[Entrevista] «Cuaderno de notas», film experimental dirigido por Mario Castro Cobos


Crítico de cine, gestor y programador de espacios que han sido claves para la exhibición alternativa en la capital, como el cineclub de la Universidad Cayetano Heredia y el Festival Lima Independiente, Mario Castro Cobos estrenó este año su película “Cuaderno de notas”, largo de 75 minutos de corte experimental que se exhibió en los festivales Al Este de Lima y Al Este – Argentina (Buenos Aires). Conversamos con él para que nos cuente de su nueva creación y, fiel a su estilo, compartió su opinión sobre algunos temas del acontecer cinematográfico local.

Mario, hay que recordar que no es la primera vez que diriges una película. Hace casi diez años estrenaste un cortometraje llamado “X”. ¿Qué puedes contar de aquella incursión en la realización?
“X” fue codirigida con Milagro Farfán, documentalista y coeditora de “Cuaderno de notas”. Se presentó con la Revista Godard! en 2009 como la sensación casi extraterrestre de ‘volver’ (a una huaca, en Cieneguilla). Digo ‘volver’ pero nunca antes había estado allí. ¿Qué conexión hubo con ese lugar? Junto con una tranquilidad enorme, la presencia de un misterio. Espontáneamente, solo podía ser una película experimental. Traté de responder a las sensaciones que me producía el lugar. Una apertura a una percepción de lo sagrado, una vuelta al origen, eso fue la experiencia directa y concreta de dicho lugar, casi diría ‘el espíritu del lugar’. Ese juego entre arriba y abajo, el cielo y la tierra, volvería años después, aunque de otra manera, para esta nueva película.

¿En qué momento surgió la necesidad de hacer “Cuaderno de notas”?
En esta ocasión no fue ya la textura de los muros de una huaca y el cielo con travellings, cámara lenta, desenfocado y agitaciones, sino lo que se me apareció en algunas caminatas por algunos lugares de la ciudad de Lima y cómo reaccioné como ‘hombre-cámara’. Acabo de ver “El libro de la imagen” (2018), de Godard y digo que me siento como él: un plano como hoja de cuaderno, y entonces haces anotaciones que provienen de tu mente y gestos o movimientos que retratan y traducen el devenir del cuerpo. La imagen piensa y el cuerpo, la mano y el ojo no hacen más que pensar un ‘pensamiento sensual’ (la frase es de Eisenstein), y es un pensamiento casi proscrito, que no ha sido pensado (o que ha sido pensado mal). El funcionamiento del montaje en la vanguardia es una sensualidad o sensorialidad pensante que reconectaría con nuestra ‘esencia’. El crimen es la interrupción ‘institucional’ de nuestro pensamiento, cuando niños y a cada instante. Nuestro deber es volver al principio, pensar por nosotros mismos otra vez y dejar de imitar el ‘pensamiento’ colonizado, esclavizante, el capitalismo destructor hecho cine, para dejar de ser esa manera de ser que nos quita el ‘ser’. Hay estructuras que parecen ‘seguras’ pero que están matando de forma incansable lo mejor de nosotros. No me someteré a formas que no me dicen nada nuevo. No quiero ser esclavo del dinero y el poder establecido para hacer mis películas. Quiero la máxima libertad para ser quien soy y para hacer lo que yo quiero.

Tu película adopta la forma de un diario fílmico muy amateur, aunque también tiene de registro de lo cotidiano casi al azar, las imágenes aparecen casi de modo aleatorio.
Como un espía o detective de instantes. Internarse en el azar, lo espontáneo, la vida. Como en Vertov, destellos de la vida en la ciudad. Si amateur significa estar cerca de Deren, Mekas o Marker no puedo estar más de acuerdo. La vanguardia es la verdadera economía del cine: se hace todo con ‘nada’. Y también hay momentos neorrealistas que le hubieran gustado (espero) a Rossellini.

