¿Cómo filmar un tema cotidiano que satura al país? La fina ironía de Omar Forero, uno de los mejores cineastas peruanos de la actualidad, en principio simplifica y desdramatiza la acción criminal y su antípoda legal, pero en el fondo subraya el dolor y el fracaso social que se desprende. Y convierte en insumos estilísticamente imperceptibles hechos reales del ámbito policial y judicial trujillano, pues la propuesta de Casos complejos tiene vida propia.
«Los Iracundos de Trujillo» extorsionan, amenazan, matan. Encubren, protegen, aleccionan. Pero también vomitan, dudan, por mala puntería pierden balas y más. Envejecen, sueñan horrible, temen, transan. Siempre en tono de sorda fábula infantil, jugando a los hermanos Grimm. Es que trata sin estridencia taras ancestrales: inocencia perdida, habilidades ajadas, imposibilidad de dejar el mal, lucha sacrificada por el bien, funcionamiento fallido del Estado, desaparición familiar. Con voz en off eufónica del valiente fiscal, dibujitos de pistolas y tumbas, primeros planos que congelan el horror, montaje picado que abrevia al estilo de un videojuego tal vez similar al que juega Jonathan, música de salón que se oye omnisciente y luego, en giro tarantinesco al inicio de Pulp Fiction, pasa a una laptop con el fondo de pantalla activado.
Abundan citas cinéfilas, sin perder la notable naturalidad. Infiltración policial (The Departed), deterioro del pistolero (Unforgiven), pérdida del manejo delictivo (Jackie Brown), exigencia del cupo (The Godfather II), deseo de huir del hampa de Michael Corleone y Carlito Brigante (Carlito’s Way).
La historia autodestructiva de joven aprendizaje y rápido colapso vislumbra en la niñez, no muy lejana, que el Estado quizá pudo evitar el abismo. Como si, a propósito del nombre de la banda criminal, escucháramos a Eduardo Franco entonar: “Voy a viajar a un mundo que no conozco, que se llama tristeza y soledad…”.
- «Casos complejos» participa en el 7° Festival de Trujillo, se podrá ver online en Retina Latina del 13 al 18 de octubre.
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