[Crítica] «Battle Angel: La última guerrera»


Battle Angel: La última guerrera ha sido un proyecto de James Cameron por años. Es más, recuerdo haber visto la página de IMDb (Internet Movie Database) de la película cuando estaba en el colegio, pensando que nunca se llegaría a realizar —después de todo, ¿cuántas películas hemos visto que se han caído en pleno proceso de desarrollo, ya sea por falta de recursos o tecnología, o simplemente porque sus directores pasaron a algo distinto? (Un proyecto similar es “When Worlds Collide”, de Stephen Sommers, que ha estado en IMDb también por bastante tiempo).

Y eso es precisamente lo que pensé sucedería con “Battle Angel: La Última Guerrera”. Inicialmente, iba a ser dirigida por el mismísimo Cameron, pero cuando este pasó a desarrollar la primera “Avatar”, y ahora sus aparentemente interminables secuelas, todos pensamos que la adaptación del conocido manga a la pantalla grande nunca vería la luz del día. Pero para alegría de muchos, Robert Rodríguez (“Desperado”, “Sin City”) llegó para salvar el proyecto. Es gracias a él, y a su colaboración con Cameron (y su coguionista, Laeta Kalogridis) que por fin podemos ver una versión innegablemente ambiciosa y visualmente espectacular de “Battle Angel: La Última Guerrera” en el cine. Y aunque no se trata de una propuesta del mismo calibre que los proyectos anteriores de Cameron, como “Terminator 2” o “Titanic”, ciertamente se trata de la mejor adaptación de un anime o manga a la acción en vivo hasta ahora.

La historia de trasfondo se siente algo genérica, no necesariamente porque esté mal construida, si no más bien porque el material original salió hace ya bastante años, mucho antes de que incontables novelas — y películas— para adolescentes desarrollen sus propios mundos postapocalípticos. En todo caso, vale la pena mencionar que la cinta se lleva a cabo en el siglo 26, 300 años después de que una guerra con Marte (!) acabase con casi toda la humanidad, relegando a los sobrevivientes a vivir divididos en dos en Latinoamérica. Los millonarios viven en una ciudad flotante llamada Zalem, mientras que la gente más humilde —los trabajadores, los asesinos y hasta los deportistas— tienen que sobrevivir en la Tierra.

Al comenzar el filme, vemos que el Dr. Dyson Ido (Christoph Waltz) encuentra los restos casi intactos de una cyborg en medio de un depósito de chatarra. La trae a casa, le construye un cuerpo, la despierta, y le da el nombre de su fallecida hija. Alita (Rosa Salazar) rápidamente se encariña con el buen doctor, y hasta se enamora de un joven rufián llamado Hugo (Keean Johnson), pero poco a poco irá dándose cuenta que, a pesar de que vive en un mundo donde las modificaciones metálicas, los cuerpos artificiales y los cyborgs son comunes, ella no es nada ordinaria. Es por ello que comenzará a ser perseguida por Vector (Mahershala Ali), el mafioso que se encarga de organizar los torneos de un deporte futurista llamado Motorball, y su jefe, Nova, quien aparentemente gobierna la ciudad de Zalem. Con la ayuda de su nuevo padre y su cuasi-novio, Alita tendrá que buscar respuestas en relación a su pasado, y escapar de las garras de su nuevo enemigo y sus letales secuaces.

Una de las mayores preocupaciones que tanto los fanáticos como los espectadores regulares tenían en relación a “Battle Angel: La Última Guerrera”, era el look de su protagonista, Alita. El personaje es interpretado por Rosa Salazar a través de performance capture, y toda su apariencia es generada por computadora. Sí, los ojos estilo anime son ligeramente perturbadores en un principio, pero uno se acostumbra rápidamente a ellos, aceptando el hecho de que Alita se ve 99% humana… a excepción, por supuesto, de sus ojos y su cuerpo metálico. Se trata de un personaje que se queda al límite del uncanny valley, y que es creíble como un ser que podría existir en la vida real, sin ser completamente orgánico (de hecho, lo único que conserva de su pasado humano es el cerebro). En términos de personajes sintéticos, Alita es una creación revolucionaria, la cual será superada por Cameron, estoy seguro, en las secuelas de “Avatar”.

