[Crítica] «Ema», de Pablo Larraín: una mirada feminista y políticamente incorrecta


Ema es la más reciente película del chileno Pablo Larraín, realizador que continúa una buena racha de películas de interés, como “Jackie” (2016), “Neruda” (2016) , “El club” ( 2015) y “No” (2012), y como productor de películas que resonaron a nivel mundial como “Una mujer fantástica” (2017) y “Gloria Bell” (2019). Larraín esta vez nos presenta a  Ema, interpretada por Mariana Di Girolamo, una joven bailarina que está casada con Gastón, interpretado por Gael García Bernal, un coreógrafo extranjero que vive en Valparaíso. Ambos están pasando por un gran duelo tras haber entregado en adopción al niño que ellos a su vez habían adoptado tiempo atrás, echándose mutuamente la culpa de lo sucedido y sin reparo del daño que se causan entre sí.

“Ema” te enamora desde el primer fotograma. Aquí tenemos a una mujer en lucha pero no es una lucha cualquiera: distante por momentos y muy cercana en otros, cuando sientes que la tienes cerca y estás por comprenderla, ella se aleja. Es como si estuviésemos en un baile y la película nos está dejando saber solo lo suficiente para dejarnos con la intriga, este es un elemento con el que se juega mucho, el subtexto que rodea la historia está presente en los momentos más tensos, de forma que, desde un inicio no sabemos exactamente el por qué la pareja decide dar al hijo en adopción, si es por sus comportamientos agresivos o características de psicopatía que presenta, en este aspecto vemos una figura similar a “We need to talk about Kevin”, de Lynne Ramsay (2011) en cómo se presenta la problemática de un hijo “difícil”, pero en lo que la película ahonda es en las consecuencias de estas acciones y cómo Ema buscará estar con su hijo de nuevo.

“Devolvieron su hijo adoptivo porque no les gustó”, es lo que les dicen otros personajes a la pareja, el peso de la culpa los presiona hasta casi romperlos. Esto de por sí nos sitúa en una historia melodramática y melancólica, pero no, el mundo de Ema no es el de lamentarse sin sentido sino el de soluciones bajo sus propios términos.

Por si no fuese suficiente con la experiencia traumática del abandono, la pareja está abiertamente en conflicto, no hay ningún filtro respecto a las atrocidades que se dicen entre ellos con el simple afán de lastimarse, ambos comienzan a acostarse con otras personas y se ven forzados a cuestionarse aspectos como la culpabilidad, el reggaeton y la sexualidad. Estos tres aspectos están fuertemente desarrollados en la película. 

La culpabilidad viene desarrollada desde la postura de Ema como madre, la vemos siendo discriminada constantemente por el abandono de su hijo, a diferencia de Gastón quien no recibe la culpa, irónicamente esta discriminación es siempre llevada a cabo de la mano de otras mujeres, hasta el punto en que Ema debe renunciar a su trabajo de profesora de baile en la escuela en la que estudiaba su hijo.

El reggaeton es la herramienta que ella utiliza para la liberación completa de su cuerpo y finalmente de su vida, siguiendo su propia autodefinición Ema enseña “libertad” y la musicalización de la película, a cargo de Nicolas Jaar, nos refuerza justamente eso; bailar es libertad y el reggaeton es sexo, ambas partes esenciales del plan de seducción que lleva entre manos. 

Ema trama, a través de estrategias de seducción, el camino que la llevará a Polo, su hijo, y a que sea madre biológica por primera vez, junto con sus amigas se vuelven en una especie de pandilleras que realizan manifiestos incendiarios que Ema lidera (queman carros y varias partes de la ciudad para acercarse a un bombero quien era el “nuevo” padre de Polo y seducen a una abogada exitosa quien es la “nueva” madre). Todo esto para engatusar a ambas partes de la relación, lograr embarazarse del padre y obtener la ubicación exacta de Polo para recuperarlo.

Es esta telaraña la que puede ayudarnos a identificar a Ema con exactitud, ella lleva al extremo la frase de “haría todo por mi hijo”. Hace de todo y lo recupera en una situación turbia que lastima a todos los que estuvieron alrededor de ella para lograrlo y acá está el valor distinto de la película: Ema nunca intenta ser la madre perfecta ni una niña “buena”, ella está interesada en obtener su felicidad y los conceptos del machismo que tienden a encasillar a las mujeres, si bien existen en su entorno, no la limitan ni la detienen, la única persona que tiene licencias sobre ella es su hijo, pero para todos los demás es una persona que hará lo necesario para liberarse de esos prejuicios y no cederá en absoluto para lograrlos.

Hay una escena maravillosa en el que se plantea directamente el debate sobre el reggaeton entre Ema, sus amigas y Gastón. Él les dice que está decepcionado de que todo el tiempo bailen esa música que no las deja pensar y las mantiene en jaulas (él había sido el coreógrafo de todas ellas), y una de las amigas le contesta que el reggaeton, lejos de ser una jaula, es liberación y sexo pero con seguridad y en grupo, y que no hay escapatoria del mismo ya que el sexo es de donde provienen todos, incluso él. 

“Ema” reivindica la figura de la mujer perfecta y nos muestra a una mujer real, cruel y que lucha por lo que quiere. Todo esto mientras nos transporta a un viaje lúdico sobre el duelo, la depresión, la lujuria y la música, a su vez, esto se mueve en paralelo a una historia intimista que nos deja ver solo lo suficiente para mantenernos al borde de la silla esperando descubrir qué está tramando Ema. Uno no puede evitar pensar si este tipo de películas son la respuesta feminista del contexto latinoamericano de agresión en contra de las mujeres, pero esperamos que el cine siga proponiéndonos situaciones y respuestas de personajes puestos al límite, como tantas veces lo ha hecho.

Ema tuvo su estreno en el Festival de Venecia en agosto del 2019, luego se presentó en el Festival de Toronto en septiembre del mismo año, se ha estrenado en algunas partes del mundo hispano y americano, esperemos que pronto llegue a la cartelera peruana. 

Si estás interesado en sacudir el cerebro un rato, romper el establishment y ver una historia de baile, sexo y rebelión, esta es la película.


Una respuesta

  1. […] generacional y una ola de nuevas voces. Ha sido lindo de ver lo que han hecho Dominga Sotomayor, Pablo Larraín, Sebastián Silva, Sebastián Lelio, Marialy Rivas. Han pasado cosas muy lindas y ser parte de eso […]

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