Entre las contadas revistas de cine que todavía circulan en formato impreso en el Perú y que han tenido mayor continuidad, hay que mencionar a «Cuadro por Cuadro», única publicación de su tipo que desde hace ocho años se edita en Chiclayo, gracias al Cine Club de la Escuela de Comunicación de la Universidad Santo Toribio de Mogrovejo (USAT). En sus páginas, además de los habituales artículos sobre películas, series y cineastas, encontraremos información relevante y de primera mano de la producción audiovisual de Lambayeque, que con el tiempo se ha convertido en activo foco de nuevos realizadores y festivales a nivel regional.
Recientemente «Cuadro por Cuadro» presentó su octavo número en la sede de la Biblioteca Nacional en Lima, en un evento organizado por la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica (APRECI). A propósito, conversamos con el docente de la USAT y crítico Milton Calopiña sobre la revista que dirige y la situación del cine de su región.
¿Cómo nació la idea de lanzar una revista de cine en Chiclayo? – La revista nace como iniciativa de los alumnos que estaban apoyando el Cine Club USAT, que venía operando ya desde el 2008. Ellos querían un espacio donde opinar y escribir sus primeras críticas. La Escuela de Comunicación tenía ya un periódico, pero no había espacio así que se hizo un proyecto y se propuso a la Dirección de Escuela lanzar la revista, y el 2011 se publicó el primer número.
Cuéntanos del proceso de edición de cada número, cómo se eligen los temas, qué enfoque le dan al contenido, y si ello ha ido cambiando con el paso del tiempo. – Inicialmente en los primeros números los temas tenían más que ver con el cine que llegaba a la cartelera comercial y a lo que difundíamos en el Cine Club. Luego a medida que fuimos conociendo más gente y fue creciendo la movida local se incluyeron más notas del audiovisual lambayecano, hasta que ahora, gracias a una entrevista que nos realizó Emilio Bustamante para su libro «Las miradas múltiples» tiene mucho más peso el cine regional. Los temas los proponemos entre alumnos y profesores y luego en sucesivas reuniones vamos viendo qué queda y qué sale.
¿Por qué siguen apostando por el formato impreso? ¿Han pensado publicarla en formato digital o como página web? – Nos hemos dado cuenta que el público lo aprecia más. Es más tangible y muchos tienen la idea de que perdura más. A muchos de los que aparecen en sus páginas, les parece una bonita forma de conservar el recuerdo. Llegamos también a más sitios y al público que queremos. En cuando a lo digital, hubo un momento en que nos quedamos sin presupuesto y lanzamos dos números en PDF que están en la plataforma Issu, pero obtuvimos muy poca respuesta por ese medio. Lo ideal hubiera sido lanzarla como una página web, pero para eso necesitábamos personas, recursos financieros y sobre todo tiempo, cosas con las que aún no contamos. Por ahora acabamos de lanzar una página de Facebook, con contenido alternativo y promocional de la revista y no descartamos lo online en cuanto se pueda hacerlo, pero hacerlo bien.
¿Cómo distribuyen la revista y en qué lugares se puede conseguir? -Desde la Escuela de Comunicación la entregamos a los puntos donde se reúne nuestro público: cine clubes y universidades. En Lima hemos hecho llegar algunos números a nuestros colegas de la Apreci.
En tu caso personal, ¿cuándo vino el interés de escribir sobre cine? -Desde que estaba en la universidad. Cuando estuvimos en tercer año, un grupo de amigos lanzamos un boletín llamado Punto de Vista, donde yo me encargaba de la sección de cine. Luego mi primer trabajo fue en la sección de espectáculos del diario El Tiempo de Piura, y posteriormente en un suplemento, y en ambos escribía sobre cine.