Un tema que llama la atención son los contrastes: gente trabajando y gente en huelga, sonidos de aves y sonido de bocinas, etc. ¿Buscaste deliberadamente estos contrastes o fueron apareciendo mientras filmabas?
En “Cuaderno de notas” cada plano opera cada vez como una nueva película. En cierta forma la película nunca termina de comenzar, o termina cuando hay un corte y vuelve a empezar en el plano siguiente. “Cuaderno de notas” podría verse como una confederación de películas cortas. O como 80 trailers o fragmentos de 80 películas diferentes. O como un juego de rayuela de saltos e idas y venidas a lo Cortázar. O como un solo gran plano poliédrico o polifacético de una ciudad, de un cuerpo-mente en una ciudad, de la mente y cuerpo de una ciudad, de una ciudad en la mente, de una ciudad que es definida exactamente por lo que le pasa a un cuerpo que a su vez observa lo que le pasa a una multiplicidad de cuerpos.

Se abren tantas líneas acumulándose plano a plano y hasta imagen a imagen que (a)parece hasta cierto punto un maravilloso caos. Pero no pasa mucho tiempo sin que quede claro que hay temas, deseos, obsesiones, como por ejemplo la presencia-ausencia del dinero, identidades, diferencias, injusticias y abismos sociales. Y como señala Godard citando a Brecht en “El libro de la imagen”: el fragmento tiene la marca de lo auténtico. He jugado a que ‘una parte’ o un fragmento o un apunte ‘al natural’, abrupto, en bruto y en crudo descubra más que un ‘todo’ incognoscible o ficticio o predeterminado o prefabricado o guionizado en el peor sentido. O como quería Bergson, citado por Deleuze: el todo es lo abierto.

Uno de los motivos constantes es la presencia de animales (gatos, perros, conejos). ¿Por qué decidiste incluirlos?
Nuestra relación con ellos es fundamental, nosotros mismos no somos sino animales, eso significa que en un punto no hay distinción entre nuestra relación con nosotros mismos y nuestra relación con ellos; nos parecemos demasiado a ellos, curiosamente ellos aprenden más de nosotros que nosotros de ellos, y somos, con ellos, parte de lo mismo y uno de nuestros errores más trágicos es negarlo. Alienados, al alucinarnos fácilmente ‘superiores’ no nos sentimos naturalmente parte de un todo. Y es a causa de esa ideología insolidaria que resultamos tan destructivos. Así que ‘el otro’ podría ser no solo el prójimo humano sino justamente el animal. Y he grabado con la sensación de que los animales eran una suerte de seres humanos disfrazados. Y que los seres humanos podían ser tan ‘automáticos’ como se supone a los animales… Y los animales (humanos y no humanos) están presos, atrapados, a la venta, abandonados; salvo algunos con suerte que reciben cuidados mayores que la mayoría (y ahí volvemos al tema de la injusticia social).

Los animales son, también, bellos, puros, mejores que nosotros, más nobles. Lo difícil es entender a un gato o a un perro, como decía Cortázar… El problema o el tema del animal es de enorme importancia, sea Nietzsche, Deleuze, Derrida o Singer quien lo trate…

También destaca la presencia de iconos religiosos junto a vitrinas, tiendas, restaurantes. ¿Te interesaba mostrar ese contraste entre lo espiritual y lo material?
Si sigo la dualidad o dicotomía propuesta por la pregunta diré que los iconos religiosos están entre lo menos espiritual de “Cuaderno de notas”. Son herramientas de dominación de las personas, es el poder (no es casual el plano de una supuesta santa con unas manotas mal dibujadas y que luego la cámara se dirija hacia arriba hasta una banderita peruana). Son (la mayor parte de este tipo de imágenes) mujeres, pero mujeres pintadas o esculpidas por hombres para sojuzgar mujeres y hombres. Será por eso que en mi película están tratadas siempre irónicamente. Lima está llena de este tipo de imágenes que además veo como juguetes. Por eso juego con ellas… A la vez, no niego que en estos iconos las personas proyectan su propia película mental: sueños, temores, deseos. Finalmente, el concepto de icono es fundamental para entender “Cuaderno de notas”. Y eso es Bresson. Cada imagen grabada es un icono que me produce estupor, delicia, perplejidad, reverencia. Y también, según el caso, actitud crítica, burla. Cada imagen-icono es placer sensorial, presencia de lo ‘divino’ y exige incesantes y renovadas lecturas. Ya Eliade ha señalado la complejidad, los múltiples planos de referencia o significación de la imagen que debemos atender.

