Se ha estrenado esta semana el documental “La revolución y la tierra”, del joven realizador Gonzalo Benavente, una película que tiene como figura central al general Juan Velasco Alvarado, quien realizó la reforma agraria en el año 1969. El tercer largometraje de Benavente -su segundo documental- está logrando además imponerse en la lucha por conseguir la taquilla que permita su continuidad en la salas comerciales. Esta es, sin dudas, una grata aparición para el cine nacional en su conjunto.
La historia de la reforma agraria está contada, en este documental, a través de una mezcla y recopilación de imágenes de archivo y testimonios de diversas personalidades, buscando ofrecer una mirada distinta a lo que normalmente se ha escuchado sobre el gobierno del general Velasco. Desde ya un desafío, considerando aquello que ya existe en el inconsciente colectivo.
Esta mezcla entre el pasado y el presente incorpora a la narrativa un paralelo entre lo que es el cine nacional y el proceso democrático, pero sobre todo el proceso que hemos llevado como sociedad hacia los conceptos de inclusión.
Benavente nos permite apreciar archivos de nuestra cinematografía, como es el caso de los filmes de Nora de Izcue, una de las primeras mujeres pioneras en el cine peruano y que además rodó sus películas en idioma quechua. También se menciona el cine de Armando Robles Godoy, destacando “Espejismo”, laureada película peruana que precisamente transcurre en una hacienda de Ica: el silbido obligatorio que tenían que realizar los campesinos en sus largas faenas termina por ser el canto unánime de la Internacional. Una escena poderosa y efectiva. Se le suman escenas de la película «Tupac Amaru» de Federico García, a quien vemos junto a Pilar Roca para recordar las épocas de un cine militante y comprometido. También se recuerda al grupo Chaski, que mostró la marginalidad a través de los ojos de un niño y luego una niña, «Gregorio» y «Juliana». Y se suman muchas escenas más con realizadores contemporáneos que buscan establecer nuestros conceptos de peruanidad desde otro punto de vista.
Este documental no solo nos habla de hechos ocurridos a finales de los años 60 y cómo fueron cambiando nuestros referentes culturales, sino además hace un tributo a como el cine peruano ha sido un reflejo de estos procesos, teniendo como protagonista, en este caso, al gobierno militar.
El director de «Rocanrol 68» (2013) apuesta esta vez por mostrar lo que parece haber sido una suerte de oasis en la política peruana. Un personaje que generó y genera anticuerpos, detractores viscerales, pero que por otro lado también se ganó muchos simpatizantes, quienes hasta el día de hoy reconocen su legado. Aquí nos acercamos a una amplitud y diversidad. Hay quienes no terminaban de entender cómo un oficial del ejército peruano quería cambiar conceptos tan arraigados como la supremacía racial y el poder económico. Sobre todo una izquierda escéptica en apoyar a este personaje, pero que finalmente hoy reconoce sus aportes. Este documental presenta el gobierno de Velasco desde muchos ángulos y miradas, con diversas referencias y escenografías, tal como el Perú mismo lo es.
La estética de VHS combina con acierto todo el material de archivo que han podido recuperar y la cámara que en ángulos frontales presenta a personajes tan políticos como Héctor Bejar, Hugo Blanco, además de Nelson Manrique, Zoila Sandoval, Antonio Zapata, entre otros analistas. (La cuota de humor la tienen las declaraciones de Francisco Petrozzi y Jaime de Althaus). Aportes fundamentales para comprender mejor este proceso del que se ha hablado mucho, pero se ha estudiado muy poco aun.
Por lo pronto, viendo el relativo éxito de taquilla que viene logrando «La revolución y la tierra», todo indica que encontrará un espacio destacado en la historia reciente del cine peruano.
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