El resto del filme aprovecha muy bien las fortalezas de Rodríguez como director. Las secuencias de acción son frenéticas y emocionantes, y el world-building (la construcción verosímil de este mundo futurista y fantástico) está muy bien hecho, sin sentirse demasiado artificial. La multiculturalidad de esta nueva Tierra ciertamente le otorga un sabor muy distinto a la película —¡hay carteles en español por todas partes!—, al igual que la presencia de cyborgs y gente con extremidades robóticas. Puede que no todas las escenas luzcan realistas —especialmente las que abusan más de las imágenes generadas por computadora—, pero nunca se ven lo suficientemente falsas como para que uno sienta que está viendo un videojuego extremadamente caro.

Eso sí, la brutalidad de las escenas de acción me sorprendió; “Battle Angel: La Última Guerrera” es una película para mayores de 14 años, pero tiene suficientes momentos de violencia chocante, como para acercarse peligrosamente a la calificación R (para mayores de 18 años). Tenemos decapitaciones, desmembramientos, cabezas aplastadas, cuerpos partidos en dos… pero la cámara siempre cambia de ángulo en el momento apropiado, o simplemente no muestra las imágenes más grotescas. “Battle Angel: La Última Guerrera” no es una película familiar en lo absoluto; es más, en tono, por momentos se parece más a “Sin City”, del mismo Rodríguez, que a cualquiera de las películas anteriores de Cameron. Tiene varios momentos emocionantes e inspiradores (más que nada gracias a cómo uno termina empatizando con Alita), pero el producto final me dejó inesperadamente perturbado.

En todo caso, el desenlace no ayuda. De manera similar a otras cuasi-franquicias que Hollywood ha querido desarrollar en los últimos años, “Battle Angel: La Última Guerrera” no concluye, simplemente… se detiene. Sí, muchos de los conflictos principales son resueltos, y Alita crece muchísimo como personaje a lo largo de la película, pero la escena final termina sintiéndose más como una promesa de lo que se podría venir en una secuela, que como un verdadero (y satisfactorio) clímax. Es una pena, ya que a la película no le está yendo muy bien que digamos en la taquilla, lo cual quiere decir que la secuela probablemente nunca se hará, y la historia de Alita quedará inconclusa. Considerando lo espectacular que es el filme visualmente, lo bien construida que está su protagonista, lo emocionantes que son sus secuencias de acción, y lo bien desarrollado que está su world-building, hubiese preferido ver una historia completa, que no dependiese tanto de la existencia de una segunda parte.

“Battle Angel: La Última Guerrera” es una película que, para sorpresa de muchos, adapta de manera muy eficiente el manga original a la pantalla grande —es un filme que respeta su fuente de inspiración, cambiando únicamente algunos detalles, pero conservando el tono, la historia, y los temas del producto original. Sí, a veces parece que Rodríguez y Cameron quisieron hacer demasiado con la película (está llena de subtramas y conceptos y personajes secundarios poco desarrollados), y el final no podría ser más anticlimático, pero el resto del filme es lo suficientemente entretenido y hasta emotivo, como para que no pueda ignorar sus defectos más graves. “Battle Angel: La Última Guerrera” es la mejor adaptación de un manga a la pantalla grande que se haya hecho hasta ahora, y un blockbuster que realmente me gustaría obtenga una secuela. Esperemos que no termine siendo el fracaso de taquilla que muchos analistas habían estado prediciendo estas últimas semanas.

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2 respuestas

  1. […] Zavala, S. (2019).  [CRÍTICA] “BATTLE ANGEL: LA ÚLTIMA GUERRERA”. Lima, Peru.: Cinencuentro. Recuperado de https://www.cinencuentro.com/2019/02/20/critica-battle-angel-la-ultima-guerrera/ […]

  2. […] Zavala, S. (2019).  [CRÍTICA] “BATTLE ANGEL: LA ÚLTIMA GUERRERA”. Lima, Peru.: Cinencuentro. Recuperado de https://www.cinencuentro.com/2019/02/20/critica-battle-angel-la-ultima-guerrera/ […]

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