Si llegaron a ver “Good Time”, la película anterior de los hermanos Safdie, sabrán exactamente qué esperar de “Uncut Gems”. Así como dicha cinta tuvo como protagonista a un artista infravalorado, dispuesto a demostrar su rango actoral (Robert Pattison), en este caso tenemos a un Adam Sandler desatado, fuera de su zona de confort. Pero lo más importante es que “Uncut Gems” también es un ejercicio de tensión extrema, dos horas de adrenalina e incomodidad puras, en las que uno es testigo de los errores tremendos que puede cometer un hombre inmaduro, impulsivo, e irresponsable. No se trata de una experiencia convencionalmente “entretenida”, pero sí de un filme que no podré olvidar en un buen tiempo.
“Uncut Gems” se lleva a cabo en el año 2012, y tiene como protagonista a Howard Ratner (Adam Sandler), un neoyorkino judío dueño de una tienda de diamantes. Al comenzar la cinta, somos testigos del ritmo acelerado y caótico de su vida; los clientes entran y salen de su tienda, hablan al mismo tiempo, gritando y riendo, el teléfono suena casi todo el tiempo, y Howard utiliza tanto el dinero como los bienes que obtiene de la gente con la que trabaja, para realizar apuestas y pagar viejas deudas. Uno se va dando cuenta, desde un principio, que nuestro protagonista no es alguien especialmente responsable con sus finanzas o con su propio negocio.
Y en casa las cosas están peor. Lo que desde afuera parece ser una vida familiar completamente normal, en realidad es algo bastante más problemática. Howard quiere a sus tres hijos, sí, pero está a punto de separarse de su esposa, Dinah (Idina Menzel). Y aunque se siente bastante feliz con su novia, la atractiva Julia (Julia Fox), se trata de una relación que parece pender de un hilo, al igual que el resto de su vida.
Desgraciadamente, las cosas no mejoran —cuando Howard logra conseguir una roca llena de ópalos multicolores, decide ponerla en subasta, como para ganar algunos miles de dólares y pagar sus deudas. Pero como nada en la vida de Howard es fácil, se verá involucrado con unos imponentes gángsters que quieren ver rodar su cabeza, y más importante, con el jugador de la NBA Kevin Garnett (haciendo de sí mismo), quien está obsesionado con la piedra, y su peligroso amigo Demany (LaKeith Stanfield). ¿Podrá Howard de verdad subastar su nueva adquisición? Y más importante; ¿podrá balancear su adicción a las apuestas con su vida familiar, profesional, y los adversarios que andan detrás de él?
Ver “Uncut Gems” es una experiencia frenética; sí, la historia comienza de manera inesperadamente pausada, pero una vez que el conflicto principal es establecido y desarrollado, todo lo que uno hace es ver a Howard cometer error tras error, involucrándose con gente cada vez más peligrosa, arriesgando la estabilidad de su vida familiar y romántica. Howard es un personaje tremendamente complicado y vulnerable; es carismático, sí, pero a la vez incapaz de resistirse a las cosas que disfruta de la vida, como el dinero, las apuestas y el sexo. Verlo tomar decisiones, arriesgadas e irresponsables, es como ser testigo de un accidente vehicular sin poder hacer nada al respecto. Todo lo que le queda al espectador es simplemente ver el choque y rogar que nada malo le pase a los involucrados.
La decisión de elegir a Adam Sandler como protagonista es simplemente brillante. Uno está acostumbrado a ver al infravalorado actor en comedias idiotas, siempre interpretando a hombres inmaduros e infantiles supuestamente “adorables”. Y aunque “Uncut Gems” es ciertamente más seria y complicada que cualquiera de sus propuestas más ligeras, su interpretación funciona precisamente porque se siente como una deconstrucción de sus personajes más populares: Howard es tan irresponsable y decadente como cualquiera de los protagonistas de sus comedias. La diferencia acá, es que sus actitudes tienen como consecuencias situaciones verdaderamente peligrosas. Cuando Sandler comete un error en sus comedias, lo peor que puede pasar es que alguien le grite, o que se lleve a cabo un gag particularmente estúpido. Pero cuando Howard comete un error, uno termina temiendo por su vida.
Lo cual no quiere decir, por supuesto, que Sandler se haya dormido en sus laureles. De hecho, se puede argumentar que esta es la mejor actuación de su carrera. Con un aspecto bastante distinto al que nos tiene acostumbrados —chivita, peinado con gel, aretes en ambas orejas—, Sandler se convierte en Howard, otorgándole una palpable energía casi maniática para convertirlo en un hombre turbio, intenso, y a veces bienintencionado. Howard comete actos moralmente dudosos, pero a la vez, uno no puede evitar sentir que merece tener un final feliz. Las escenas que comparte con Julia Fox —inocente, valiente, completamente enamorada de Howard—, por ejemplo, demuestran que Howard tiene su corazoncito, y que hay gente que todavía lo aprecia, por alguna razón.
A nivel visual, “Uncut Gems” se siente como una continuación de “Good Time”. Los Safdie hacen uso de una cámara siempre en movimiento, favoreciendo lentes largos, con fondos desenfocados, y un look granulado, lo cual hace que el filme se sienta como un producto de los 70s, pero con sensibilidades más contemporáneas. Tuve la suerte de ver “Uncut Gems” en el cine, con una proyección en celuloide de 35mm —a pesar de que se trata de una producción de Netflix, recomiendo que la vean en la pantalla grande. Se trata de una experiencia visual —con recorridos por el interior de gemas y piedras y ópalos, sensoriales y visualmente espectaculares— que definitivamente se aprovecha más en la pantalla grande.
“Uncut Gems” es un ejemplo más de la libertad creativa que Netflix le está otorgando a directores que, de repente, no se sienten completamente cómodos trabajando con los grandes estudios de corte más tradicional. Se trata de una experiencia que me dejó exhausto —de un ejercicio de tensión y estrés que pone a prueba los nervios tanto del Howard de Adam Sandler, como de los miembros del público. Intensa y llena de momentos de inesperada violencia, “Uncut Gems” no es una película apta para todos; de hecho, estoy seguro que algunos espectadores podrían encontrarla demasiado frenética y cínica. Los demás, sin embargo, estoy seguro encontrarán algo único y memorable en esta cinta —así como una razón más para defender a Sandler, quien ha podido demostrar ya varias veces que puede ser algo más que un simple y desesperante comediante.
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