[Crítica] Festival de Lima: «Mapacho», de Carlos Marín

Mapacho, cuyo nombre real es Félix (Fernando Cobeñas), se debate entre dos amores: Marcia (Valeria Ochoa), estilista transexual que lo ha protegido desde pequeño, y Karina (Daniela Salas), una madre soltera atravesando un periodo de inestabilidad económica. Este es el telón de fondo para una historia sobre la pasión y la intolerancia (aunque más sobre la pasión). El director Carlos Marín ha declarado que la película partía de una trama controversial. Ante una audiencia conservadora esto puede ser cierto, pero a nivel visual el film continúa cediendo ante la convención fílmica, prefiriendo un correctismo visual que resulta monótono.

Grabada en Ucayali, «Mapacho» cuenta una historia casi exclusivamente a través de las carencias de sus personajes: su miedo a la soledad, su indecisión, sus inseguridades. Tal vez por esto es que abundan los planos reflejados, grabados mediante espejos. Son recurrentes y fáciles de notar en la película, indicándole al espectador que los protagonistas temen mirarse como realmente son, prefiriendo culpar a otros por lo que les pasa, aunque la respuesta sea obvia. Es un recurso simple pero muy efectivo, el cual, por desgracia, es secundado por el orden esquemático de encuadres pobremente construidos que muy pocas veces van de la mano con la emoción. Incluso la reprimen.

A esto hay que sumarle el hecho de que muchas veces Marín no deja en claro a dónde quiere llegar con su guion. Por eso es que algunos personajes llegan y desaparecen de la trama de manera fortuita, sin afectar mayormente el devenir de la narración, y restándole tiempo en escena a la triada protagonista, más rica en matices. De esta forma, tenemos situaciones que dependen más del azar que de una evolución coherente de la trama, resoluciones sobrevenidas por mera mala suerte, o bien por un golpe dichoso de buena fortuna. Ninguno de los cuales resulta muy convincente.

Aunque partiendo de una premisa interesante, «Mapacho» demora en identificar cuáles son sus verdaderas fortalezas, y para cuando cae en cuenta de ellas hay poco que se pueda hacer antes de su inevitable conclusión.