un ejemplo para Salvador. El chibolo está entre esa herencia delictiva y a la vez tiene esa cuestión moral de querer hacer las cosas bien, pero le atrae el otro mundo y también quiere hacer justicia con sus manos.
También tengo otras ideas, hay una película de terror que se llama «Altar» que la tengo hace tiempo, y tengo «Los famosos inmorales», ¡puta madre! Esa pela ya va cumplir 10 años, la he presentado como cinco veces a Conacine y DAFO, por las puras. Es una película más cara, pero vamos a ver cómo nos va con “El corazón de la luna” y en función a eso podré ver como se dan las cosas.
El corazón de la luna (2019)
Ficha técnica
Director: Aldo Salvini
Script: Andrea Higa
Productor ejecutivo: Julio Wissar
Productora general: Macarena Coello
Directora de Fotografía: Micaela Cajahuaringa
Directora de Arte: Hiromi Shimabukuro
Vestuarista: María Inés Lucar y Marcela Villanueva
Maquilladora: Rocío Vásquez
Entrevista realizada por Laslo Rojas y Luis Ramos, el 26 de agosto en el Cementerio Presbítero Maestro.
Textos y edición: Laslo Rojas
Fotos del rodaje: Luis Ramos y producción de la película.
Agradecimientos: Cintya Malpartida y Macarena Coello
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