¿En qué distritos grabaste y por qué los elegiste?
La mayor parte de planos son de Miraflores, Surco, Surquillo (donde vivo), San Borja, Breña y el Centro de Lima. Otros distritos: Los Olivos, Jesús María, Lince, El Rímac, Chorrillos, San Miguel. No los elegí. Pasaba por ahí. Vivía mi vida. Solo o en compañía. A veces con cámara y a veces sin ella.

¿Cómo trabajaste con las imágenes al momento de filmar y posteriormente en la edición?
La regla es: lo externo responde a lo interno. Veía algo que me ‘tocaba’ de alguna forma y trataba de ‘tocarlo’, de grabar. Si no me conecto no lo grabo, así de simple. Es imposible que salgas a la calle y mirando no encuentres tus sueños. Casi todo quedó tal y como lo grabé (en extensión y acabado). Cada plano es parir. Por eso cierto forcejeo de la cámara. Hay un juego orden-desorden: el trabajo fue algo entre desordenar el orden y ordenar el desorden; que estuviese bien estructurado y que a la vez conservara el caos original. Que fuera puro azar (‘azar necesario’, diría Breton) y que existieran temas y obsesiones.

“Cuaderno de notas” acaba de exhibirse en Buenos Aires. ¿Cómo ha sido recibida por el público? ¿Tienes planes de enviarla a otros festivales o exhibirla en otros lugares en Perú?
“Cuaderno de notas” se verá en Arequipa, Chiclayo y en Lima en lo que resta del año [ver fechas abajo]. En las tres funciones públicas dentro del marco del festival Al Este de Lima noté que solo porque era crítico algunos pensaron que me saldría algo medio feo. ¡Qué prejuicio!

Desde que lanzaste el blog La cinefilia no es patriota hasta hoy, han pasado muchas cosas en el cine peruano. Se abrieron nuevos espacios y festivales, se filma mucho en Lima y otros puntos del país, y hay cierto reconocimiento institucional a través de premios e incentivos. ¿Qué opinión tienes de este panorama?
Amo el cine como arte. Me interesa la grandeza. Pienso en Paul Valéry: “El deber del artista es hacer lo que no ha sido hecho”. No formaré parte de un cine que enajene a la gente y que la hunda más en la mierda en lugar de ayudarla a salir de ahí. Hay un cine más cerca de la vida, de una posibilidad de verdad que debes buscar sin hacer concesiones. La industria del cine, el negocio del cine, el cine-espectáculo no son el arte, sino que están por lo común contra el arte. Para responder a lo más concreto de tu pregunta, veo gatopardismo. Cambios en la superficie con un fondo idéntico o muy parecido. No olvido que las mejores películas peruanas de los últimos tiempos se han hecho casi en su totalidad fuera del sistema. Aclaro que no niego mejoras (sería mezquino de mi parte negarlas, y yo mismo he contribuido a algunas), pero a todos nos falta una mayor reflexión sobre las posibilidades reales del cine y actuar en consecuencia. Y no me disculparé con nadie por poner la valla bastante alta.

¿En todo este tiempo trascurrido, qué es para ti lo más destacable del cine nacional en películas y directores?
“Andún”, de Rodrigo Otero (2002-2013); “Detrás del mar” (2005) y “El espacio entre las cosas” (2013), de Raúl Del Busto; “Los actores”, de Omar Forero (2006); “Alienados” (2008), de Rafael Arévalo; “Sinmute” (2008), de Ana Balcázar y Javier Bellido; “Reminiscencias” (2010), de Juan Daniel Molero; “Cada viernes sangre” (2011), de Fernando Montenegro; “El epitafio no me importa” (2011), de José Manuel Sosa y Alberto Angulo; las 6 películas de Eduardo Quispe: “1” (2008), “2” (2009), “3” (2010), “4” (2011), “5” (2014) y “6” (2016); “En el 93” (2011) y “Masabu” (2016), de Carlos Benvenuto. Y añado “Prometeo descadenado” (2018), de Jackie Coogan. Ese puñado de películas cambió el cine peruano, esas películas son cine moderno, y esto no se ha dicho ni entendido lo suficiente. Esas películas dejan en ridículo a Conacine – DAFO, porque qué raro, ¿no?… con menos dinero se podían hacer mejores películas. Todas ellas tienen en común ser visiones auténticamente personales y no cine impersonal, convencional, mediocre o prefabricado: son maneras nuevas de relacionarse con el propio yo y el mundo. Así que lo central brota en los márgenes. Me declaro parte de esta nueva tradición.