¿Desde que publicaron la revista hasta ahora cómo han percibido el desarrollo del cine lambayecano, qué lo caracteriza, y qué películas y realizadores pueden destacar de ese periodo? -Desde ese primer número hay mucha más gente haciendo cine, se han abierto más espacios alternativos de exhibición (aunque no todos tienen la continuidad debida), y se están ampliando los géneros. Después de un fuerte inicio del documental, se están haciendo también trabajos de ficción orientados al policial o al melodrama, así como trabajos experimentales, un cine que podríamos llamar más lírico que narrativo.
Entre los realizadores tiene que estar de todas maneras Manuel Eyzaguirre, quien tiene una obra más sólida y ha dado más empuje a esta movida (con su productora Norcinema). Podemos mencionar luego a Bryan Aguirre, Mauricio Burstein, Beyker Bances (un productor con mucho futuro, aunque ahora trabaja en Lima), Dennis Perinango, Carlos Guerrero, Percy Zambrana, Leydi Vinces, José Fernández del Río, Ken Cubas, César Tello, Karla Chancafe, Marcela Pareja, Gisela Burga, Alicia Espinoza, y entre los más recientes algunos aún estudiantes Paola Romero, Harold Espinoza, Héctor Ponce, Gabriel Arellano, Bryan Santisteban, entre otros.
De las películas, entre cortos y largos que marcaron huella tenemos: «Trampas de tu lado oscuro» no tanto por sus aportes sino por ser el primer largometraje chiclayano estrenado comercialmente; el documental «Vivir», primer largo documental hecho en la región; «Trébol de dos hojas», «Viajero», «La Casa de los Gatos», «Verano» y «Mensaje a la Nación», todos de Manuel Eyzaguirre; «La Sagrada Familia» de Mauricio Burstein, «Proyección 19» de una promoción de alumnos de la Escuela de Comunicación USAT, «Vías Paralelas» de Juan Díaz Leigh, «Tito Tusán» de María Fernanda Doig, «Corto Amor» de Deivid Sandoval y Dalia Carranza, «La Cuchonita» de Kevin Ruiz, «Cariño Mío» de Leyda Tello, «Ciudad Chofer» de Alinson Cabanillas y Alonso Santana, «Cuatro Mujeres para Eber» de Jenyfer García, «Solo 10 céntimos» de Ana Yi y Beyker Bances, «No siempre lloverá» y «El Encuentro» de Carlos Guerrero, «El Casorio» de Bryan Aguirre, y otros que ahora no recuerdo, pero dan para escribir un libro. El movimiento está vivo y sigue creciendo.
¿El público de Lambayeque puede acceder a las películas de su propia región? ¿En qué espacios pueden verlas, sean cadenas de cine, salas o festivales? -Se ven en universidades, en cine clubes y ahora están teniendo una segunda oportunidad gracias al gran trabajo que está haciendo Carlos Guerrero con la asesoría de Manuel Eyzaguirre, quienes han recopilado varios de estos cortos en DVD y pueden ser adquiridos en ferias como Balta en Chiclayo y Polvos Azules en Lima.
En la última edición de «Cuadro por Cuadro», el editorial destaca que está emergiendo una nueva generación de cineastas en Lambayeque. -Es triste cuando no existen otras personas que toman la posta y continúan el trabajo iniciado por otros, pero en Lambayeque está ocurriendo todo lo contrario. Hay toda una nueva generación de chicos que está haciendo o quiere hacer cine y se está preparando para ello. La larga lista de nombres que he mencionado antes da una idea de lo que nos puede deparar este futuro prometedor. Esta nueva generación como también ya hemos dicho está trabajando otros géneros, se sigue haciendo documental, pero ya hay también muchos trabajos de ficción, ya sean thrillers, ciencia ficción o melodrama.
¿Qué puedes adelantar sobre el contenido del próximo número? –El número 9 estará dedicada a las realizadoras. Desde hace tiempo existe en la región un número creciente de mujeres que llevan realizando ya varios trabajos, con una visión muy particular. Lamentablemente su obra todavía no es conocida por muchos, esperamos solucionar en algo este defecto con las entrevistas que les estamos haciendo para este nuevo número que aparecerá el 2020.
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