Si esa parte del cine que mencionas es “moderno” para ti, ¿quieres decir que el resto de las películas peruanas hechas en este siglo no lo son?
No. Hay más películas peruanas del periodo que merecen a mi entender la calificación de cine moderno. He hecho la lista de las que me parecen las principales. El punto para mí es que las revoluciones simbólicas son o pueden ser muy difíciles de comprender porque de hecho subvierten nuestras plácidas estructuras cognitivas. Bourdieu explica que en todos los dominios hay personas que llegan después, que comprenden lo que pasó y que hacen una versión soft de una revolución hard. Pone el ejemplo de Bastien-Lepage, más apreciado que Manet en su época. Creo que este ejemplo puede aplicarse por lo menos en cierta medida a lo que ha ocurrido en el cine peruano en los últimos tiempos. Complemento esta idea con lo que una vez declaró Quintín sobre una película peruana supuestamente muy renovadora: “es el tipo de película latinoamericana impersonal, que le aporta un toque local a un esquema televisivo globalizado y que surge de un intenso trabajo en las factorías de guion y del tráfico con fondos y coproducciones” [N.E.: Quintín se refiere a «El mudo», de los hermanos Vega]. Prefiero el cine más independiente y personal porque es el que o no hace o hace menos concesiones. Y es ahí donde precisamente hay más campo para cierto grado de experimentación.

¿Cuál va ser el futuro del hoy cerrado cineclub Cayetano Heredia? ¿Vas a retomar la crítica de cine y/o seguirás filmando?
El cineclub de la Universidad Cayetano Heredia -que César Guerra y yo dirigimos- fue considerado el mejor cineclub de este país. Nos interesa volver solo si mantenemos esa línea de calidad. No pocos de los mejores ejemplos de lo que puede ser el CINE fueron proyectados ahí. Bresson, Tarkovski, Brakhage, Godard, Deren, Mekas, Snow, Marker, Benning, Dwoskin, Schroeter, Fassbinder, Watkins, Hou hsiao-hsien, Weerasethakul, Kiarostami, Tarr, Costa, Gianikian y Ricci-Lucchi, y el nuevo cine peruano de la pregunta anterior. Nos atrevimos a lo que casi nadie se atrevió. El cineclub fue de alguna manera un banco de pruebas para lo que luego sería un festival que dirigí, Lima Independiente. Necesitamos de los mejores ejemplos, tanto en el cine como en la vida. Y no solo seguirlos, sino también serlos.
Mi idea es por supuesto seguir grabando y también escribiendo.

Próximas funciones de «Cuaderno de notas» :

  • Arequipa: Viernes 16 de noviembre, 7 pm. Auditorio de la Alianza Francesa, como parte del V Corriente Encuentro Latinoamericano de No Ficción (conversatorio con presencia del director tras la película)
  • Lima: Martes 4 de diciembre, 6 pm. Sala Polivalente B-100 PUCP (Sexta Jornada VIDI – Video Diseño).
  • Chiclayo: Jueves 6 de diciembre Cineclub Lambayeque.

Cuaderno de notas (2018)

Ficha técnica
Grabación: Mario Castro Cobos
Montaje: Mario Castro Cobos, Milagro Farfán Morales
Cámara: Toshiba Camileo P25

Entrevista realizada por Rodrigo Portales y Juan Carlos Ugarelli


Una respuesta

  1. […] de estrenar el año pasado su primer largo experimental «Cuaderno de notas», el crítico y programador Mario Castro Cobos ha seguido muy activo en su faceta de realizador. […]

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